Gran parte de la reciente bonanza económica que están experimentando los países latinoamericanos tiene que ver con el "boom" internacional que experimentan los precios de las materias primas, que les han permitido a los países de la región, ricos en estos recursos, fuertes ingresos.
En medio de la crisis internacional, la recuperación asiática, sobre todo el desarrollo ininterrumpido del "gigante" chino, permitió a los gobiernos de la región sortear en mejor forma la situación que en otros lados del planeta, como Europa o EE. UU. Los altos precios de la soja, el trigo, la carne o el petróleo, impulsados por la fuerte demanda internacional encabezada por China, explican buena parte de la bonanza en países como Argentina, Brasil, Rusia o Venezuela. Dentro de este fenómeno, destacan en los últimos años los elevados precios de los minerales, destinados a la incansable maquinaria industrial asiática. Así, las altas reservas de cobre han resultado una bendición en Chile o Perú, la fuerte demanda de hierro impulsó una verdadera "fiebre" del mineral en Brasil o reabrió yacimientos casi olvidados como el de Sierra Grande en Argentina. El oro, refugio internacional privilegiado por los inversores en medio de las turbulencias financieras, alcanzó niveles récords. El litio, con potencial energético alternativo, abre oportunidades a Bolivia.
Sin embargo, distintos sectores alertan sobre los riesgos de sobreexplotación, la necesidad de una planificación para administrar los ingresos que provienen de recursos no renovables y la escasa atención a los problemas ambientales que muchas veces genera la explotación desmedida de éstos.