Cuando en la carpa política se habla de las elecciones presidenciales del 2011 se comienza, se sigue y se cierra siempre hablando del peronismo. ¿Única opción de poder? No.
Pero, sistema político dentro del sistema político, al reflexionarse sobre el proceso electoral la gravitación del peronismo torna monocolor toda especulación. Ya sea por su poder, por su controlada fragmentación o por el estilo que le imprime a discurso y la acción política, el peronismo domina el análisis.
Un mandato facilitado por el errático andar de la oposición, tanto se defina desde la disidencia en el frente interno peronista como la que se corporiza vía el resto de las fuerzas políticas.
-Es difícil comprobar la existencia de proyectos comunes en la oposición -señala María Pía López, socióloga y autora de interesantes ensayos sobre las ideas políticas en Argentina.
Luego acota:
-Hay ciertas tendencias opositoras que modificarían las actuales políticas económicas. Una tendencia plantea una revisión del vínculo con las instituciones financieras externas e internas -tanto el peronismo disidente como el radicalismo planifican una reposición del poder de esas instituciones- y de la acción respecto de las paritarias salariales -algo que nadie se atreve a plantear pero que parece el resultado de la idea de que la discusión salarial es un factor inflacionario-. Otra tendencia, ocupada por la oposición de centroizquierda, se liga más a la apuesta por el mercado interno y a la gestión nacional de los recursos energéticos y mineros -explica.
Y concluye: "No es ilógico pensar que cualquiera de las dos tendencias chocaría con fuerzas sociales o económicas para poder realizar esos cambios. Porque no parece posible, salvo un escenario de profunda crisis, una suspensión de la conflictividad laboral y de la puja salarial y tampoco sería sencilla una transformación profunda de las políticas de desarrollo" desplegadas hasta el momento.
Y, otro dato: el peronismo llegará a las elecciones sin un líder excluyente. Dominante. Ejerciendo poder sobre el conjunto de la fuerza sin que nadie chiste.
-No lo encuentra porque no lo tiene -sostiene el sociólogo Manuel Mora y Araujo. Luego acota:
-Los que son hoy presidenciables no tienen esas características. Tampoco es posible construir liderazgos apelando a criptoperonistas como Francisco de Narváez o Mauricio Macri... la sola idea de que el peronismo pudiese recurrir a extrapartidarios para asegurar un triunfo electoral refuta el concepto de un peronismo sometido a liderazgos dominantes en forma terminante sobre el conjunto, algo que ni siquiera tiene Néstor Kirchner.
Lo que queda por definir
Y está, claro, la estereotipada disidencia que desde el peronismo busca tacklear al kirchnerismo.
Todo el peronismo no K tiene voluntad de lucha, pero también problemas sobre los que contiene el aliento. En su versión Peronismo Federal -el más dinámico en el marco de la disidencia- hay decisión de tener un único candidato a la Rosada. Pero le resta definir dos cuestiones que hablan de brasas muy calientes.
Una: el procedimiento vía el cual saldrá su aspirante.
Dos: si participará o no en las internas abiertas mediante las cuales el PJ debe elegir su candidato a presidente de la Nación.
Mientras la disidencia patea hacia adelante esas dos definiciones, el kirchnerismo mantiene la iniciativa en la geografía política con independencia de toda preocupación por la calidad de la gestión. En uno de sus habituales ensayos de seguimiento de la coyuntura política argentina, Godio sostiene:
* Hoy el kirchnerismo achicó la pérdida temporal de la hegemonía estratégica que le había infligido la elección de junio del 2009.
Esto se debe a que la economía, enfilada nuevamente hacia el crecimiento, se ha reencontrado con el gobierno.
* El kirchnerismo no ha logrado todavía constituir una gran convergencia sociopolítica. Es su principal debilidad. Pero ningún dirigente del Peronismo Federal puede arrogarse la representación del PJ. Tampoco ha logrado el Peronismo Federal mejorar su capacidad de alinear a gobernadores, intendentes y legisladores.
* El kirchnerismo se ve favorecido por las contradicciones que son propias de la oposición, a la que le cuesta generar credibilidad. Es más: en algunos partidos de la oposición, como en la UCR, se ha afianzado una línea que comparte muchas ideas del gobierno actual y que no aceptaría ser furgón de cola de la nueva derecha.
* Dentro de la oposición de centroderecha surgen diferencias, porque el Peronismo Federal no desea quedar subordinado al proyecto neoliberal-empresario del PRO y su líder Mauricio Macri. La nueva derecha no peronista, hegemonizada por el PRO, tiene en Macri un liderazgo que conserva sólo en Capital Federal. No logra asumir alguna modalidad de liderazgo ni el peronismo ni la centroizquierda liberal-social. Macri no logra superar la barrera del 17% del electorado nacional, a juzgar por las últimas encuestas.
El enigma sobre la suerte electoral que correrá el peronismo disidente recorre el espinel político sin solución de continuidad en relación con la incertidumbre que genera entre los analistas políticos.
Para otro sociólogo -Ricardo Rouvier-, al peronismo disidente le resta mucha construcción de poder para cumplir con sus dos objetivos: "Derrotar al kirchnerismo -o sea, según ellos, recuperar el peronismo del desvío kirchnerista- y ganar la presidencial del 2011".
Godio y Rouvier coinciden entonces en una advertencia: fraccionado como deambula el peronismo disidente es posible que a la hora de acelerarse la carrera electoral pierda espacio en favor de una tercera fuerza. ¿Cuál? La que lidere la UCR e integren el Partido Socialista y quizá la Coalición Cívica.
Rouvier acepta que, de todas maneras, si se reflexiona al peronismo como un todo hay que concluir que desde lo electoral sigue siendo la fuerza con mayor gravitación. Máxime si se lo compara, por caso, con la que durante décadas fue su adversaria más dura, la UCR, cuyo desplome de sufragios a partir de 1999 desciende a velocidad uniformemente acelerada.
Sin el poder de antaño
De todas maneras, Rouvier está convencido de que el peronismo ya no tiene el poder electoral de antaño, conclusión que funda en un análisis minucioso de los procesos electorales para presidente que signan la transición. "Desde la recuperación de la democracia -escribe- hasta la fecha hubo seis elecciones presidenciales y el peronismo ganó cuatro, obteniendo un promedio de alrededor del 32% de los sufragios. Sin duda este promedio está por debajo de la media obtenida en las elecciones anteriores al 76, lo que significa que el peronismo ha perdido parte de capital electoral".
Y suma Rouvier: "Desde 1973, el PJ ha tenido un claro predominio electoral, con algunas excepciones, y éstas ocurren cuando la fuerza no expresa claramente la necesidad de cambio del colectivo social y está demasiado comprometida con lo que se quiere superar. Raúl Alfonsín obtuvo un sorpresivo y claro triunfo sobre el PJ asociado a la ingobernabilidad de Isabel y a la violencia pregolpista. Luego el peronismo se recuperó y superó con amplitud la marca del 40% en el 89 y en el 95, con Menem a la cabeza, y en el 99 estuvo un poco por debajo de esa performance, sufriendo una derrota a manos de la Alianza que representó en las urnas la finalización de los 90. Por último, Cristina alcanzó la presidencia con el 45,29% como reconocimiento a la necesidad de una continuidad del primer gobierno kirchnerista".
Y en el marco de las especulaciones sobre por dónde irán los pasos del peronismo o los peronismos en relación con las urnas del 2011, el tema suele rozar el Mundial de Fútbol hoy ya entrando en su etapa final.
¿Puede el kirchnerismo capitalizar políticamente un Argentina campeón?
-No se puede capitalizar políticamente un campeonato de fútbol. Pasa algo curioso. La idea de capitalización está tanto en la cabeza de los políticos como en la de los públicos. La clase política quiere ver cómo sacar algún rédito de este espectáculo mientras que los públicos piensan que los políticos querrán usar el Mundial para sus intereses. Entonces, se dicen a sí mismos que a ellos no lo usarán. Detrás de la fantasía del uso político de un partido de fútbol hay un fuerte etnocentrismo y desprecio por la sociedad -sostiene Pablo Alabarces, doctor en sociología por la Universidad de Brighton, Inglaterra.
-Videla -recuerda el académico- quiso hacer un uso político del Mundial del 78, pero la dictadura no ganó más legitimidad por el campeonato. La dictadura ya tenía una dinámica propia, una solidez producto de consensos que se habían generado con anterioridad. Un dato: un año después de aquel Mundial, lo chiflaron al dictador Viola en la cancha de Rosario.
¿Qué peronismo será chiflado en el atardecer de las presidenciales de octubre del 2011?
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com