Cerca de 200 libros. Otros 37 que están en imprenta. Más de 900 sesudos artículos de opinión en revistas especializadas. Cientos y cientos de artículos en la prensa nacional y extranjera. Tema preferido a lo largo de nueve años por becarios extranjeros para sus tesis en ciencias sociales.
La crisis del 2001, y su fiero desenlace de diciembre, sigue siendo uno de los procesos más indagados de la vida nacional por su carácter de catástrofe -no parece aventurado el término-, por parte de la historia, la sociología, la psicología, la psiquiatría y otras ramas de las ciencias sociales y profesionales.
"Atrapa y atrapa, huelgan las palabras sobre el por qué", sostiene el psiquiatra y ensayista Pacho O´Donnell.
Y suma: "Lo que atrapa de diciembre del 2001, por lo menos desde mi perspectiva de psiquiatra, es la sensación de vacío que los acontecimientos alentaron en la sociedad? Ese no saber cómo seguiría la historia en el momento siguiente, en el instante inmediato".
"Se estaba en la nada en materia de referencias, o todas éstas eran tan elocuentemente tan graves que sólo parecía haber espacio para pensar que lo muy grave sería terriblemente grave en lo inmediato", continúa O´Donnell.
Con esto del vacío concuerda la psicóloga clínica Ana María Fernández, autora de un interesante ensayo: "Una loca idea: al borde del abismo, una apuesta colectiva".
El trabajo, que tuvo origen en una investigación que presentara en el seminario internacional "¿Argentina en colapso? América Debate", organizado por el Programa de Graduación en Asuntos Internacionales de la Nueva Escuela Universitaria de Nueva York, sostiene que la idea de vacío que ganó a la sociedad argentina en el 2001 se definió sin embargo por su potencia.
"´Que se vayan todos, que no quede ni uno solo´ arma -sostiene Fernández- su potencia enunciativa en aquello que su inviabilidad pone de manifiesto, interpelando desde tal inviabilidad a inventar nuevos sentidos políticos y nuevas formas de acción. Desde allí abre un desafío colectivo ineludible de inventar lo por venir".
En otros términos, situarse desde aquel vacío en orden a la acción concreta, directa.
"En alguna medida, esto es lo que sucedió en la práctica objetiva de la gente en diciembre del 2001. Sabían que el que ´se vayan todos´ no tenía futuro, pero estaban convencidos de incidir sobre el sistema político para que algo dejara de ser", acepta el sociólogo Natalio Botana. Y acota: "Lo que atrapa de ese remate del 2001 que fue diciembre es más que el tumulto de hechos, lo vertiginoso que fue? No daba descanso para la interpretación, para el análisis sereno".
"En la Argentina de estas semanas nadie se pregunta ´¿qué va a pasar?´. La pregunta carece de sentido porque lo inmediato no existe, está sucediendo. Nada es previsible en la Argentina de hoy. Toda reflexión destinada a encuadrar la situación no puede jamás dejar de tener en cuenta que, como nunca en su historia, este país parece deshacerse minuto a minuto", escribió el diario "O Estado de São Paulo".
Ahí, en ese contener el aliento ante la posibilidad del desguace, radica mucho de lo atrapante que tiene el 2001 para las ciencias sociales.
Fallecido hace algo más de un año, Félix Luna sostenía que la crisis del 2001 y su diciembre de fuego, "desde mi condición de historiador, me dejaron paralizado. ¡El vértigo!... Y siempre me pregunto cómo estarán haciendo quienes quieren escribir sobre lo sucedido para ordenar los materiales, para ordenar los hechos, que vistos como un todo forman un todo muy seductor, lo mismo que vistos desde lo puntual"?
"Mire, le doy un dato, solo uno, que define lo sucedió y que desde lo particular a lo general habla de la magnitud de lo sucedido. Cuando uno computa que la Bonaerense, sólo en el conurbano, disparó en tres días 75.000 balas de goma para intentar frenar protestas, saqueos? Bueno, cuando no puede incluso dejar de ser atrapado por el acontecimiento?", comenta el sociólogo Javier Auyero, autor "La zona gris. Violencia colectiva y política partidaria en la Argentina contemporánea", una investigación imprescindible para acercarse a lo sucedido en aquel diciembre
Auyero, profesor en la Universidad del Estado de Nueva York -Stony Brook-, encuentra en los saqueos que sellaron mucho de aquel diciembre uno de los materiales que gravitan, que determinan el interés de las ciencias sociales en la crisis que tumbó a la Alianza. "La razón principal para intentar la reconstrucción de los saqueos es doble. Por un lado, los disturbios por alimentos constituyen una ventana única para observar la política popular de la Argentina contemporánea y, por el otro, son una estupenda oportunidad para conocer mejor la dinámica política de la violencia colectiva. Si sabemos qué preguntas hacer, entonces aquello que los saqueos nos dicen va más allá de los hechos propiamente dichos y revela temas a los que los estudiosos de la política en todo el mundo deberían estar prestando más atención".
"No hay detalle menor en todo lo sucedido", señala Auyero, que realizó durante meses una impecable tarea de campo en el conurbano, interrogando a cientos de personas que participaron en los saqueos.
-Mire, la crisis del 2001 va a seguir "agarrando" por muchos años a la historia, la sociología, la psiquiatría, la literatura. Tanto que en el caso de la historia me atrevo a dar una sugerencia a los colegas que trabajen el tema: que no los demuelan los datos -dijo Félix Luna a este diario cuando iba conociendo que estaba camino a la partida final.
-¿Qué no los demuelan los datos?
-Sí -respondió Luna, se paró y de un anaquel rescató su libro "Conversaciones con José Luis Romero", editado en 1978. Luego, "Falucho" acotó:
- Romero decía que a lo largo de su dedicación al estudio de la historia fue aprendiendo "que los historiadores más celosos de la parte documental de su trabajo tiene dos posibilidades en su vida. Una es la de encontrase ahogados por un cúmulo de material que no saben manejar, que han sabido manejar el primer año de la investigación, el segundo, el tercero, el cuarto y a partir de entonces el fichero se les convierte en una especie de fantasma con el que no saben cómo entenderse. La otra posibilidad es que adopte una vía intermedia. Que se haga la mano y el oficio de la búsqueda, que busque lo que le hace falta y no tiene, pero que utilice en la mayor manera posible todo lo que ya sabemos, de primera y de segunda mano".
"Estoy de acuerdo con Romero, a cuenta de todos los datos que dan contenido a la crisis del 2001. A mí, por caso, me seduce mucho la radicalidad que signó su marcha. Me parece que esa radicalidad aún tiene mucha tela para seguir investigando", sostiene Pacho O´Donnell.
Radicalidad. Extremos. Vertiginosidad. Potencia. Todas palabras, sentido que está definidamente presente en boca de quienes investigan la crisis del 2001 desde distintos saberes.
"Esa radicalidad fue por momentos tan dinámica, que puede confundir a la hora de ordenar datos, definir posicionamientos? Pero esto es también lo que alienta a meterse en el tema", opina Natalio Botana.
¿Qué encuadre darle a esa radicalidad? ¿Cómo definirla? ¿Por qué esa radicalidad puede seducir al historiador, sociólogo, psiquiatra, literato?
Una respuesta muy acertada se encuentra en el trabajo de la psicóloga Fernández, ya nombrado. Habla de la "radicalidad de la inmediatez". Y dice: "A diferencia de los modos clásicos de entender la radicalidad de una propuesta política de transformación cuya garantía estaría dada por los igualitarismos y libertades que prometen sus utopías, aquí se estaría frente a otro modo de radicalidad: de acciones más que de decires, del presente inmediato -y posibles vehículos de lo porvenir a inventar colectivamente- más que de futuro previamente diseñado o augurado".
Radicalidad de la inmediatez o no, la crisis del 2001 "sigue siendo un proceso abierto para todo espíritu inquieto", opina el psiquiatra José Abadi.
Doctora en Historia, Mónica Gordillo es expresión de sólida formación e investigación en materia de movimientos sociales en Argentina. Tiene en su haber -entre otros libros- "Córdoba en los 60. La experiencia del sindicalismo combativo", quizá la mejor exploración sobre los sacudones que a la historia argentina le imprimió aquel gremialismo. Ahora, Gordillo acaba de publicar "Piquetes y cacerolas. El ´argentinazo´ del 2001".
Sostiene Gordillo que la incertidumbre que generó en la sociedad la crisis del 2001 "tuvo también su traducción en el ámbito académico; en especial la sociología y la ciencia política empezaron a señalar las dificultades encontradas para dar cuenta acabadamente del acontecimiento que habían presenciado".
Luego, Gordillo detalla:
* Algunos trabajos recientes relacionaron esas dificultades con el predominio en el ámbito académico de una línea de reflexión que tendió a especializar el análisis separando la política de la sociedad o concentrar como objeto de la primera sólo los problemas relacionados con la gobernabilidad y con "la" política institucionalizada, descuidando su costado disruptivo y conflictivo.
* En cambio, ligar la acción social con la acción política implica prestarles atención a los espacios donde se sientan las bases de la representatividad y legitimidad del orden y observar la manera en que se fue deteriorando la relación de los representantes con los representados durante toda la última década del siglo XX.
Una década que dio paso a un nuevo siglo que comenzó salpicando con sangre a la Argentina.
Un salpicado que por mucho tiempo seguirá siendo rastreado por todo espíritu no conforme con la mirada superficial de lo sucedido en aquel 2001 y su tórrido diciembre.
CARLOS TORRENGO
calostorrengo@hotmai.com