Al escuchar "artritis" generalmente se tiende a pensar en una enfermedad que sólo afecta a las personas de edad avanzada. Sin embargo, la realidad es otra: la padece uno de cada mil niños en la Argentina, de los cuales el 75% son niñas y se la denomina artritis reumatoidea juvenil (ARJ). Los especialistas afirman que, de no realizar un tratamiento adecuado, esta afección puede avanzar y provocar discapacidades permanentes tales como trastornos del crecimiento, ceguera y osteoporosis, entre otras.
"Es una enfermedad inflamatoria crónica que causa sinovitis sostenida en una o más articulaciones en un individuo menor de 16 años", define Ricardo Russo, reumatólogo pediatra y médico principal del Servicio de Inmunología del hospital Garrahan, donde durante el 2008 se atendieron unos 500 niños, de los cuales 50 lo hicieron por primera vez. "Es una afección que va en aumento en los últimos años", asegura.
Aunque no se trata de una enfermedad hereditaria ya que no se puede transmitir directamente de padres a hijos, quienes la sufren poseen factores genéticos que los predisponen a padecerla. Si bien como toda enfermedad crónica no tiene cura, sí existen tratamientos que deben realizarse de por vida y brindan la posibilidad de evitar la discapacidad o, al menos, reducirla.
Los especialistas explican que la ARJ afecta a las articulaciones y señalan que en el 30% de los casos deriva en discapacidad. Advierten que para evitar un desenvolvimiento grave es fundamental detectarla en forma precoz y de esta manera poder realizar un tratamiento adecuado. Aquí es donde radica unos de los conflictos con los chicos, ya que el diagnóstico tardío puede darse por diferentes motivos. Principalmente porque puede no manifestarse con dolor, lo cual demora la consulta y, por ende, el correspondiente diagnóstico. Otras veces, los padres creen que la hinchazón y el enrojecimiento de las articulaciones de, por ejemplo, las rodillas, tobillos, muñecas e incluso los nudillos de las manos de sus hijos son provocados únicamente por algún golpe o bien en forma accidental.
Los médicos señalan que hay que estar atentos porque ésos pueden ser los síntomas que marquen el inicio de esta afección, cuya principal característica es la inflamación articular.
Síntomas y estudios
En algunas ocasionas la ARJ no presenta dolor en el niño afectado, aunque eso no impide detectar otros indicios de que es necesario realizar una consulta pediátrica. Esto es muy importante porque un diagnóstico a tiempo es la clave para comenzar un tratamiento que demore o impida la deformidad articular. Los signos distintivos de la ARJ pueden ser inflamación articular (tumefacción), enrojecimiento, hipersensibilidad y ardor, dificultad artralgia (dolor articular), fiebre prolongada superior a los 39 grados y para efectuar movimientos.
Cuando un niño presenta algunos de estos síntomas es necesario que realicen una consulta y, de ser necesario, el pediatra le podrá recomendar que realice una antrocentesis o punción articular. Se trata de uno de los estudios básicos que consiste en extraer líquido sinovial para luego analizar sus características e investigar los gérmenes involucrados. Mediante esta práctica se puede identificar la existencia de alguna inflamación o infección, conclusión que deriva de la observación del número de leucocitos (glóbulos blancos) y de neutrófilos.
A diferencia de la Argentina, países como Estados Unidos o Finlandia cuentan con estudios epidemiológicos serios y se calcula que existen unos 150 niños por 100.000 que padecen alguna forma de reumatismo crónico. De esta forma, se cree que en la Argentina habría aproximadamente 15.000 niños reumáticos. Lo cierto es que todavía se desconoce el origen de la ARJ. Los estudios e investigaciones que se realizaron hasta el momento indican que hay varios gérmenes que -en un paciente predispuesto- provocarían una infección que funcionaría como detonante de la enfermedad.
Desafortunadamente aún no se conoce una manera de prevenir el desarrollo de la enfermedad, aunque sí es posible realizar un tratamiento beneficioso. Los especialistas advierten que lo peor para un paciente con ARJ es hacer reposo absoluto. Incluso, dicen que es fundamental realizar algún tipo de actividad deportiva como nadar y dejar de lado los deportes que provoquen un impacto agresivo sobre las articulaciones como puede ocurrir con las rodillas, por ejemplo, en el básquet o el fútbol. Además de antiinflamatorios y otras drogas cuyo objetivo es reducir la hinchazón y el dolor, algo que se logra, el tratamiento incluye la activa participación de un kinesiólogo y un psicólogo.
Juan Ignacio Pereyra
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