-Usted señaló en un ensayo sobre la elección del 2007 que la caída del voto positivo que se había dado podría profundizarse en el 2011. ¿Lo mantiene?
-Yo señalé en ese entonces que esa caída fue la mayor que se dio en una elección presidencial desde los años 20. Porque, en general, cuando reflexionamos sobre este tipo de cuestiones que hacen a comicios de proyección nacional, bueno... estamos acostumbrados a referenciarnos en el 83, o sea, el inicio de la transición. Pero hay fenómenos, de carácter sociológico como podemos encuadrar éste del voto positivo, que resulta interesante definir desde más lejos en la historia.
-¿Se puede profundizar esa caída en el 2011?
-No soy amigo de andar haciendo pronósticos que uno no pueda respaldar con rigor de argumentos. Lo que vaya a suceder depende de muchos factores, máxime en un país donde la política, su humor, tiene una dialéctica muy particular. Lo que sí es cierto es que, si tomamos como parámetro lo sucedido en las presidenciales del 2007, se trata de una caída importante del voto positivo, pero siempre mirando desde la historia, claro...
-¿Qué nos dice esa historia?
-Que la concurrencia a la elección del 2007 fue del 71,8% cuando veníamos de una elección presidencial -2003- que se dio en el marco tenso de la crisis del 2001, en que votó el 78,2%. La elección que ganó Néstor Kirchner. Es decir, en cuatro años la participación descendió el 4,81%, la participación más baja desde 1922...
-La más baja desde que fue elegido Alvear...
-Efectivamente. Pero, además, en el 2007 creció el voto en blanco, que fue del 4,81% contra el 0,99 del 2003.
-A escala de historia, ¿dónde se sitúa ese 4,81%?
-Como el más alto desde las elecciones del 63, cuando ganó la UCR con Illia como candidato a presidente.
-Pero allí el peronismo estaba proscripto...
-Y por ahí se explica el voto en blanco que hubo en aquellas elecciones. En el trabajo que usted mencionó al principio, señalo también que en las elecciones del 2007 el voto nulo fue del 1,1% mientras que en las del 2003 alcanzó el 1,7%, que sin embargo fue el más bajo desde el 83. De esta forma -señalo ahí- en el 2007 el voto por candidato fue sólo del 65,9% del padrón, 9,6 puntos menos que en la elección del 2003. En 1989, al ser elegido Carlos Menem, el voto positivo creció el 0,2% respecto de la elección del 2003, la que ganó Raúl Alfonsín; en 1995, reelección de Menem, bajó 5,5 puntos, lo mismo que al ser elegido Fernando de la Rúa en 1999, y en el 2003 descendió un 2,3% en relación con el 99.
-¿Qué nos dice este descenso del voto positivo? ¿Qué podemos especular desde ese descenso en relación con las urnas del 2011?
-Mire, si la caída continúa, si la caída se mantiene en los rangos que está expresando, no parece aventurado que el voto positivo esté orillando el 60% o algo menos, pero no se pueden hacer pronósticos. Menos, reitero, en este país.
-Pero la caída del voto positivo también se verifica en elecciones en otros países.
-Por supuesto, ya en el 2007, cuando analicé las elecciones de ese año, sostuve que este fenómeno era muy debatido, incluso en ámbitos académicos, en Europa. Hay quienes, como Pierre Rosanvallon, sostienen que la resistencia a otorgar un valor positivo al voto puede ser interpretada -por ejemplo- como contrapolítica, o sea, resistencia a cómo se hace, se formula la política. En consecuencia, y siguiendo a Rosanvallon, él encuadra esta actitud como un valor interesante, afirmativo...
-El italiano Pasquino sostiene que el proceso de baja de votos positivos hace a que la gente perciba que de alguna manera u otra todos los partidos que participan de una elección, por encima de sus diferencias ideológicas, se asumen finalmente como de centro, con lo cual la disputa pierde interés o tensión. ¿Está de acuerdo?
-Es una posición muy cercana a lo que sostiene Chantal Mouffe y es un punto de vista interesante sobre un tema en que valen no pocas explicaciones...
-¿Qué está en juego si sigue bajando el voto positivo?
-Por ahora, en un país con voto obligatorio no afecta la legitimidad del sistema, sólo abre interrogantes.
Rosendo Fraga es periodista, analista político e historiador. Actualmente dirige el centro de estudios y encuestas Nueva Mayoría