Los que en esta tierra, que nos cobijó y nos dio la libertad de poder continuar con nuestra cultura y su idioma, todavía hablamos el alemán sabemos del tema. Cómo no saber de él si forma parte de nuestra identidad y su pesada herencia. En pequeños indicios y frases dichas al pasar, la guerra ideológica todavía está presente hoy en esta aldea, que fue antaño nostálgico reducto de los simpatizantes del régimen. Aquí, entre los remanentes de la última gran guerra, nací y me crié.
Desde mi temprana niñez recuerdo que en casa recibíamos los diarios alemanes de Buenos Aires, que en su contenido e historia no eran inocentes. "Die Freie Presse" ("La Prensa libre") se llamaba uno, otra "La Plata Ruf" ("El grito del Plata"), una revista más radical, y "Argentinisches Tageblatt" otro más (1).
Sobre este último pesaba algo así como una maldición y se lo catalogaba con desprecio como "Judenblatt", el "pasquín judío". Cuando con algún reducido grupo de alumnos del colegio alemán local concurríamos a la Fiesta de la Juventud que organizaban los colegios alemanes de la Argentina en Buenos Aires, lo mismo se murmuraba del Colegio Pestalozzi: "Es el colegio de los judíos" (2).
Las esporádicas apariciones de revistas alemanas de actualidad en las casas de familia eran tratadas como exponentes de la "justicia de los vencedores", que en Europa estaban sometiendo a Alemania a una nueva filosofía económica y política que no compartían. ¡Ni que hablar del Holocausto! Eso era una exageración de la prensa judía. En cuanto a los diarios, el "Tageblatt" finalmente quedó solo y todos tuvieron que contentarse con leerlo, adaptándose a regañadientes a los nuevos tiempos. Como prueba, basta con leer las más variadas noticias, que con la firma de Erich Priebke, describen las festividades con visitas de diplomáticos que se realizaban en la escuela alemana, refundada en 1953, a lo largo de los años.
De la francmasonería y la política mundial se ocupaba en Bariloche Juan Maler y sus libros escritos en alemán, de clara filiación neonazi y alto contenido antisemita, adornan las bibliotecas de muchas familias de habla alemana de la ciudad. Acorralado por los periodistas, fue luego el delator de Priebke.
De folletos y panfletos revisionistas, negacionistas y neonazis de circulación restringida, ni que hablar. Aparecen y desaparecen como por arte de magia. El último que tuve en mis manos casualmente era una apología del obispo negacionista Williamson. Llama la atención la poca preocupación que ante ello demuestran los representantes de Alemania en el país. El caso de Wilfred von Oven, secretario de Goebbels y negador empedernido de la existencia del Holocausto, es revelador. Su obituario luego de su muerte en Argentina, en el 2008, fue incluido en la Memoria de la Federación que nuclea a las organizaciones alemanas en Argentina sin crítica alguna y destacando su accionar periodístico local en la "Freie Presse" y "La Plata Ruf", elogiando "su estilo especial y punzante que se refleja también en sus distintos libros".
En aquellos años, para los que intentábamos una reflexión seria sobre lo sucedido, como estaba ocurriendo en Alemania, se nos cerraban las puertas. Era difícil desprenderse de la atmósfera general y todavía lo es hoy. Claro que entre nosotros había también algunos desencantados, que junto a unos pocos alemanes judíos eran franca minoría. No existió aquí nada parecido al movimiento que en Buenos Aires se llamó La Otra Alemania. Los pocos que dudaban y se hacían preguntas sobre la verdadera dimensión de la tragedia general de la guerra y el genocidio judío callaban por compromiso y por esas otras cosas de pueblo chico en el que todos se conocían. Una sola vez mi madre se aventuró a decirme: "Es una barbaridad lo que hicieron con los judíos". Casi podríamos decir que en esta guerra ideológica que se dio en las comunidades alemanas de la Argentina, y que todavía no ha terminado, Bariloche, con su historia de simpatías non sanctas y con el Caso Priebke a cuestas, es la antípoda del movimiento de La Otra Alemania, que ocurrió principalmente en Buenos Aires.
Sin embargo, detrás del silencio casi enfermizo de la comunidad de habla alemana local sobre estos temas, la guerra ideológica existía y sobrevive todavía hoy. Para ejemplificarlo y para demostrar que en la vieja aldea esto era de público conocimiento, recordemos la anécdota de un habitante de origen inglés que, al ser preguntado en los años 90 ( durante el proceso al capitán de la SS Erich Priebke) si había tenido a lo largo de su vida algún problema con la comunidad alemana de Bariloche, respondió: "Nunca, porque los problemas, en realidad, los tienen entre ellos".
(1) La "Freie Presse" dejó de publicarse en el año 1977 y "La Plata Ruf", que en realidad era una revista mensual, también dejó de existir en la misma época. Sólo el "Argentinisches Tageblatt" sigue existiendo en la actualidad, con una fuerte subvención de organizaciones y empresas alemanas.
(2) Existe una excelente historia de este colegio alemán, escrita por Hermann Schnorbach y publicada en el año 2005: "Por ´La Otra Alemania´. El Colegio Pestalozzi en Buenos Aires (1934-2004)".
HANS SCHULZ