Por ANDREA SOSA CABRIOS
Desde hace 15 años y seis meses el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) está en guerra en contra del gobierno mexicano. Ese mismo tiempo es el que las partes se han mantenido en tregua. Solamente hubo combates durante los primeros 12 días de enero de 1994.
Indígenas del estado sureño de Chiapas se alzaron en armas en contra del gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari el primero de enero de 1994. En esa fecha entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio (Tlcan) entre México, EE.UU. y Canadá. La acción militar que desplegaron los indígenas en la zona de los Altos y la selva de Chiapas fue planeada durante meses por la dirigencia del grupo armado, que encabezó el "subcomandante Marcos", el símbolo de la lucha armada indígena. Su imagen, con el rostro cubierto con un pasamontañas negro, una gorra militar, un paliacate (pañuelo) rojo al cuello y cananas cruzadas al pecho, dio la vuelta al mundo.
Las causas, según los rebeldes, eran la marginación económica, política y social en la que los pueblos indios de Chiapas seguían viviendo en los albores del siglo XXI.
Uno de los retos que tuvo "Marcos" consistió en que la aparición pública del EZLN no fuera desvirtuada por el gobierno, haciendo creer que se trataba de un grupo de narcotraficantes o terroristas. Pero sobre todo, que lo que se hiciera fuera una acción con eco internacional. La orden en las comunidades tzotziles, tzeltales, choles y tojolales de Chiapas para el inicio de la rebelión indígena fue: "Vamos a comenzar a la cero hora del 31 de diciembre, con los cohetes del año nuevo...".
A la fecha y la hora acordadas, los cohetes de fin de año y la guerra indígena llegaron. Simultáneamente, las fuerzas zapatistas se apoderaron de siete poblaciones chiapanecas, entre ellas San Cristóbal de Las Casas, la tercera ciudad de Chiapas. En los 12 días de combates hubo 159 muertos, entre rebeldes, soldados y civiles, 107 heridos y 29 desaparecidos. A partir de allí, una larga tregua con el gobierno mexicano, con picos de tensión y final abierto porque, según los zapatistas, las causas del conflicto se mantienen. (DPA)