NAIROBI/KAMPALA (DPA).- Sólo querían ver el partido y celebrar el resultado de la final del Mundial de Fútbol junto a otros aficionados. Pero entonces llegaron las bombas, la muerte y la destrucción. No en Sudáfrica, sino en la capital de Uganda, Kampala.
Poco después de que detonaran las bombas, que les costaron la vida a al menos 74 personas, el jefe de policía Kale Kayihura dijo que las pistas se dirigían a Somalia, especialmente a Al Qaeda. "Lo planearon bien y querían matar al mayor número de personas posible", aseguró en el lugar de los hechos, un club de rugby en el que se habían reunido más de un centenar de personas. La televisión mostró el alcance de lo ocurrido en el club deportivo y en un restaurante etíope muy popular entre los extranjeros: ambulancias, lágrimas, gritos, caras destrozadas y sillas blancas deformadas por la explosión y cubiertas de sangre. Horas después, la milicia islamista Al Shebab asumía la autoría de los atentados, según el canal de televisión Al Jazeera. "Nuestros luchadores han causado las explosiones en Kampala, como se pretendía. Llamamos al pueblo ugandés a influir sobre sus líderes para detener las masacres en Somalia, pero no quisieron escuchar", aseguró el portavoz de Al Shabaab Ali Muhamed Rage. Este grupo había llamado hace tan sólo una semana a cometer ataques en Uganda y Burundi.
Ambos estados de África oriental proporcionan los cerca de 5.000 soldados de las tropas de paz de la Unión Africana (AU) en Somalia. Sin estos efectivos, el gobierno somalí de transición del islamista moderado jeque Sharif Ahmed no podría luchar contra Al Shebab y otros grupos islamistas. Ya en varias ocasiones los puestos de control y los cuarteles de las tropas de paz en Somalia sufrieron ataques. Además, en Uganda se forma con apoyo de la Unión Europea a cientos de soldados somalíes.