Para Carlos Escudé se trata de una decisión que, por ajustada a la realidad, implica una resignación no perturbadora: Argentina necesita aceptar que la gravitación excluyente de Brasil en el Cono Sur es irreversible y creciente sin más.
Según el sociólogo Vicente Palermo -con cátedra en la Universidad de São Paulo y uno de los argentinos que con mayor rigor han seguido paso a paso la administración Lula-, Brasil "tiene muy baja voluntad de tener intervención política hegemónica en la región". Pero coincide con Escudé en que "aspira a un liderazgo" en esta parte del continente "pero -acota- un liderazgo por gravitación" de su poder.
-Yo no me imagino a Brasil sin tener muy junto a Argentina? Somos los dos, no podemos ser uno y uno- reflexionó días atrás Lula ante un grupo de corresponsales extranjeros con base en Brasilia.
Rubens Ricupero es toda una leyenda en Itamaraty, usina de ideas de decisiva influencia en el forjamiento de políticas nacionales de su país. Muy estimado por Raúl Alfonsín, fue Ricupero quien se encargó en los 80 de consolidar la firme relación entre aquel presidente y su par brasileño José Sarney.
En el 2000, recuperaba una anécdota para fundamentar ese desconocimiento:
-En el 85 llegué a Buenos Aires acompañando a quien en marzo iba a asumir como presidente de Brasil, Tancredo Neves (murió antes de llegar al poder). En un almuerzo en la nuestra embajada, estuve sentado junto a Jorge Luis Borges. Conversé más de dos horas con él. Me llamó la atención que no conociese nada de Brasil? Hablamos más de Portugal que de nuestros dos países.
¿Pero cómo marchar desde Argentina a ese punto con un vecino de 180 millones de seres, convertido en la octava economía del mundo, con inmensa capacidad para construir políticas nacionales cuya sustentación en el tiempo le garantiza imagen de Nación previsible y con el cual nuestro país mantiene desde hace años un déficit comercial anual promedio superior a los 34.000 millones de dólares?
Vicente Palermo encuadra la respuesta desde lo tangible en materia de vínculos entre los dos países. Veamos:
? La única forma de que Argentina pueda sacar provecho para posicionarse ante Brasil es que éste saque provecho de la relación. Brasil no va regalar nada. Hay una asimetría. Hay que asumir que esa asimetría existe, que hoy es más grande que nunca. Hace 15, 20 años no se notaba tanto, pero se ha hecho patente.
? Argentina tiene que ser suficientemente inteligente para evitar que Brasil nos deje de lado. Queremos cooperar, ser un socio útil, pero necesitamos encontrar una forma en la cual Brasil nos preste atención. Esta forma se tiene que trabajar en el tiempo, con inteligencia, con paciencia.
A la hora de proponer caminos para lograr estos objetivos, Palermo sostiene en recientes declaraciones a "El estadista" que "hay que poner sobre el tapete prudentemente una cantidad de cuestiones: el interés brasileño de ser un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, por ejemplo. Ése es un tema que debemos administrar con inteligencia. Sirve de poco decir ´nosotros nos oponemos, tiene que ser rotativo´. Una cosa que le pueda servir a Brasil y le sea útil a la Argentina hay que negociarla".
Y sobre la carencia de una cultura inteligente por parte de Argentina para el manejo de su vínculo con Brasil también pivoteó un reciente trabajo del Centro de Estudios de la Integración y Desarrollo (Cindes). Sostiene que hay un equilibrio bajo en lo que hace al tratamiento de la agenda, fundamentalmente la económica. "Adolece -dice el documento- de una ausencia de objetivos estratégicos y no existe ni una agenda ni mecanismos de gestión que tengan como propósito llevar la relación de la situación actual a un nuevo nivel en el mediano y largo plazo. La agenda comercial es administrada día a día a través del tratamiento puntual de conflictos con el propósito de mitigar los estragos causados por medidas comerciales unilaterales".
Para Carlos Escudé, a pesar de problemas y desinteligencias puntuales, Argentina y Brasil mantienen, con nivel de crecimiento aceptable, la política de cooperación e integración que comenzó en el 79 con el acuerdo de Corpus-Itaipú y regímenes militares en las dos naciones. Pero Escudé acota:
-Hoy lo que debemos hacer los argentinos es dejar de pensar en términos retóricos para vincularnos con Brasil? Hay que pensar en cuestiones concretas.
-¿Pensar en qué y en qué no?
-Debemos evitar -responde Escudé- pensar en "grandes ligas globales". El PBI brasileño representa la novena parte del PBI de los Estados Unidos. Lo de Brasil no es poca cosa, pero es apenas un poquito más que España (que tiene mucha menos población) y bastante menos que Italia (que también tiene mucha menos población). Así que no es cuestión de caer en exageraciones cariocas, tan parecidas a las porteñas de antaño. Más allá de esa observación, la Argentina debe posicionarse ante Brasil con una actitud constructiva, lo que en la teoría de juegos se llama un "juego de suma positiva". Si ellos ganan dos y nosotros ganamos uno o viceversa, los dos ganamos: la ganancia total es de tres, no es de uno menos dos, es decir de menos uno, lo que sería un "juego de suma negativa" .
En fin, apuntes sobre una larga historia que relacionó a ambos países más desde la sospecha e hipótesis de conflicto que del entendimiento. Pero historia que desde hace dos décadas viró y sigue virando hacia esto último: el entendimiento.
CARLOS TORRENGO