Al cumplirse el primer año de mandato de Cristina es inevitable dar una mirada retrospectiva a modo de balance. Si repasáramos los discursos de la presidenta en cumbres internacionales atenderíamos que Cristina utilizó estos espacios para referirse a temas nacionales y para contestar a sus "detractores". Este avance de la agenda nacional sobre la internacional se combina con el constante endeudamiento con Chávez a tasas insólitas y el anuncio del pago al Club de París, similar a la cancelación de deuda con el FMI por parte de Kirchner en el 2005.
La política internacional de Cristina fue una continuación de la de su marido. Ambos comparten una visión en que la política exterior no significa fomentar lazos con organismos internacionales de crédito y con países cuyas economías se complementan con la nuestra sino la transpolación de las relaciones personales del matrimonio K al ámbito público.
Pero ésta no fue la única semejanza. La concentración de los recursos en manos del ministro De Vido y su oscuro manejo a través de los fideicomisos continuó en ascenso. La catarata de noticias sobre nuevas obras públicas no cesa mientras que su ejecución queda pendiente. Por ejemplo, de las 420.000 viviendas que Néstor prometió, hasta el momento se construyó sólo el 20%. 500 millones de pesos de los planes federales de viviendas se perdieron en Aerolíneas Argentinas. Utilicé el verbo "perder" porque los 1.900 millones que habremos puesto en esta compañía para fin de año no fueron a cuenta de futuros pagos.
El campo, las AFJP y la oposición -es decir, aquellos sectores que piensan distinto al gobierno- son convertidos en conspiradores y, así, anulados para el diálogo. Cristina todavía puede optar por volcar su propia impronta en la gestión y cambiar la historia.
ESTEBAN BULLRICH (*)
(*) Diputado nacional del PRO