Ricardo Alfonsín acaba de ganar la interna radical de la provincia de Buenos Aires el último domingo. Ya pocos dudan, tanto dentro como fuera del partido, que será uno de los candidatos a presidente de la república en el 2011.
En esta última interna, su discurso se basó en la necesidad de que el radicalismo nuevamente salga a conquistar la sociedad. Enfrentado a un radicalismo como el de Moreau y Storani, más cerrado sobre sí mismo, Alfonsín -como su padre en 1983- está decidido a pergeñar una estrategia que lo lleve al sillón de la Rosada.
Pero, ¿cuál es el radicalismo de Ricardo Alfonsín? ¿Qué partes de la tradición partidaria reivindica?
Las tradiciones, sabemos los historiadores, siempre son selectivas. El radicalismo que Ricardo Alfonsín reivindica es el radicalismo de su padre y es el de Balbín. Un radicalismo que recupera como antecedente primordial la experiencia histórica del yrigoyenismo, que cuestiona como un error las decisiones de la conducción política partidaria de las décadas de 1930 y 1940 y que no entiende cómo importantes sectores de la sociedad no acompañaron la presidencia de Illia.
Es un radicalismo que suscribe los logros sociales de "los años peronistas" pero que juzga desacertado el personalismo autoritario de Perón, como sostuvo Raúl Alfonsín en su libro "La cuestión argentina", de 1980. Un radicalismo que sigue haciendo eje en una ideología de carácter cívico, como en sus orígenes cuando se opuso a los sectores considerados minoritarios de la sociedad y que todavía -en este último libro- Raúl Alfonsín estigmatiza como "la oligarquía".
No es el radicalismo de Alem -excelentemente descripto por Ezequiel Gallo en su último ensayo biográfico sobre éste- ni es el radicalismo de Alvear. Como ha señalado Gallo, a pesar de que se siguen conservando los retratos de Alem en los locales partidarios, ese fragmento de la tradición radical, más identificada con el liberalismo decimonónico, ha tenido pocos herederos. Tal vez el último de ellos sea Ricardo López Murphy, pero ya hace un cierto tiempo que no pertenece más al partido radical.
El radicalismo de Ricardo Alfonsín pretende, entonces, retomar esos fragmentos de la tradición partidaria. Encarna un discurso que sobre todo prioriza la cuestión republicana y la cuestión social.
Ricardo Alfonsín se imagina la figura que puede llegar a consolidar un amplio espacio socialdemócrata en los próximos meses en la Argentina y que el periodismo ha dado en llamar "pan-radicalismo".
Tal vez no le alcance con vestir los trajes de su padre.
Tal vez debería esforzarse por escribir su propia "cuestión argentina".