"Las condiciones eran terribles. No se podía entrar a las letrinas: los pisos estaban cubiertos de mierda líquida hasta la altura de los tobillos. El edificio daba a un enorme muro de ladrillos rojo. Era realmente como estar atrapado en el infierno. (...) El patrón de la casa no dejaba de repetirme: ´No olvides lo que son tus padres, no des problemas. Quédate quietecita ahí sentada y no andes metiendo tu nariz de espía donde no te incumbe´. Me volví retraída, me encerré en mí misma. Después de eso siempre me costó llevar una vida normal. Había pasado demasiado tiempo en el orfanato, donde había aprendido a no sentir nada".
(Relato de Inessa Bulat contenido en el libro. Inessa tenía tres años cuando sus padres -campesinos- fueron detenidos bajo el argumento habitual de ser "enemigos del pueblo". Con sus padres rumbo a la muerte, Inessa y su hermana de 11 años fueron destinadas a orfanatos; la primera a Leningrado, la segunda a Smolenk)