Una ráfaga de AK 47 sacudió alocadamente a Harold T. Edmondson.
Se arrastró hasta un pozo pestilente. Seguramente supo que la vida se le iba. Se desangró en posición fetal.
Tenía 19 años. Corrían los primeros días de febrero del ´66. Y Estados Unidos se desangraba en Vietnam.
Barack Obama había nacido cinco años antes, un tiempo en que su país aún no había decido si se empantanarían o no en el sudeste asiático. Y cuando se empantanaron, el pibe Obama ya pispeaba los diarios y sentía el parloteo que entre los norteamericanos generaba aquella guerra en tierras muy lejanas.
Un día de su inquieta adolescencia, revisando archivos, Barack Obama se topó con un manojo de fotos. Pertenecían a los funerales de Harold T. Edmondson, 14 de febrero del ´66. Lugar: Carolina del Sur.
La bella y muy personal Carolina del Sur. Ceremonia clásica para la situación. Marines rodeando el féretro, cubierto por la linda bandera norteamericana. Religión, cualquiera sea, pero religión. Dolor. Una madre que recibe la bandera plegada y, con rostro que sólo sabe a desgarro, escucha de un mando militar el insoportable argumento que explica la muerte de su hijo. Tres salvas de M-16 en honor al caído por la Patria y la tierra que se traga al caído por la Patria.
Las fotos impactaron en Barack Obama. Lo comentó durante la campaña electoral en conversaciones informales con los periodistas.
"Impactaron por esas razones "casi domésticas con que solemos asumir la realidad", diría Cartier Bresson.
Realidad de guerra, para el caso.
"Vietnam está todos los días de visita en millones de norteamericanos, nos serpentea siempre preguntándonos para qué la hicimos", se pregunta en sus memorias y actor de primer rango en aquellos tiempos: John Kenneth Galbraith.
Una guerra en la que por primera vez en nuestra historia "comprobamos que la confianza de ser invencibles esta vez no nos pertenecía: pertenecía a nuestros enemigos", escribió Henry Kissinger.
Harold T. Edmondson tendría hoy 71 años. Y quizá hubiese votado por el demócrata Barack Obama.
Carlos Torrengo