Hubo un tiempo en que Tomás Eloy Martínez puso los nervios de punta a los radicales. Fue en el 65, cuando arreciaba la ofensiva de ciertos medios de prensa destinada a desacreditar al gobierno de Arturo Illia. Ofensiva que abonaría el cultivo para el golpe de junio del 66 que terminó con aquella administración.
El abogado Emilio Gibaja es uno de los radicales que mantiene enojos por el rol que, a su criterio, cumplió Tomás Eloy Martínez en aquella campaña. Gibaja, 74 años, tiene forjada una dilatada trayectoria en la UCR, partido al que ingresó siendo muy joven. Como presidente de la FUBA, en los primeros años de la década del 50 militó en el antiperonismo duro, posición que le acarreó cárcel y tortura junto -entre otros dirigentes estudiantiles- a Félix Luna, por entonces titular del Centro de Estudiantes de Derecho.
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, Gibaja fue secretario de Información Pública. En dos libros de aparición en los últimos años, Gibaja recuerda muy mal a Tomás Eloy Martínez en relación a los días de Illia. En uno de ellos -"La Democracia Derrrotada. Arturo Illia y su época" (Edt. Lumiere, 2008), con prólogo de Marcos Aguinis y del que Gibaja es autor junto con el periodista Rodolfo Pandolfi- no se nombra a Tomás Eloy Martínez. ¿Cuál es el motivo del enojo?: una entrevista formulada por el periodista a la esposa de Illia, Silvia Martorell. "El reportaje fue hecho por Tomás Eloy y si nosotros ahora no lo nombramos es por? qué se yo? esas cosas", señaló Gibaja tiempo atrás a este diario.
La entrevista fue publicada en la edición del 17 de agosto de 1965. A juzgar de Pandolfi-Gibaja (págs. 79/80), tuvo como objetivo ridiculizar a la esposa del mandatario. Los autores del libro abundan en apreciaciones sobre la nota. "Silvia Martorell de Illia, una mujer enferma que moriría un año más tarde, fue elegida por la revista golpista ´Primera plana´ como blanco de ridículo. Se le hizo un reportaje siniestro mediante el sistema de textualizar en forma absoluta todo lo que decía, incluyendo los modismos argentinos y las observaciones marginales del momento", sostienen Gibaja-Pandolfi con abundancia de observaciones sobre la intencionalidad de la entrevista. Publican incluso el reproche que, por el estilo aplicado, le formula a Tomás Eloy Martínez días después de la publicación el ya desaparecido periodista Osiris Troiani.
Gibaja también aborda el tema en una entrevista que el polémico historiador Felipe Pigna le realiza sobre la caída de Illia para su libro "Lo pasado pensado" (Edt. Planeta).
Ahí, al reflexionar sobre la actitud de la prensa en relación a la administración Illia, Gibaja precisa: "Se veía que toda o casi toda la prensa del país estaba en la campaña para desprestigiarlo y no se hacía nada.
"Los semanarios ´Primera Plana´ y ´Confirmado´ estaban en la campaña total con Mariano Montemayor, con Jacobo Timerman, con todos ellos. Ciertos intelectuales de izquierda estaban jugando al golpe. Y la derecha ni hablar. Timerman era un golpista enfervorizado, tenía de socio al comodoro Güiraldes, que era golpista. Llegaron a las cosas pequeñas. Le encargaron a Tomás Eloy Martínez un reportaje a la señora de Illia y la hizo quedar como una señora gorda que no sabía hablar. Era maestra la señora Ema. Un reportaje con tan mala leche, porque uno lo ve escribir ahora y uno dice: ´A la pucha, qué bien escribe este tipo, como se rebajó a una cosa así´. Montemayor, facho total, franquistas todos. ´Primera Plana´ y ´Confirmado´ estaban decididos a la campaña anti-Illia. Parte de ´Clarín´ a veces y los canales privatizados, lo mismo. Illia no quería usar Canal 7 para defenderse ni para difundir nada".