El especialista británico en políticas sociales Howard Glennerster dijo en una entrevista realizada por Andrew Graham- Yooll para el diario “Página/12” que los docentes que trabajan en zonas empobrecidas dedican “un esfuerzo desproporcionado a sostener ‘la situación’”, esto implica “atender a madres y familias enteras, a la vez que mantener orden en el aula, y es poco el tiempo dedicado a enseñar un tema”.Y completó: “De ahí que el esfuerzo del gobierno deba dirigirse a mejorar los recursos en esas escuelas y apoyar al personal”.
Glennerster se refería a un estudio realizado en Sheffield, una ciudad del condado deYorkshire, Inglaterra.
Pese a la distancia de los contextos sociopolíticos, en Neuquén, una provincia argentina, “el maestro no solamente alfabetiza sino que además percibe, por ejemplo, cuándo un niño es sordo o tiene problemas de visión y hasta casos de abusos sexuales y brinda contención permanente; todo aparece en la escuela”, afirmó Hilda Reynoso.
Hilda ejerció la docencia durante más de treinta años. Integró la penúltima promoción de maestros normales nacionales.
Su carrera comenzó a los 17 años en la Península San Pedro, a veinte kilómetros de Bariloche. Dirigió la escuela 106 deVarvarco, pasó por la 225 de Chos Malal y finalizó en la 103 del barrio Confluencia de Neuquén capital, con una matrícula de 700 alumnos.
Existe un marcado contraste entre la experiencia de la capital y la del llamado “interior”.
La docente aseguró que en el campo los chicos tienen una interesante vida interior, son gustosos de la lectura, están ávidos de conocimiento y desarrollan una inteligencia que aplican a su vida cotidiana.
“Cuando los visito nos abrazamos como comadres en desgracia, si vos vas te van a escuchar, van a querer que vos les cuentes cosas, más de lo que ellos cuentan. Hablan un español casi puro: ese perro no tiene mérito, dicen”, aseguró Reynoso.
También enseñó a los padres de sus estudiantes en una actividad de monitoreo de tres puestos rurales. “Ellos conservan la frescura en sus modos y relatos (las cantoras, rogadas y pícaras, cantan tonadas recordando la gran nevada, la muerte delAlvarito, al esposo de doña Berta, la portera, que cruzó el río a caballo, o una separación: “Cuando un amor se va lejos, con olvidarlo se acaba)”, recordó.
LA CAPITAL
Hilda llegó a la escuela 103 a principios de los noventa.
–¿Cuánto tiempo dedicabas a tareas extra docentes? –se le preguntó.
–En realidad dedicaba mucho tiempo a los llamados “emergentes”. A veces ingresaba a las siete de la mañana y tenía un alumno en la puerta que había vivido una situación de violencia en la casa o una niña que había sido violada. Los problemas de los chicos se dan en todas las clases sociales y ámbitos, porque en realidad los problemas de los chicos somos los adultos.
La ex directora del populoso establecimiento de Confluencia explica que lo fundamental es consolidar el sentido de pertenencia a la escuela y garantizar la participación de toda la comunidad educativa.
“Hacíamos reuniones de padres para tomar decisiones sobre en qué horario debía abrirse y cerrarse la puerta del colegio; yo en lo personal siempre defendí la escuela abierta, y mientras mi escuela estuvo abierta se habrán robado unos caramelos del quiosco, unos libros de la biblioteca, pero no pasó nada. Cuando empezaron a poner rejas, alarmas y policía se transformó en otra cosa. Confluencia es un barrio conflictivo por la presencia de las fuerzas de la Uespo”, sostuvo.
RELACIONES
Según el análisis de Hilda, la última gestión de Jorge Omar Sobisch fracturó las relaciones entre madres, padres y docentes: “El poder político no se hace cargo de lo responsable que es de esa pérdida en la calidad de las relaciones humanas. Cuando los punteros ingresaron a las escuelas, lo que se rompió fue el respeto mutuo; se vio al gremio como un enemigo”.
Y concluye: “La ciencia del docente es saber enseñar, saber transmitir, un buen docente lo que sabe es comunicarse bien, llegar a los otros, y toda la gente que vive de la comunicación, como los políticos, lo envidia”.
LAURA LONCOPÁN
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