WASHINGTON (AP).- Luego de ser arrasados en los comicios del 2008, los republicanos trataban de idear una estrategia para su recuperación. Al final determinaron que el nuevo presidente, Barack Obama, no lograría que la econo- mía se recuperara lo suficientemente rápido.
Y pronto, todos acordaron en privado que se opondrían a la principal propuesta legislativa del mandatario.
Durante los dos años siguientes criticaron, atacaron, votaron en contra y luego arreciaron la ofensiva, mientras los demócratas se afanaban en aprobar una iniciativa de estímulo económico, una reforma de salud y una propuesta para controlar Wall Street. El desempleo, que era de 7,4% cuando Obama asumió, creció a 10,1% y ha permanecido prácticamente estancado en ese nivel durante meses.
El martes pasado se realizaron las elecciones legislativas y los cálculos hechos por los republicanos en las distintas oficinas del Capitolio recogieron frutos que habrían parecido inimaginables incluso para quienes diseñaron la estrategia: una ganancia de 60 escaños en la Cámara de Representantes, lo suficiente para ganar la mayoría y poner fin a dos años de dominio demócrata en el Congreso.
En el Senado, la cosecha fue de seis escaños más.
"Al cerrar filas y oponernos en principio a las políticas que considerábamos nocivas, dejamos perfectamente claro al pueblo estadounidense cuál era nuestra posición. Y dimos a los votantes una opción auténtica", dijo Mitch McConnell, líder republicano en el Senado. "Mientras los demócratas gobernaban inclinados hacia la izquierda, los republicanos nos mantuvimos unidos y volvimos a defender las alternativas conservadoras".
Ed Gillespie, ex presidente del Comité Nacional Republicano, dijo que "nadie estaba deseoso de que el desempleo se mantuviera en un nivel alto´´. Gillespie, involucrado en grupos alineados con los republicanos que recaudaron decenas de millones de dólares para anuncios de campañas independientes contra los demócratas, añadió que "la filosofía de los republicanos en el Congreso indica que la respuesta a los problemas económicos no es más gasto, más regulación gubernamental ni más mandatos".
"Así, ellos se opusieron a las políticas de Obama en principio, y una de las razones por las que no apoyan su estrategia es porque no creen que funcione", señaló. "Al final del día, el pueblo estuvo de acuerdo".
Muchos economistas coinciden en que el estímulo económico -que combinó reducciones de impuestos, ayuda a los estados y gasto federal para la construcción y otras actividades- sí generó empleos. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijo en julio al Congreso: "Debemos mantener nuestro estímulo en el corto plazo para fortalecer la recuperación y ayudar a que se reduzca el desempleo".
Los republicanos prefirieron no reconocer ese punto.
El presidente del partido, Michael Steele, emitió duras críticas: "El plan demócrata se enfoca en hacer que los estadounidenses vivan de la caridad pública", señaló luego de mencionar la ampliación de las prestaciones por desempleo, la ayuda alimentaria y otras medidas asistenciales del gobierno federal.
Newt Gingrich, quien hizo campaña para sus colegas republicanos, buscó definir a los demócratas como el partido que se concentra en la ayuda alimentaria y a los republicanos como un partido interesado en generar empleos.
En muchas formas, los republicanos hicieron exactamente lo que acostumbra un partido que ha perdido el poder: distinguirse de aquel que gobierna al oponérsele en todo.
Pero al comienzo de la administración de Obama, no resultaba muy popular en lo político atacar a un nuevo mandatario que tenía niveles colosales de aprobación, en un momento en que el país se encontraba muy mal en lo económico.
Los republicanos se arriesgaron. Previeron correctamente que el desempleo aumentaría y que, si la economía seguía débil, Obama y los demócratas no recibirían mérito alguno de parte de los votantes por haber evitado un peor derrumbe de la economía.
El partido opositor no hubiera tenido resultados tan buenos si los votantes hubieran coincidido con los economistas, quienes consideran en su mayoría que la recesión pudo ser peor sin esas medidas o sin los pasos que dio el gobierno de Obama para fomentar la recuperación.
"Cuando ellos eligieron oponerse a todo, la única vía para el éxito fue apostar a que Obama fallaría y el país no se recuperaría. Ésa es una estrategia riesgosa", dijo Steve Elmendorff, experto demócrata en cabildeo.
"Ellos no se hubieran salido con la suya luego de decir que no a todo durante los últimos dos años, si la economía hubiera mejorado. Pero la economía no mejoró. La gente sigue descontenta y ellos ganaron".
Si los republicanos hubieran aceptado algunos planes de Obama y hubieran respaldado algunas de sus políticas, los votantes tendrían menos claro a quién deben culpar por la situación actual.
Terry Holt, colaborador del líder republicano en la cámara baja, John Boehner, consideró que sus correligionarios "ganaron no por adivinar el rumbo que seguiría la economía sino porque hacen análisis económicos correctos". Mientras Obama pasaba por la transición de candidato a presidente, Boehner citó a economistas, en su mayoría conservadores, para que le dieran sus pronósticos en el Capitolio.
"La historia indica que las economías se recuperan lentamente después de una crisis financiera", dijo Doug Holz-Eakin, uno de los especialistas que presentó sus opiniones en aquella ocasión. "Hay que prepararnos para un largo camino", le dijo a Boehner, según recuerda. El Partido Republicano sabía que tenía que recuperar la credibilidad ante los votantes, en materia de déficit y otros asuntos económicos, después de que los electores independientes y otros grupos lo condenaron a la derrota en el 2006 y el 2008. Y los opositores aprovecharon la oportunidad mientras la agenda de Obama recién comenzaba a tomar forma.
LIZ SIDOTI