Jesse Jackson, el líder de los derechos civiles que tuvo una disputa con Barack Obama durante la campaña electoral, lloró de alegría en la noche del martes cuando se enteró de que los votantes estadounidenses habían elegido a un negro para la presidencia de Estados Unidos.
Tras "una carrera de 54 años, Barack corrió la última etapa", dijo Jackson tras el discurso de la victoria de Obama ante decenas de miles de seguidores en el Grant Park de Chicago.
Jackson se refirió así a la lucha por los derechos civiles desde los años ´50, con todo un movimiento reclamando el fin de la segregación en escuelas y entidades públicas.
Las diferencias entre Jackson y Obama durante la campaña fueron casi generacionales. Jackson, de 67 años, quien se postuló dos veces a la presidencia por los demócratas en los años ´80, es el símbolo del movimiento de los derechos civiles en los años ´60, cuando lanzó la "Operation Breadbasket" en Chicago para mejorar las condiciones laborales de los negros.
Obama, dos décadas menor, a sus 47 años era visto por Jackson como un "líder posracial" que se benefició del progreso aportado por los activistas por los derechos civiles y su movimiento hacia el centro político para conseguir mayor apoyo a su candidatura fue visto por algunos como traición.
El momento histórico de la elección del primer presidente negro en Estados Unidos se agiganta si se tiene en cuenta que hace apenas 40 años el tipo de matrimonio que trajo al mundo a Barack Obama -entre un hombre negro y una mujer blanca- era ilegal en 16 estados.
El país ha avanzado mucho en poco tiempo. Por supuesto, el cambio no ha sido absoluto.
Aún existe el racismo en Estados Unidos, como se ve una y otra vez, más recientemente durante la campaña de Obama ("Temo que si él gana, los negros van a apoderarse del país´´, dijo una mujer ante las cámaras durante un acto de campaña del republicano McCain en Ohio).
Pero hubo un tiempo en que los automovilistas negros tenían que dar paso a los blancos en intersecciones en algunos estados, en que la ley establecía en Luisiana que los circos tenían que tener entradas separadas para las razas, al menos a ocho metros (25 pies) de distancia, y en que la Asociación Lonestar de Restaurantes en Texas colocaba carteles que decían "Prohibida la entrada a perros, negros y mexicanos".
Y eso, en un pasado no muy lejano.
Las leyes de segregación se extendieron desde el siglo XIX hasta mediados de la década del ´60. No era solamente en el sur. Hasta 1949, el matrimonio interracial era ilegal en 29 estados. Las condenas más severas -10 años de cárcel- eran impuestas en Indiana y las Dakotas. Hasta 1948, las fuerzas armadas estadounidenses estuvieron segregadas, y hasta el último año de la II Guerra Mundial la armada no tenía ningún oficial negro.
"Nunca pensé que viviría lo suficiente para ver esto", explicó Alnett Wooten, una votante en Atlanta (sureste). La señora, de 86 años, recuerda haber vivido los años de segregación y lucha por los derechos cívicos de los negros en el sur del país.
"Sé que mi padre estaría orgulloso de Estados Unidos", declaró la hija de Martin Luther King, Bernice, a la televisión. "Esto quiere decir que el trabajo por el cual él y mi madre se sacrificaron no fue en vano. (...) Me emocioné mucho esta noche y lloré al escuchar el anuncio (de la victoria de Obama)", agregó la hija del defensor de los derechos civiles asesinado hace 40 años.
La prensa destacó la importancia de este hito. "The Washington Post" estima que la victoria de Obama ilustra "los progresos" realizados en Estados Unidos en las relaciones entre las diferentes comunidades. "La victoria de Obama es capital porque presenta la oportunidad de poner el país en una nueva y mejor dirección", señala el diario.
Desde su óptica liberal, el diario económico "The Wall Street Journal" estima asimismo que la elección de Obama constituye una forma de homenaje al espíritu de empresa norteamericano. Un negro "alcanzó la cumbre del poder en Estados Unidos, apenas dos generaciones después del fin" de las leyes segregacionistas, escribe "The Wall Street Journal". "Es algo que no ha ocurrido en ningún otro país occidental", destaca el diario, "a pesar del desdén europeo a propósito del Estados Unidos ´racista´".