En Argentina, capaz de producir muchos más alimentos de los que necesita, millones de personas pasan hambre y cantidades de niños mueren de desnutrición. El avance de la pobreza es una realidad innegable, pero establecer su magnitud es difícil porque las cifras que da el gobierno no coinciden con las de analistas privados, organismos civiles y la Iglesia.
"La característica de los hambrientos es su invisibilidad´´, señaló Juan Carr, fundador de Red Solidaria, surgida hace 15 años, que hace de nexo entre las necesidades sociales y quienes las pueden cubrir y que trata temáticas como el hambre, los chicos perdidos o la donación de órganos.
"Se ha consolidado una pobreza estructural, aunque hubo una cierta mejoría entre los pobres con algunos ingresos por los subsidios otorgados por el gobierno nacional´´, declaró Rolando Núñez, director del Centro Mandela, una las principales organizaciones de derechos humanos del Chaco. Esta provincia es un claro ejemplo de estas discrepancias. Allí el hambre se ensaña especialmente con los indígenas, eternos olvidados. Según datos oficiales, en Chaco se repetirían este año los valores de mortalidad infantil del 17 por mil registrados en el 2008 o se produciría un leve aumento. En esa provincia del norte, el 40% de la población está por debajo de la línea de pobreza y el 17% es indigente, valores muy por encima de los que maneja el gobierno, señaló Núñez. Explica que para llegar a sus datos, la organización que dirige tuvo en cuenta las calorías que necesita una familia promedio de cinco miembros y los precios más económicos de la canasta básica alimentaria. "Para obtener las calorías indispensables una familia necesita 1.530 pesos al mes´´, dijo. La cifra asciende a 1.800 pesos si se incluyen servicios como el agua o el gas, valor por encima de lo que calcula el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
"En el país hay un mínimo de ocho millones de personas (20% de la población) que no tiene vivienda, salud, educación y trabajo, los que técnicamente se llaman pobres. Entre esos ocho millones hay un piso de 2,3 millones que no tiene garantizada su comida: son indigentes´´, afirmó Carr, también director del Centro de Lucha contra el Hambre de la UBA.
Pero en el Indec sostienen que la pobreza está en el 13,9% y la indigencia en el 4%. El organismo ubica bajo la línea de pobreza a quienes no cubren el costo de una canasta básica que se sitúa en 1.025 pesos para una familia tipo de cuatro miembros. La Iglesia y la Universidad Católica Argentina creen que al menos un 30% de los argentinos son pobres.
Carr destacó lo escandaloso que resulta que en un país en crecimiento y productor de alimentos "ocho niños mueran al día por causas relacionadas con la desnutrición´´. Argentina tiene capacidad anual para producir alimentos (granos y carne) para su propia población y decenas de millones de personas más en el mundo. Entre el 2003 y el 2008 el crecimiento fue mayor al 7% anual. Como otros expertos, Carr percibió un aumento de la pobreza en los últimos dos años. Calcula que se produjeron entre 500.000 y 1,4 millones de nuevos indigentes.
Economistas señalan como factores que contribuyen a que prevalezca la pobreza el deterioro de la capacidad adquisitiva de los asalariados por la inflación, el bajo monto de las ayudas sociales, el alto nivel de informalidad en el mercado laboral y la desigualdad entre los salarios formales e informales.