La guerra de Estados Unidos contra las drogas desde hace 40 años ha costado un billón de dólares y miles de vidas. Y, ¿para qué? El consumo de drogas sigue como si nada y la violencia es cada vez más brutal y generalizada. Hasta el encargado de la lucha contra las drogas Gil Kerlikowske lo admite. "(La guerra) No ha sido un éxito", comentó el funcionario. "Después de 40 años, el problema se ha agravado".
El presidente estadounidense Barack Obama anunció una nueva estrategia esta semana, que trata el consumo de drogas como un tema de salud pública y se enfoca en la prevención y el tratamiento.
Paralelamente, no obstante, su gobierno aumentó a niveles récords los fondos destinados a la confiscación de cargamentos y a las fuerzas de seguridad. Este año, esos programas se llevarán 10.000 millones de dólares de los 15.500 millones del presupuesto para la lucha contra las drogas.
Kerlikowske dice que "nunca abordamos el problema de las drogas de una forma holística. Arrestamos al traficante, pero no hacemos nada con los adictos´´.
En 1970, los hippies fumaban marihuana y consumían ácido. Los soldados estadounidenses que regresaban de Vietnam eran adictos a la heroína. El impopular presidente de Estados Unidos Richard M. Nixon decidió librar entonces una guerra que podía ganar.
El economista de Harvard Jeffrey Miron dice que el único resultado tangible de la guerra contra las drogas es un aumento en los homicidios. "No reduce el consumo de drogas y cuesta una fortuna", afirma.
En 1970 los promotores de la guerra arguyeron que, si se reforzaban las medidas de seguridad en la frontera con México, se frenaría el ingreso de drogas. Desde entonces se crearon puestos de control y se apeló a agentes, perros que detectan drogas, cámaras, sensores e incluso aparatos aéreos no tripulados. Incluso se erigió un muro de California a Texas.
Nada de esto frenó el flujo de drogas. La Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas dice que todos los años se venden unas 330 toneladas de cocaína, 20 toneladas de heroína y 110 toneladas de metanfetaminas en EE. UU. y que casi todas esas drogas llegan al país a través de la frontera sur. La venta de marihuana también aumentó.
El sistema judicial está desbordado por la cantidad de detenidos, al punto de que el año pasado los fiscales desistieron de encausar a 7.482 personas porque no daban abasto. El Departamento de Justicia estima que "el sistema judicial está recargado, el sistema de atención médica no da abasto, hay pérdida de productividad y destrucción del medio ambiente", todo lo cual le cuesta al país 215.000 millones de dólares.
MARTHA MENDOZA
AP