"Bajo fondo: otro término de época. ¿En qué consiste el bajo fondo? En un ´confuso montón de elementos residuarios de toda especie y de todo origen´, según el criminólogo más empeñado en hacer el compendio de su composición objetiva, Francisco de Veyga. En su uso habitual, la expresión alude a una combinación turbia de lugares y personajes que pululan en esos lugares, que se depositan como punto de llegada de una caída social. Todos están asociados de alguna manera a la ilegalidad, por su práctica delictiva, su asociación con delincuentes, sus vicios, su degradación moral o -más frecuente- por la misma dificultad de intelección que destilan sus redes interpersonales. ¿Dónde está el bajo fondo? No es un lugar preciso, sino más bien un agregado de escenas y personajes de la imaginación urbana. Algunos salen de la crónica policial, otros del informe criminológico, otros de los folletines de detectives o misterios de la ciudad traducidos del inglés y el francés, otros de los rumores en torno a éste o aquel caso. (...) El bajo fondo porteño se mezcla con el de otras ciudades, pero no faltan puntos de referencia que son identificables. Los hay en el centro, como el famoso café Cassoulet, en Viamonte y Suipacha, ´paradero nocturno de todos los vagos de la ciudad y famoso entre gente maleante´. Hay prostíbulos para los ricos y los menos ricos en la zona de Plaza Lavalle. Otros -´piringundines´ de mala muerte, cafés, hoteles de un peso, fondas, pensiones - se diseminan en las inmediaciones portuarias, clásico centro irradiador de ´bajo fondo´. Zonas borrosas entre ciudad y puerto, entre ciudad y pampa. (...) El arrabal que años más tarde inspiró tantas fantasías malevas al joven Borges también pertenece a esta ciudad, que en partes reluce y en partes se eufemiza".
(Lila Caimari en "La ciudad y el crimen. Delito y vida cotidiana en Buenos Aires, 1880-1940", Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009, págs. 56, 57 y 58)