En una entrevista organizada por periodistas de la red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista), la magistrada de la Corte Suprema habló casi dos horas con varios reporteros del interior (*), entre ellos de "Río Negro" , donde abordó temas de la denominada agenda de género, como el aborto, la trata de personas y los avances y deudas de los derechos de la mujer en el sistema judicial. Explicó los cambios que introdujeron las dos primeras magistradas en la Corte, especialmente en la creación de la oficina de violencia doméstica y los cambios en el Cuerpo Médico Forense. Reveló, además, que solicitaron a sus pares que quiten los crucifijos de las salas de audiencia.
-¿De qué manera la Justicia puede cambiarle la vida a una mujer?
-El Poder Judicial impacta mucho y mal en la vida de las mujeres. Impacta mucho pero muy mal. Porque en general, en la Justicia, se refleja la cultura patriarcal. En las facultades nos han enseñado derecho desde el punto de vista masculino. Esto tiene que cambiar, está cambiando. Lo cual es muy difícil, llevamos años, siglos de civilización absolutamente masculina. Pero estamos procurando que algunas cosas cambien. Desde la oficina de la mujer de la Corte hemos organizado cursos de capacitación de perspectiva de género para todas las provincias. Todas las provincias ya han mandado sus representantes. Ya tenemos los primeros capacitadores del Poder Judicial para construir una Justicia con perspectiva de género. ¿Por qué? Personalmente hice toda la carrera judicial, desde el último pinche hasta hoy, y nunca nadie nos dijo que no nos pueden tratar a un hombre y a una mujer del mismo modo porque hay diferencias. Pero además, cuando un señor denuncia que le robaron el auto implícitamente se le cree, pero viene una mujer a denunciar violencia y lo primero que se piensa es o que está mintiendo o se le pregunta qué habrá hecho para llegar a esa situación. Y en la práctica judicial este tipo de cosas se naturalizan. Por eso la Corte creó la oficina de violencia doméstica con personal especializado, que escuche a personas que normalmente son víctimas.
-Hace un tiempo usted señala la necesidad de abrir el debate en el Congreso por la despenalización y legalización del aborto. ¿Por qué cree que hay tanta resistencia de los políticos para darlo cuando hay un reclamo fuerte de la ciudadanía para que se debata?
-Creo que tienen miedo. En primer lugar casi todo el mundo tiene miedo al cambio, cualquier cambio. Éste es el primer fundamento. Pero si uno mira las encuestas, muestran que la mayoría de la sociedad quiere que se debata y cree que ya es hora de que se debata. Porque el aborto clandestino y sin asepsia es la causa de la muerte de muchas mujeres jóvenes, pobres e ignorantes, grupo de mujeres que no tiene poder, cosa que a los políticos les importa mucho. Y hay otra cosa: tenemos a la "santa madre" (NDR: en referencia la Iglesia Católica). No quiero herir sentimientos, todo el mundo sabe que soy atea. La "santa madre" todavía tiene mucha fuerza y, en algunas provincias, sus representantes llegaron a amenazar con la excomunión a sus representantes en el Congreso, por ejemplo, para no votarme a mí. Hay gente a la que le importa, es parte de su vida, de sus creencias, su fe, que es muy respetable que la tengan, y son grupos de poder con influencia y ese poder lo utilizan.
-Desde lo político, ¿hay un escenario propicio para llevar el tema al Congreso?
-Sí, creo que sí, creo que la sociedad ha tomado conciencia de lo que significa no tener una ley de aborto razonable y también de que es posible dictar leyes que signifiquen no una obligación sino un permiso, como sucedió con el matrimonio igualitario. Nadie obliga a casarse, es un permiso, lo usa quien quiera. Quien quiera no lo usa. Si la Iglesia se opone al aborto, que se oponga para sus fieles, ¿pero por qué va a obligar a todos los demás?
-El gobernador de Salta estableció la educación religiosa obligatoria en las escuelas públicas. ¿Es esto constitucional?
-No, yo diría que no. El Estado es laico. Quien quiera dar educación religiosa a sus hijos, de cualquier religión, puede hacerlo mandándolos a una escuela confesional o enseñarles en su casa, pero la escuela pública no puede ser confesional. Hoy analizábamos ese tema con el presidente del Consejo de la Magistratura y con mi colega Elena Highton diciendo: "Tenemos que sacar los crucifijos de la sala de audiencias"? (la sala repleta del rectorado de la Universidad de La Plata estalló en aplausos). Soy funcionaria de un Estado laico y recibo gente que puede tener todas las religiones o ninguna, porque eso es libertad de culto, tener una religión o ninguna. Y tener un símbolo religioso condiciona. En un tribunal oral los testigos juran por sus creencias, no se les pide que juren por una religión, no le preguntamos cuáles, pero atrás hay un crucifijo que puede influir mal, el testigo puede considerarlo una discriminación. Además, no tiene sentido porque el Estado es laico.
-Carmen, retomando el tema de la despenalización: ¿cuáles serían los argumentos de más peso para debatir la despenalización del aborto?
-Yo creo que el argumento de la muerte, que el aborto es la segunda causa de muerte de personas jóvenes es el más fuerte, pero yo usaría otro pero no van a dar bolilla: el que indica que las mujeres no tenemos derecho a decidir. El principal es tratar de evitar la muerte de jóvenes que, por no haber tenido educación sexual, enfrentan un problema que no pueden solucionar de otra manera. Los números son muy fuertes y, además, si uno ve que después hay una cantidad de criaturas en la calle a los que después se les endilga la delincuencia -y esto es algo que a mí me preocupa mucho, porque a los chicos se los responsabiliza de cosas que deciden adultos y pareciera que en Argentina no hay delincuentes adultos, o son todos menores de edad- tenemos otro argumento para pensar.
-Hace unos días estuvo en Río Negro con el periodista Héctor Ruiz Núñez, quien contaba que la imagen del poder judicial en la opinión pública es mala. ¿Qué poder cree que tiene usted para cambiar esa imagen? ¿Qué cambió con la llegada de dos mujeres a la Corte?
-Lo que no dijo Ruiz Núñez es que la imagen de la Corte está muy bien. La gente me para por la calle, me saluda, me felicita. Pero, cuando se pregunta a la gente qué piensa del Poder Judicial, contesta positivamente un 18%, un porcentaje miserable; pero llamativamente, si le preguntamos qué hace cuando tiene un problema, contesta que va a la Justicia. Y dos mujeres en la Corte cambiamos muchas cosas. El trato en la Corte es diferente, el lenguaje ha cambiado, las actitudes, hay más amabilidad, más alegría y hemos iniciado cosas que no se hicieron nunca, como la oficina de violencia doméstica, que fue una idea de Elena, una oficina que funciona a pleno los 365 días del año. Trabajamos a pleno desde hace dos años. Funciona y funciona muy bien. Ahora estamos haciendo seminarios en todas las provincias para extender esta experiencia. Dijimos: si nadie se ocupa de estas mujeres víctimas de violencia, nosotras nos tenemos que ocupar. Empezamos con voluntarios. ¡Hicimos concursos!, otra cosa que cambiamos, sacar los "concursos a dedo". Yo me hice cargo del Cuerpo Médico Forense, en estado calamitoso y sin un reglamento, y ahora Elena (Highton) se está ocupando de los peritos contadores y todo esto se hizo porque las dos mujeres nos arremangamos y dijimos: "Hay que hacerlo".
-Hablando de fallos, la Corte rechazó revisar la condena de Romina Tejerina. Llamó la atención su voto en tal sentido, tratándose de una jueza que mantiene una postura histórica con respecto al aborto.
-Ésta es la confusión de todo el mundo. Acá no hubo un aborto. Nació una criatura. Además, vivió tres días. Por otra parte, ese recurso nunca debió llegar a la Corte. Hace unos años se suprimió del Código Penal la figura del infanticidio y éste fue un caso, y si hubiese existido tal artículo, le hubiese tocado una pena menor?
-Si se aprueba la reforma del Código Penal que vuelve a introducir la figura del infanticidio, ¿Romina Tejerina se verá beneficiada?
-Sí, porque es una ley más benigna.
-Hablando de fallos polémicos ¿el padre Grassi debe estar preso?
-No puedo hablar de eso porque el caso puede llegar a la Corte.
-¿Qué fallos la enorgullecen?
-Me enorgullece mi trabajo.
-¿Es partidaria de penalizar a los clientes-prostituyentes como se hace en Suecia?
-Sí, pero hay otro problema con el tema prostitución, que es el tema de la trata. Estamos intentando convencer a juzgados, a jueces y fiscales sobre el modo de tratar a la víctimas del delito de trata. El cliente debiera ser penado, porque es partícipe de mantener a la mujer en situación de inferioridad, de indefensión y de vulnerabilidad. Pero no todo debe pasar por el Código Penal. Tampoco quiero que la Justicia penal sirva para resolver todos los problemas. Hay muchísimos casos en que es absurdo que se apele al Código Penal.
-Hace unos días la relatora de la ONU en temas de trata dejó un informe bastante duro sobre el crecimiento en el país de esta problemática ¿Cómo cree que se debe combatir?
-El tema es cómo la combatimos. Las organizaciones de trata son organizaciones muy poderosas. Yo creo que el tema de la trata hay que instalarlo en la sociedad. Es imprescindible instalar el tema, no lo veo instalado. Y es importante dejar de repetir que tenemos programas magníficos para la trata si los programas no tienen presupuesto ni personal especializado ni refugios para las víctimas. Necesitamos un mayor control, pero para eso necesitamos presupuesto, debemos disponer de medios, de medios y de tiempo.
-¿Cómo se definiría Carmen Argibay?
-Como una loca suelta (risas).
(*) El panel federal que entrevistó a Carmen Argibay en el rectorado de la Universidad Nacional de La Plata estuvo conformado por seis periodistas de la red PAR: Liliana Hendel y Mariana Carbajal de Ciudad de Buenos Aires, Marcelo Pereyra de provincia de Buenos Aires, Susana Yappert de Río Negro y Neuquén, Marta César de Salta y Mónica Molina de La Pampa.
SUSANA YAPPERT
sy@fruticulturasur.com