BENOA/BALI.- En la fábrica pesquera Intimas, en la isla indonesia de Bali, la actividad es intensa. Una gran cantidad de atunes es sometida a control de calidad. "La mercadería más fresca con la mejor carne roja es enviada de inmediato a Japón", dice el gerente.
La carne de atún es un enorme negocio en todo el mundo. En particular existe una gran demanda por parte de los japoneses. Pero para llevar a la mesa éste y otros manjares del mar, cada año mueren en las redes y anzuelos millones de otras especies marinas: ballenas, delfines, cangrejos y tortugas. A esto se le llama captura accidental.
Los biólogos emitieron una alarma: la sobrepesca en los mares amenaza las poblaciones de peces, algunas de las cuales están en riesgo de extinción.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) estima que, en todo el mundo, sólo la captura accidental causa la muerte de 250.000 tortugas por año. En las playas en las que hace 20 años las tortugas marinas competían por los mejores lugares para desovar, actualmente casi no se ve ninguna.
"Cada dos minutos muere un delfín o una ballena capturada sin querer -explica Amanda Nickson, del WWF-. En todo el mundo, la captura accidental se estima en entre siete y 30 toneladas por año". Estudios recientes sugieren que la cifra más alta es la que más se acerca a la realidad. Para obtener un kilo de camarones, la captura accidental puede llegar con facilidad hasta los 40 kilogramos. La mayor parte es volcada de nuevo al mar.
"La captura accidental no está regulada y es un peligro para las especies animales amenazadas", indicó Nickson.
En Indonesia, los protectores de los animales y los pescadores se concentran ahora en las tortugas. Los buques arrastreros de camarones deben tener redes selectivas para evitar que estos reptiles queden enredados.
En Bali, los pescadores de atún encabezan la campaña para salvar a las tortugas. El atún representa, según la facturación, el 10% del mercado pesquero en todo el mundo. Con medio millón de toneladas por año, Indonesia es el principal abastecedor de Japón, seguido por Taiwán y la Unión Europea. En Bali se encuentra la segunda flota de pesca de atún más grande del país.
Cientos de pescadores salen del puerto de Benoa para pescar durante entre dos y tres meses. Para ello usan líneas de hasta 100 kilómetros de largo, en las que cuelgan hasta 2.000 anzuelos con cebo. Constantemente caen tortugas en los anzuelos y mueren, en general con mucho sufrimiento, porque con el anzuelo en el sistema digestivo no pueden nadar hasta la superficie para respirar.
Los pescadores están experimentando con un nuevo anzuelo. "Anzuelos redondos en lugar de los anzuelos tipo ´J´", explica el director de la asociación de pescadores de líneas largas, Soetomo. Mientras que los anzuelos "J" tienen la forma de esta letra, en los nuevos redondos la punta afilada está doblada hacia adentro. Los anzuelos son tan anchos que las tortugas no los pueden tragar. Las primeras pruebas fueron impresionantes: el primer pescador que los usó tenía en su línea, que poseía ambos tipos de anzuelo, dos tortugas atrapadas en los redondos pero 13 en los "J".
En tests realizados con 1.300 pescadores en el Pacífico oriental, el WWF informó que un 89% menos de tortugas quedó atrapado en los anzuelos. Además, un 95% de las tortugas sobrevivió a los anzuelos redondos.
El capitán Kisyono, de 34 años, fue el primero en Bali en probar los anzuelos nuevos con el pesquero "Sarisegara 2". Admitió que era escéptico. Actualmente es un férreo defensor: "Claramente gané. Capturo peces más grandes que antes y permanecen frescos durante más tiempo". Además, caen menos tortugas.
Mientras que los peces más pesados con frecuencia doblan los anzuelos tipo "J" y logran zafar, los redondos soportan mejor el peso. Además, en general se quedan enganchados en la boca del pez, de manera que éste no muere de inmediato. La captura permanece muchas veces 12 horas en las líneas.
Cuando el pescador Laode comenzó con su actividad, hace 33 años, los caladeros se encontraban a un día de navegación desde el puerto. En la actualidad, se necesitan entre cuatro y cinco días para llegar. "En 1981 podíamos capturar 200 atunes por día; hoy, tal vez sólo cinco", dice Laode. Las estadísticas de la asociación lo confirman. "En 1978 pescábamos por día en promedio 921 kilogramos; actualmente sólo son 171", afirma el director de la entidad, Soetomo.
En el 2004 sus miembros, en 780 botes, pescaron 14.000 toneladas de atún, el año pasado fueron 9.600 y este año hasta fines de julio, 3.624 toneladas. "Simplemente hay demasiados botes", opina Subadri. En 1986 las exportaciones de atún reportaron ingresos por 20 millones de dólares, mientras que en la actualidad llegan a unos 300 millones.
La sobrepesca es un problema enorme, dice Fauzi. El gobierno indonesio estableció hace dos años que se podían pescar por año 6,4 millones de toneladas de pescado sin poner en riesgo las poblaciones. La cantidad pescada es de unos 4,5 millones. Pero Fauzi alerta: esa cifra es un cálculo subestimado. "A las 4,5 toneladas hay que agregar dos millones de toneladas de captura accidental y dos millones de toneladas de pesca ilegal", dijo.
En la fábrica pesquera Intimas, en el puerto de Benoa, Japón es el cliente rey. El 78% de los atunes frescos exportados son para ese país. Aquí, los atunes son examinados y limpiados. Los mejores ejemplares, y al precio más alto, son embalados con hielo seco y enviados por vía aérea a Nagano, Tokio y Yokohama. Los demás van a mercados de la Unión Europea y Estados Unidos
La empresa holandesa Anova también es cliente. Fundada hace 14 años, la compañía factura unos 275 millones de dólares por año por la venta de pescado fresco y congelado. Anova aprecia que se utilicen los anzuelos redondos para pescar. "Desde hace tres, cuatro años, los consumidores preguntan: ¿cómo fue pescado el pescado? ¿Procede de caladeros sostenibles?", dice el representante de la empresa en Indonesia, Bas Zaunbrecher, quien está convencido de que, bajo la presión de los consumidores, los nuevos anzuelos deben imponerse a nivel mundial.
CHRISTIANE OELRICH
DPA