Es una historia tan antigua como deprimente: un grupo rebelde más preocupado por llenar sus bolsillos que por el bienestar de la gente a la que asevera defender.
El conflicto que estalló en el este de la República Democrática del Congo, convertido en un enfrentamiento armado de gran escala durante cuatro días la semana pasada, se ajusta a este parámetro. El general rebelde tutsi Laurent Nkunda asegura que combate para defender a los tutsis de las milicias hutus. Estas milicias huyeron al Congo tras la masacre de 1994 en Ruanda, cuando los extremistas hutus asesinaron a alrededor de 800.000 tutsis y hutus moderados en el transcurso de pocos meses.
Pero la realidad detrás de este conflicto son los yacimientos de oro, estaño, diamantes y colombita, muy utilizada en los teléfonos móviles, ocultos en el subsuelo de esta rica nación centroafricana. "En juego está el control de los minerales -dijo Muzong Kodi, del programa africano de Chatham House, un "think tank" en materia de política exterior basado en Londres-. Los problemas étnicos no son más que una cortina de humo; si bien existen, están siendo manipulados".
Cerca del 80% de las existencias mundiales de colombita se encuentra en la República Democrática del Congo y se estima que los depósitos de éste y otros recursos tienen un valor de miles de millones de dólares. Nkunda afirma que no dejará de combatir a las Fuerzas Democráticas Hutus para la Liberación de Ruanda (FDLR) hasta que dejen Congo. Pero lo cierto es que, con tal abundancia de riquezas, el FDLR no piensa irse.
De acuerdo con la organización independiente de observación y control "Global Witness", las FDLR y el Ejército congoleño trabajan juntos en el negocio de la minería. "Pobladores locales nos dijeron que las Fuerzas Armadas para la República Democrática de Congo, FARDC, están haciendo exactamente lo mismo que las FDLR: tomar las minas bajo su control y forzar a civiles a trabajar para ellas o transferir su producción mineral y obtener beneficios", dice el director de "Global Witness", Patrick Alley.
El Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), liderado por Nkunda, también está envuelto en la minería y obtiene grandes beneficios con ella. "Nkunda está ganando mucho dinero con el contrabando de minerales por la frontera de Ruanda -dice Kodi-. Y no piensa detenerse", añade.
Casi todas las facciones trabajan con la ayuda de intermediarios, quienes a su vez disponen de contactos que hacen llegar los minerales al mercado asiático para que sean utilizados en la fabricación de productos electrónicos.
"Mientras existan compradores no habrá incentivos para que esos grupos depongan las armas y dejen de cometer abusos en materia de derechos humanos", señala Alley.