Por JUAN IGNACIO PEREYRA
pereyrajuanignacio@gmail.com
Para registrar por escrito la palabra expresada oralmente tan deprisa como se esté hablando en la Argentina se utilizan dos sistemas: taquigrafía a lápiz y estenotipia (taquigrafía a máquina). "La estenotipia, conectada a una computadora, elimina el tiempo que utilizan los taquígrafos para traducir los signos", explica Nicolás Marino, miembro Cuerpo de Taquígrafos del Senado de la Nación. Entre otras ventajas, un estenotipista puede escribir durante seis horas sin cansarse.
"Otorga mayor rapidez y requiere menos personal", destaca Marino, integrante de la Asociación Argentina de Taquígrafos Parlamentarios (AATP), quien obtuvo el primer lugar en el I Campeonato Iberoamericano de Taquígrafos organizado por la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Taquígrafos (FIAT) en Florianópolis, Brasil, el año pasado. "Cuando regresé a la Argentina, (el vicepresidente) Julio Cobos me felicitó en su despacho. El Senado siempre fomentó la capacitación de los taquígrafos, lo que, sumado a la política progresista histórica del cuerpo, hace que hoy sea el más prestigioso del país y el que está integrado por la mayor cantidad de estenotipistas", asegura.
En el 2004 Marino era administrativo en el Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de Diputados de la Nación. "Me dieron la oportunidad de practicar el ´Método Marino´ de estenotipia informática, que fue creado por Rubén Marino, mi padre, quien fue director general del Cuerpo de Taquígrafos del Senado hasta enero del 2008, cuando falleció en un accidente regresando de sus vacaciones. Él fue el principal impulsor de la estenotipia en el país", se enorgullece Nicolás.
A principios del 2006, Marino renunció y meses después se presentó a un concurso público de oposición y antecedentes en el Senado.
La prueba más importante consistía en escribir más de 150 palabras por minuto. Obtuvo el primer puesto entre 16 participantes y pasó a integrar el cuerpo de taquígrafos. "Fue el resultado de practicar cuatro horas diarias durante un año y medio", cuenta.
-¿Cómo es el trabajo en el Senado de la Nación?
-Unos diez taquígrafos registran las sesiones y cumplen la función de correctores en las comisiones. Los estenotipistas registramos las reuniones de las comisiones en equipos de entre dos y cuatro personas. En las reuniones cada estenotipista registra en turnos de diez minutos.
-¿Se respeta cien por ciento el discurso?
-Se corrigen las imperfecciones de todo discurso improvisado para dejar claro todo lo que se dijo oralmente. Se embellece el texto para que quien no estuvo en la reunión pueda comprender lo que aconteció, pero se respeta el estilo de expresión del orador.
-Participaste en la sesión del voto "no positivo" de Cobos, ¿cuál es tu recuerdo?
-Fue la primera sesión en la que me tocó trabajar y fue una experiencia hermosa. Sentía el nivel de tensión dentro del recinto y me daba cuenta de que estaba registrando un hecho trascendente en la historia. Una vez la senadora nacional (María Cristina) Perceval nos dijo a los estenotipistas que somos quienes escribimos la historia. Creo que resumió bastante bien el trabajo que desempeñamos: ellos hacen la historia y nosotros la escribimos.
-¿Alguna otra experiencia enriquecedora?
-Recuerdo muy bien cuando participé en un congreso en Neuquén, organizado por la AATP. Realicé una exposición sobre estenotipia que consistía en escribir en tiempo real un dictado. Se utilizó un proyector para que los presentes observaran la traducción simultánea de lo que escribía. Allí vi el miedo al cambio que tienen y tuvieron muchos taquígrafos durante años, frenando esta evolución que representa para la profesión un nuevo sistema de escritura veloz.
-La resistencia como forma de defender la profesión, ¿no?
-La mejor manera de defenderla es informarse, aceptar y adaptarse a los avances. Hoy estoy aferrado a la estenotipia pero sé que vendrán sistemas más eficientes -tal vez por reconocimiento de voz- y creo que uno debe apoyar lo que beneficie a la sociedad. La solución no es criticar lo nuevo. Durante años se criticó a la estenotipia pero no se hizo nada para fomentar la taquigrafía. Eso puso en riesgo la profesión. A mi papá le decían que estaba destruyendo la taquigrafía, pero fue de los pocos que hicieron algo para que la profesión, utilizando herramientas modernas, continuara vigente y tuviera futuro.