Entre México y Estados Unidos hay una frontera de 3.152 kilómetros, con garitas formales, túneles clandestinos y brechas informales. Todos los días circulan por ahí más de un millón de personas de manera legítima, como también droga, armas, inmigrantes ilegales y dinero producto de negocios ilícitos.
México y Estados Unidos comparten una de las zonas fronterizas más difíciles del mundo. Esa franja de desierto, río, poblaciones fantasma y ciudades pujantes es no sólo la frontera entre dos países sino también el límite entre las naciones del Norte y América Latina. A la propia naturaleza de la vecindad y un volumen diario de comercio cercano a los 1.000 millones de dólares se suma la guerra que libran los cárteles del crimen organizado entre sí y con las autoridades. Localidades como Ciudad Juárez, Matamoros y Nuevo Laredo, así como Tijuana, aunque ahora en menor medida, han sido escenario de sangrientas acciones de los cárteles para controlar territorios hacia la mina de oro que es Estados Unidos para la venta de drogas.
"La relación entre México y Estados Unidos ha sido siempre una relación que algunos llaman asimétrica y que yo llamo desigual" -dijo José Luis Orozco, académico de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y estudioso de la relación bilateral-. Es quizás una de las más complejas que hay en el mundo". Pero mientras que en Ciudad Juárez, la más violenta de México, hubo más de 2.000 asesinatos este año, en su vecina estadounidense El Paso se produjeron sólo dos, ninguno relacionado con el tráfico de drogas. "Entonces, ¿podemos decir que la violencia causada por las drogas se está desbordando? Sí, pero no de la manera que se piensa, entre ciudades a ambos lados de la frontera, sino desde las áreas fronterizas de México a centros urbanos en ambos países", aseguró el embajador estadounidense Carlos Pascal.
Estados Unidos estima que el 90% de la cocaína que ingresa a su país, el mayor mercado consumidor del mundo, lo hace a través de esta frontera. "El mercado de la cocaína de América del Norte se está reduciendo debido a una menor demanda y una mayor aplicación de la ley. Esto ha dado lugar a una pugna por su dominio entre mafias, en particular en México, y a nuevas rutas de drogas", dice un informe de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onucdd).
La mayoría de las armas que adquieren los grupos criminales mexicanos es de origen estadounidense. En la frontera, del lado estadounidense, hay unos 6.700 negocios de venta de armas, el 12% del total existente en Estados Unidos. Y no es difícil hacer cruzar las armas al lado mexicano. Los traficantes las introducen en pequeñas cantidades escondidas en los cientos de miles de vehículos que cruzan por los puntos legales todos los días. El tránsito binacional es de 88 millones de coches al año, según la Onucdd. También cruzan por la frontera cientos de miles de migrantes al año con ayuda de traficantes, que han agregado un componente de secuestros, extorsiones y muerte a la travesía de los indocumentados.
A finales del 2006 el presidente Felipe Calderón lanzó una gran ofensiva contra el crimen organizado en todas sus vertientes y se dispararon las muertes violentas, con más de 28.000 en todo el país. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ordenó este año el despliegue de 1.200 soldados de la Guardia Nacional a la frontera. La mayor parte, 524, fue destinada a Arizona, el estado de la polémica Ley SB 1070 contra la inmigración ilegal. Aunque la seguridad está en el centro de la agenda bilateral, la relación entre México y Estados Unidos es mucho más amplia. Desde 1994 ambos países, junto con Canadá, son socios en el marco del Tratado de Libre Comercio (Tlcan). La balanza comercial bilateral en el 2009 fue de 297.000 millones de dólares. Y de 7,1 millones turistas que llegaron a México este año, seis de cada diez fueron estadounidenses.
ANDREA SOSA CABRIOS
DPA