A partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) Continua del conglomerado urbano Neuquén-Plottier para el segundo trimestre del 2004 y del 2009, podemos apreciar que la dinámica entre los jóvenes entre 18 y 25 años no fue muy beneficiosa para los integrantes de este grupo etario. La cantidad de desocupados creció un 66,5%, mientras que el total de éstos lo hizo en un 12%, variando su peso relativo en el conjunto de los desempleados de un 23 a un 32% entre el 2004 y el 2009.
Muchos de ellos tuvieron que abandonar sus estudios para ingresar al mercado de trabajo. El incremento de los ocupados que "sólo trabajan" creció un 40,5% en el período, contrapuesto a un escaso 9,7% de los ocupados que estudian, indicándonos que se fueron incrementando las dificultades económicas cotidianas de las familias. También se evidencia que la dinámica económica constituida no es muy proclive a incorporar mano de obra de estas edades. La tasa de desocupación abierta de estos jóvenes pasó de un 14,8% en el 2004 a un 18% en el 2009, mientras que la tasa promedio total para el conglomerado urbano se mantuvo entre el 9 y el 9,5% respectivamente.
Por último, quiero orientar la atención al subconjunto de jóvenes inactivos que estudian y a los que son sencillamente inactivos. Su peso relativo oscila cerca de la mitad de esa población: 51% en el 2004 y 46% en el 2009. Tanto los que estudian como los que no lo hacen disminuyeron su incidencia. Esto podría relacionarse con la necesidad de volcarse al mercado laboral. Si ahondamos un poco en las composiciones internas de los inactivos que estudian -el 39% para el 2004 y el 54% para el 2009 manifestaron que estaban cursando el nivel secundario- por las edades que analizamos nos indicaría un significativo aumento del peso relativo de sobreedad, mientras que el resto cursa el nivel universitario. O sea que un importante porcentaje de jóvenes, al disminuir su ritmo de finalización del nivel secundario, aumenta sus probabilidades de abandonar los estudios y tener que acceder al mercado de trabajo en condiciones de precariedad laboral. Pasaron de 3.901 en el 2004 a 6.204 jóvenes en el 2009, significando un aumento del 59%. Esto último no es solamente indicador de problemas económicos; este grupo etario está también atravesado por un plexo de determinaciones entre las cuales aparecen reflejadas las políticas públicas educativas que fluyen en la formación social neuquina.
Si sumamos estos jóvenes con sobreedad respecto del nivel educativo que cursan con los meramente inactivos, en el 2004 su incidencia fue del 29,8% y en el 2009, del 31,5%. Prácticamente un tercio de jóvenes cuya vida cotidiana se distancia de los ámbitos educativos y de las prácticas laborales y otros cuya cotidianidad no colabora con la sedimentación e incorporación de prácticas productivas, en su más amplio significado. Esto los aleja inexorablemente del mercado laboral vigente, generando prospectivas y horizontes de conciencia inciertas.