El francés Jacques Lacan (1901-1981) es considerado por algunos autores "como el más original e influyente pensador psicoanalítico desde Freud". Sin embargo, la notoria complejidad de sus escritos y la pretensión de reducir a fórmulas matemáticas algunas de sus intuiciones psicoanalíticas lo han convertido en una figura intelectual muy discutida. Según Juan José Sebreli ("El olvido de la razón"), el hermetismo de Lacan tenía algo de "una deliberada complicación del lenguaje para que la simplicidad del contenido adquiriera una apariencia de profundidad".
Lo cierto es que algunas de las elaboraciones de Lacan, vinculadas con su entusiasmo por la lingüística o teoría semiótica, lo llevaron a introducir audaces modificaciones en el esquema freudiano del psicoanálisis. Esas ideas fueron tomadas luego por algunos "posestructuralistas" e influyeron en variados campos, como el de la crítica literaria y cinematográfica, el de la filosofía y también el de las ideas políticas.
Uno de los politólogos que introdujeron formulaciones lacanianas en el análisis de la política es un argentino, Ernesto Laclau, actualmente profesor de la Universidad de Essex en el Reino Unido y principal referente de una corriente denominada "escuela del discurso".
Entre sus libros más conocidos se destaca "Hegemonía y estrategia socialista" -escrito en colaboración con Chantal Mouffe y considerada la obra más importante del "posmarxismo"- y "La razón populista", el mejor estudio del fenómeno del populismo. Recientemente se acaba de publicar "Laclau" (Fondo de Cultura Económica), una obra densa en la que varios autores hacen una aproximación crítica al pensamiento de Laclau.
El interés de Laclau por el fenómeno del populismo derivó de su militancia juvenil en la Argentina en el Partido Socialista de la Izquierda Nacional, fundado por Jorge Abelardo Ramos, un autor que sin perjuicio de su inicial formación trotskista terminó en una franca adhesión al peronismo. La inquietud intelectual de Laclau por profundizar en el fenómeno del populismo peronista lo llevó -una vez instalado en la atmósfera intelectual europea ganada por el debate entre estructuralistas y posestructuralistas- a incorporar elementos filosóficos de estas corrientes en sus análisis.
Por esta razón es que, gracias a la audacia de Laclau, podemos encontrar ahora un hilo invisible que vincula a Perón con el discutido psicoanalista parisino. Es más, según Juan José Sebreli ("El País" 27/12/08), las ideas de Laclau sostienen el movimiento de intelectuales kirchneristas denominado "Carta abierta", caracterizado por sus inentendibles y barrocas declaraciones al más puro estilo lacaniano. Según Sebreli, el libro de cabecera de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sería "En torno de lo político", escrito por Chantal Mouffe, la esposa de Enrique Laclau.
Antes de analizar las ideas de Laclau, conviene -dentro de la dificultad que supone condensarla en un texto breve- conocer la nueva perspectiva psicoanalítica de Lacan. Según la opinión del psicoanalista francés, el inconsciente no es la sede oculta de los instintos, como sostendría una visión meramente biologista de Freud, sino que es primordialmente externo y lingüístico. Su conocida frase "El inconsciente está estructurado como un lenguaje" convierte el inconsciente en algo exterior que sólo se capta cuando es explicado y se articula al pasar a palabras. La tarea del analista no consistiría en comprender el mensaje oculto de la persona analizada ("analizante" en la jerga lacaniana) sino en simplemente facilitar que oiga el mensaje que se está dirigiendo inconscientemente a sí mismo.
La labor de leer el discurso del analizante lleva a Lacan a poner el acento en los significantes del lenguaje más que en los significados. Puesto que la comunicación es básicamente intercambio de palabras, hay que atender a la estructura del lenguaje y su elevado contenido simbólico. El lenguaje tiene una dimensión simbólica que reside en su atadura a una estructura que expresa el orden de la ley y la cultura, opuesto al orden biológico de la naturaleza.
Lacan considera que no sólo el inconsciente sino toda realidad humana se construye y articula socialmente a través del discurso. "Toda realidad está basada en y es definida por el discurso". Sin embargo, toda pretensión de alcanzar una representación exhaustiva del mundo está condenada al fracaso. La realidad es lo que el individuo construye utilizando sus recursos simbólicos e imaginarios. Pero siempre hay algo que queda fuera del campo de simbolización, que es infranqueable y que permite dar cuenta del inagotable deseo humano.
Lacan introduce la expresión "cadena de significantes" para referirse a los significantes que en un discurso están vinculados entre sí. Algunos de estos significantes alcanzan un valor especial y pretenden darle sentido a toda la cadena. Son los points de capiton de Lacan -que luego Laclau denominó "puntos nodales"-, que juegan un importante rol en la teoría de la hegemonía de Laclau.
Otro concepto característico de la filosofía de Hegel y Marx desarrollado por Lacan es el de alienación. Sin embargo, su idea de la alienación difiere radicalmente de la idea marxista. La alienación no es una situación que sobreviene al sujeto y de la cual pueda desprenderse. Para Lacan el sujeto padece una escisión fundamental, está alienado de sí mismo y no tiene ninguna posibilidad de escapar de esa situación. La alienación pertenece al terreno de lo imaginario y es una característica esencial de toda subjetividad.
El escepticismo de Lacan se traslada también al plano del estatus científico del psicoanálisis. Sostiene que el psicoanálisis no es una ciencia sino "una práctica con vocación científica". En la oposición entre ciencia y arte, el psicoanálisis puede ubicarse al lado del arte. En el seminario de 1977 llega a hacer afirmaciones sorprendentes: "El psicoanálisis no es una ciencia. No tiene estatuto científico -sólo lo aguarda y lo espera- El psicoanálisis es un delirio -un delirio del que se espera que produzca una ciencia-. Es un delirio científico...".
Lo cierto es que Lacan, quien en su juventud simpatizó con el nacionalismo católico, nunca se comprometió políticamente. Su vinculación con Laclau o, mejor dicho, el uso por parte de Laclau de ciertas categorías lacanianas es estrictamente filosófico, al adoptar ambos una ontología similar que encuentra sus raíces en el filósofo alemán Martín Heidegger (1889-1976), precursor del estructuralismo.
Aleardo F. Laría
Especial para "Río Negro"