El demócrata Barack Obama y el republicano John McCain han prometido que América Latina volverá a ser una región prioritaria, pero la incertidumbre económica no les ayudará, predicen analistas. La región no espera, en plena crisis financiera mundial, estar en el centro de la atención del próximo presidente estadounidense, aunque sí desea que éste ponga fin al unilateralismo de los años de Bush.
América Latina figuró poco en la campaña presidencial, centrada en la debacle financiera y los desafíos militares que aún tiene Estados Unidos por delante. Pero, como en el resto de temas, McCain y Obama han mostrado puntos de vista sustancialmente diferentes sobre los tratados de libre comercio, las relaciones con Venezuela o la lucha antidrogas.
"El senador Obama, quien nunca viajó al sur de nuestra frontera, se opone al acuerdo de libre comercio con Colombia (...), nuestro mejor aliado en la región", criticó en uno de los debates McCain, que ha viajado al país caribeño y a México varias veces. Fiel a su historial de duro pero independiente, el republicano asegura ser mucho más cercano a América Latina. Pero no dudó en declarar en México que eran necesarios más muros fronterizos, lo que levantó ampollas en ese país. En temas migratorios, Obama y McCain se muestran excepcionalmente de acuerdo: ambos cooperaron para intentar sacar adelante un nuevo programa de regularización de ilegales en Estados Unidos en 2007, que sin embargo fracasó en el Congreso.
El candidato demócrata ha declarado que quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio con México porque no se cumplen los estándares laborales y medioambientales de rigor, un proyecto que podría destapar una auténtica caja de Pandora al sur de la frontera. Obama apuesta por incrementar la ayuda bilateral para que la economía mexicana mejore y no se muestra muy convencido de los efectos del Plan Colombia ni del Plan Mérida antidrogas.
"Existe una expectativa enorme de que el nuevo gobierno (estadounidense) marque el retorno a una fase de multilateralismo, que abandone el unilateralismo de los últimos años", estima David Fleischer, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Brasilia.
Pablo Kornblum, profesor de Economía Internacional en la Universidad argentina John F. Kennedy cree que Estados Unidos "tendrá muchas dificultades para restaurar su imagen, muy deteriorada desde la invasión de Irak".
Esos dos factores, unilateralismo y sentimiento anti-estadounidense, han alejado a las dos Américas. George W. Bush, que en enero del 2001 llegó a decir que el XXI sería el siglo de las Américas, afirmó asimismo que la relación con México era la más importante del mundo. "Pero en la práctica eso no se vio en su administración", opina Patricio Navia, profesor de Ciencia Política en la Universidad Diego Portales de Chile. La relativa indiferencia de Washington hacia América Latina se manifiesta también en la próxima llegada de una flota rusa a aguas venezolanas para realizar maniobras conjuntas. "En otro momento hubiera sido un tema prioritario en la relación entre Washington y América Latina pero ahora tanto este tema como la crisis boliviana encuentran al gobierno norteamericano sin tener capacidad de enfrentar este tipo de situaciones y delegándoselas de hecho a Brasil", afirma Rosendo Fraga.
La crisis financiera internacional fortaleció esta tendencia. "La preocupación actual de Estados Unidos está puesta en su grave crisis económica y financiera, el dilema energético y el desenlace de su fallida intervención militar en Medio Oriente", según Kornblum. En consecuencia, las expectativas regionales son modestas. "México probablemente sea el primer país invitado a reunirse con el nuevo líder. Los temas migratorios serán los primeros en la agenda", estima Patricio Navia. Colombia seguirá siendo un aliado privilegiado de Washington, pero su presidente Álvaro Uribe "pagará el precio" de su apoyo a John McCain si gana Obama, agrega. En lo que concierne a Cuba y Venezuela, "bestias negras" del gobierno de Bush, se podría llegar a un mejor diálogo, según varios analistas.