Por RODOLFO CHÁVEZ
rchavez@rionegro.com.ar
A nueve años del suicidio del inventor del bypass, uno de sus discípulos habló con "Río Negro". Boullón es -entre otras cosas- el cardiocirujano que realizó el primer trasplante exitoso de corazón en la Argentina, un caso que fue un hito pues la mujer receptora (Marcela Severini) pudo ser madre por parto natural. La primera en el mundo.
El entrevistado llegó a cita -en la agencia Neuquén del diario "Río Negro"- meneando la cabeza porque todavía no entiende cómo una bala a la altura de la tetilla terminó con Favaloro (a los 77 años).
"Cuando uno lee la carta puede, quizás, entender un poco lo que hizo don René. Le cerraron todas las puertas y, lo peor, lo estaban obligando a despedir gente. Él tenía una enorme responsabilidad con toda la gente que trabajaba con él: era su equipo y era el líder", refiere Boullón.
El cardiocirujano Fernando Boullón todavía no encuentra explicación ¿cómo el hombre que disfrutaba de todos los desafíos no se presentó al último "challenge"?
"Es cierto, él lo dice claramente en su carta, lo habían dejado solo, el país se estaba incendiando, le pedían retornos y, como no aceptaba, no le pagaban las deudas. Se había conformado un comité de crisis en su clínica y había riesgos de despidos y -en definitiva- él veía que era posible la caída de su gran proyecto. Pero yo creo que él era capaz de superarlo, porque el doctor celebraba los desafíos porque sabía que podía con todos, ¿por qué no se presentó a su último challenge", responde y pregunta Boullón. Hablamos de René Favaloro, de uno de los maestros de Boullón.
-¿Un prócer?
-No, no era un prócer, era un hombre, un hombre muy inteligente, que tenía la fuerza para ir adelante contra viento y marea. Un hombre, con todas sus virtudes y todas sus pasiones, que transformó la cardiología en América del Sur. Compararlo con San Martín, como se ha intentado, me parece una exageración.
-¿Quién fue entonces Favaloro?
- No sé si puede decirse así, pero para mí era un cojonudo cirujano, que pasaba los límites como a postes caídos. Una persona sumamente inteligente, acaso la más inteligente que he conocido. Tenía una velocidad mental, una claridad y un poder de síntesis asombrosos", afirma Boullón.
-¿Cómo era con su gente?
-Tremendamente celoso de su gente, creaba una relación de pertenencia, un tipo temperamental que no andaba con vueltas. Tenía un dicho que repetía cada vez que alguien de su equipo cometía un error: "Hoy me voy a quedar con un par de huevos en la mano", decía. Nosotros aprendimos a los sopapos porque él enseñaba a cada paso, pero a su manera. Como le decía, desafiando los límites, porque podía y tenía la capacidad para hacerlo. Otra de sus frases era "esto está para un one go ticket" como diciendo con esto te tendrías que ir ya y no volver nunca más. Trabajé 16 años, veinte días y seis horas con don René".
A los 23 años, Boullón era cirujano general y tras un paso por el sur del país -en Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia- estaba a punto de embarcar a Québec (Canadá) cuando conoció a Favaloro, un gigante de un metro noventa que solía ver todo con sólo espiar por encima de sus anteojos breves.
"Me recibí en el 66 y me fui al sur. Ocurrió que tres años más tarde falleció un jefe de servicio, entonces escuché el comentario ´tendría que haberlo operado Favaloro´, fue algo que me llamó la atención", recuerda.
Cuando se conocieron, Favaloro estaba a cargo del servicio en el Sanatorio Güemes.
"Me preguntó ´¿cuánto querés ganar?´ Le dije que tenía un departamento y un autito, y que con tener lo suficiente para comer y tener la posibilidad de aprender me conformaba. Creo que la palabra ´aprender´ fue clave. El 1º de mayo de 1972 compartimos la primera guardia juntos", recuerda Boullón, quien desde hace un año es el jefe del servicio de Cardiocirugía del Policlínico Neuquén.
René Favaloro tenía por entonces lo que se denomina 5.000 "open-heart" y una "fama explosiva".
"Para mí fue fabuloso estar con él, que fue uno de mis maestros (el otro, Alfredo Vispo), nunca dejé de aprender. Y si llegué a los trasplantes fue porque él me mandó a Estados Unidos y porque se encargó de que solventaran mi capacitación. No fue sencillo porque cuando volví tuve un par de fracasos, hasta que me dio la oportunidad. Cuando la paciente estaba más o menos, la fue a ver y me dijo, como si fuera un padre, ´yo soy medio brujo´ y me parece que esta mujer va a vivir muchos años, andá a descansar´. Y así fue".
-¿Tiene usted algo de Favaloro?
-No. No tengo la fuerza política, ni personal que tenía Favaloro, era un tipo con capacidad de liderazgo natural. Era un distinto. En Los Angeles he visto a tres mil personas de pie aplaudiéndolo y él hablando con un inglés que parecía de un italiano con media hora de llegado al puerto de Buenos Aires.
Era un líder, pero el día que perdió su liderazgo se suicidó porque no tenía otra vida más que esta vida. Por eso yo digo, quizá de una visión materialista, que no disfrutó de la vida, una vida en la que tuvo muchas renuncias.
-¿Cómo cuáles?
-Una vez le regalaron un Mercedes Benz 300, no puedo decir quién, pero se lo dejaron en el estacionamiento. Ni bajó a mirarlo. Ordenó que lo devolvieran y dijo ´mientras haya gente de mi pueblo que se muera de hambre yo no puedo andar en un Mercedes Benz´. ¿Sabe qué autos tuvo? un Dodge Polara 72, un Renault 12 Break y un 504, con el que murió.
-¿Cómo ve la salud argentina a nueve años de la muerte?
-Me da pena que se sigan desperdiciando tantos esfuerzos, da pena que se gaste tanto dinero en salud y que no se traduzca en resultados. En gasto, estamos cerca de Francia y de Canadá, pero si tengo que comparar la medicina francesa con la de Canadá me da vergüenza. Francia y España tienen sistemas excelentes. Por qué copiar a los americanos, que son ricos, copiemos a los españoles que tienen un sistema muy eficiente. Tenemos todas las gripes acá ¿qué hay que hacer? Salimos a tapar agujeros porque no hay proyectos. Somos campeones mundiales de muertes por gripe. ¿Dónde está el proyecto de Salud? La estructura médica de la Argentina está montada en barro. Todas son barreras. Hay que darle salud a 38 millones de argentinos. Estamos obligados a hacerlo por la Constitución.
-En Neuquén usted también se ha encontrado con barreras?
-No se puede trabajar con pacientes del Instituto (ISSN) porque hay un contrato que dice que no, siempre hay barreras e intereses, la Argentina está así.
-A lo largo de la entrevista usted se refirió a Favaloro como René, don René o el doctor, ¿cómo le decía en el trato cotidiano?
"Siempre le decíamos doctor, como si fuera el único doctor". (AN)