WASHINGTON.- El desmantelamiento en Estados Unidos de una red de agentes que trabajaban para Rusia muestra que el espionaje sigue siendo una práctica arraigada en los ex enemigos de la Guerra Fría, aunque son métodos de dudosa eficacia y obsoletos, a juicio de varios expertos.
"Me parece ridículo. De hecho, les pagaban para estar de vacaciones, llevar la gran vida sin dar mucho a cambio", estimó Mark Katz, experto en política exterior rusa en la Universidad George Mason, en referencia a las cinco parejas detenidas el domingo en varios lugares de Estados Unidos.
El FBI investigó durante siete años a los individuos, algunos de ellos instalados desde hace 30 años en Estados Unidos y encargados de infiltrarse en los círculos políticos.
Los expertos insisten en que estos sospechosos no han sido inculpados por espionaje sino que por ahora sólo se les acusa de ser agentes de Rusia sin haberlo declarado.
"Esto se parece mucho a una novela de John Le Carré de 1974 con una dosis de internet y de microordenadores", consideró Olga Oliker, analista de política internacional para el instituto de estudios Rand Corp.
Micrófonos escondidos, bolsas de dinero intercambiadas, transmisiones codificadas: el caso de los presuntos espías tiene todos los ingredientes de una novela de espionaje de otra época.
"Lo que me impresiona es que era una operación muy organizada, muy planificada, y que aparentemente reportó muy poco" a Rusia, destacó Oliker. "Son muchas inversiones para un pobre resultado", añadió.
Una burocracia muy cara
Varios especialistas ven en el caso las secuelas de la antigua burocracia o, como lo escribió un alto funcionario del departamento de Estado, un "vestigio" del pasado que no pone en duda la reactivación de las relaciones bilaterales de los últimos 18 meses.
"Es el reflejo de una inercia burocrática", conjetura Mark Katz. Los soviéticos y luego los rusos "habían invertido en esta operación. Negándose a reconocer su inutilidad, siguieron financiándola, pese a que no rendía nada", afirmó el experto.
Lo que sorprende a Katz son los objetivos y la implantación de los "espías" lejos de Washington, cuando se supone que éstos deben frecuentar al personal político: "En Massachusetts, en Nueva Jersey, ¿a quién iban a conocer?", se preguntó.
El día elegido para los arrestos, el domingo, unos días después de la visita del presidente ruso, Dmitri Medvedev, a Estados Unidos y antes del cierre de la cumbre del G20 en Toronto, también genera dudas.
"Es totalmente inoportuno. Marca un divorcio con lo que Estados Unidos intenta hacer" al reanudar las relaciones con Moscú, estimó Olga Oliker. "Deberían haber gestionado el asunto con mucha más discreción", agregó.
Con todo, el desmantelamiento de la red muestra "que Rusia sigue espiando a Estados Unidos, al igual que otros como China, Cuba, Corea del Norte o Irán", puntualizó Ariel Cohen, del instituto de estudios Heritage Foundation.
ROB LEVER VIRGINIE MONTET
AFP