LA HABANA.- Agobiados ya por las carencias y embrollos de su vida diaria, los cubanos se ven confrontados con hacer más "sacrificios" demandados por el gobierno de Raúl Castro para enderezar la economía como tarea crucial para la continuidad de la revolución.
Más allá de la muestra de fuerza en la masiva marcha del 1º de Mayo con que Raúl Castro llamó a rechazar críticas internacionales sobre derechos humanos, el líder de la Central de Trabajadores (CTC, única), Salvador Valdés, planteó un difícil panorama económico.
Sin discurso del presidente, Valdés fue quien pidió en el desfile del sábado en la Plaza de la Revolución "extraordinarios esfuerzos y sacrificios" en apoyo a la "actualización" del modelo económico de la isla comunista.
"¿Más sacrificio? ¡Imagínate tú! No soy de los que se quieren ir del país, pero se necesita dinero para no pasarla mal aquí. Todo está por las nubes", se quejó Rosalía, ex terapeuta física de 43 años que dejó su empleo estatal y se gana la vida dando servicio a domicilio.
El Día del Trabajo se celebró en momentos en que Raúl Castro aplica medidas drásticas para enfrentar los efectos de la crisis económica mundial, el embargo estadounidense, las secuelas del período de penurias que causó el desplome del bloque comunista e ineficiencias propias de una economía un 95% controlada por el Estado.
"El sistema social más eficiente es el socialismo, pero el sistema económico más ineficiente es el socialista. Raúl debe preocuparse por la agricultura -el talón de Aquiles- y por estimular al empleado porque aquí, a conciencia, nadie trabaja", dijo José Abreu, revolucionario de 63 años, financiero de una granja de las afueras de La Habana.
Raúl Castro, quien tomó en el 2006 el relevo de su hermano Fidel Castro cuando enfermó, admite la necesidad de revalorizar el trabajo pues, aun con salud, educación gratis y alimentos subsidiados, un salario mensual de 20 dólares no alcanza en una economía con moneda doble donde muchos productos se venden en divisa.
Se propone también eliminar subsidios y gratuidades "excesivas", los robos al Estado que nutren un gigantesco mercado negro, el derroche de recursos, la vagancia y más de un millón de empleos sobrantes en un país de abultada burocracia. De los 4,9 millones de trabajadores, en una población de 11,2 millones, cuatro millones son empleados del Estado. Por medio siglo rigió una política paternalista de empleo y oficialmente apenas se reporta el 1,7% de desocupación.
Aunque Valdés pidió "conciencia" de que el reordenamiento laboral tocará "a todos" y el gobierno dice que nadie quedará "desamparado", hay inquietud pues Raúl Castro advirtió sobre la "falta crónica" de constructores y agricultores, en un país altamente dependiente de las importaciones, sobre todo de alimentos.
"Nos iremos para la casa, porque yo al campo no me voy", dijo Lisset, una veinteañera que trabaja en una oficina municipal del instituto de vivienda.
Valdés evocó un discurso de Fidel Castro de hace diez años, cuando dijo que revolución "es cambiar todo lo que debe ser cambiado", y otro reciente de Raúl sobre la necesidad de "romper dogmas" y "transformar el modelo económico".
"La batalla económica (...) es como nunca antes tarea vital para preservar nuestro sistema social", dijo.
A Lourdes, de 52 años y empleada de un centro de estadísticas, le preocupa la progresiva eliminación de comedores obreros porque allí comía gratis en su trabajo y, como amiga de una cocinera, "resolvía" hasta para llevar a casa.
"Yo estoy muy descontenta. El gobierno descuidó lo económico y ahora están apurados, apretando: están pidiendo a Dios por la boca de un güiro", dice Nuris, ex operadora de una radioemisora, de 59 años.
ISABEL SÁNCHEZ