Entre los analistas de política internacional del país existe el convencimiento de que el discurso del candidato a la Casa Blanca por el Partido Demócrata, Barack Obama, está compenetrado con la idea de cambio para el manejo del inmenso poder de Estados Unidos.
-¿Que país recibiré cuando sea presidente? -le preguntó Barack Obama al veterano y enclenque pero siempre sabio historiador inglés Eric Hobsbawm. Fue en Washington, dos inviernos atrás. Un tiempo en que el moreno americano nacido hace 47 años en la tórrida Honolulu ya no amagaba más con luchar por la Casa Blanca: la quería.
Según ha contado el propio candidato demócrata, aquel mediodía de lluvia bañando la capital norteamericana Eric Hobsbawm lo miró entre sorprendido y seguro.
Luego respondió acompañado por gestos tan torpes de sus larguísimos y flacos brazos que terminaron con un pocillo de café manchando una inmaculada alfombra del Senado americano.
-Mire, si usted llega a presidente, recibirá un país cuya riqueza es excepcional y excepcional es también su capacidad para reproducirla, pero un país en el que el poder político debe cambiar su lenguaje -reflexionó.
-¿Qué me quiere decir? -repreguntó Obama.
-Lo que usted sabe: la forma de relacionarse consigo mismo siendo poder y la forma de relacionarse con el mundo. No se puede ser Rambo todo el día. Si es así, el poder se desgasta porque cree dominar la historia desde su naturaleza, pero nadie domina el curso de la historia por largo tiempo...
Dos días después, en la universidad de Pennsylvania y ante más de 3.000 estudiantes, Obama habló de la advertencia. Y dos semanas atrás, ya palpando la Casa Blanca con las yemas de sus delgados y huesudos dedos, también recordó aquel encuentro:
-Prometo quitarle furia al discurso presidencial. Prometo ser firme en la defensa de Estados Unidos y en todo lugar donde la libertad esté en peligro, pero prometo hacerlo sin furia, sin apelar a la mentira, a todo lo siniestro que tiene uno a disposición cuando se está en el poder. Pero el pueblo americano me tiene que ayudar. Tenía dos años cuando ese gran americano que fue John Kennedy fue asesinado. Y era yo muy pequeño cuando supe que, al jurar como presidente, él había dicho "No es la hora de preguntarnos qué puede hacer Estados Unidos por nosotros sino qué podemos hacer nosotros por Estados Unidos". Junto a cada americano, brazo con brazo, quiero ayudar a rescatar a Estados Unidos de las muchas irracionalidades con que ha sido gobernado durante estos años. Quiero quitarle fealdad al rostro de este bendito país.
El grueso de los analistas argentinos de política internacional ya acepta que Barack Obama está ganando. Y que el discurso desplegado por el candidato demócrata a lo largo de su campaña siempre procuró diferenciarse del verbo de la administración Bush.
Para Jorge Castro, Barack Obama expresa "lo nuevo" en la política norteamericana. Toma como punto de partida el discurso que el demócrata pronunció ante 84 personas y 100.000 millones de televidentes la noche en que, en Denver, aceptó la candidatura por el Partido Demócrata. Veamos.
? A diferencia de la campaña interna (o sea, la destinada a ganar la candidatura por el Partido Demócrata), su mensaje no estuvo centrado en una propuesta de "cambio" partidista.
? Enfatizó en tres puntos: la crítica feroz al binomio George Bush-John McCain, identificado como unidad política, histórica y cultural: "Creo -dijo en Denver- que McCain no conoce a los estadounidenses. ¿Quién más podría proponer cientos de miles de millones de dólares de recorte de impuestos para grandes empresas y las compañías petroleras pero ni un centavo que alivie la situación de más de 100 millones de ciudadanos?".
? Luego -sostiene Castro- se ubicó estratégicamente en un segundo plano: "Esta noche estoy ante ustedes porque algo vibrante recorre a EE. UU. Soy consciente de que no soy el candidato más usual para el cargo. Pero esta elección es sobre ustedes".
? Castro encuentra además una constante en el discurso de Obama: "Busca llevar al Partido Demócrata de nuevo a la Casa Blanca pero se independiza de ser artífice de un antes y un después que deje de lado lo hecho por los líderes más trascendentes del partido", ese lugar donde están "Franklin Delano Roosevelt, John Kennedy y Bill Clinton".
El influyente "The Washington Post" encuentra en esta conducta dos razones:
? Obama busca nutrirse de las referencias más importantes que tienen los demócratas en el rango de presidentes pero no competir con ese pasado.
? Intenta su propio camino sin ansias de gloria, viendo la política como servicio para su país.
Sergio Berensztein, director de Poliarquía, encuentra que el mayor mérito del candidato demócrata a la hora del discurso es "haberse corrido al centro del espectro político". Corrimiento, claro está, cuando EE. UU. parece buscar más seducción por parte de la política que el verbo furioso que Hobsbawm detecta en Bush.
-Aquí estamos de frente a hacernos cargo del destino de Estados Unidos... aquí estamos llevados por la mano de este joven apasionadamente sereno y entusiasta que es nuestro Barack Obama -sentenció un vibrante Bill Clinton en la noche del miércoles ante miles de personas y mientras tomaba del hombro al candidato.
Cuando el historiador y analista de política internacional Carlos Escudé -un duro crítico de los nacionalismos- teoriza sobre el futuro de Estados Unidos suele apelar a una formidable reflexión de Samuel Johnson formulada en 1771 y contenida en lo que el estudioso argentino define como "memorable panfleto sobre las Islas Malvinas, que bien podría aplicarse a la malhadada aventura iraquí de George Bush o a la obsesión iraní por la bomba atómica".
¿Qué escribió Johnson? Veamos. "Equilibrar la ansiedad por la disputa con la cordura parece un desafío excesivo para la sabiduría humana. La soberbia del ingenio ha atareado a siglos enteros con la discusión de asuntos pueriles y el orgullo del poder ha destruido ejércitos con el fin de ganar o defender inútiles posiciones".
"Barack Obama tiene la oportunidad de manejarse teniendo muy en cuenta esta advertencia", sostiene Escudé. Y remata: "Ya es conocido; hay tipos de patriotismo que suelen ser sólo refugio para los canallas".
Alejandro Corbacho, director de Ciencia Política del UCEMA, sostiene que con Obama en campaña la política norteamericana ha recuperado un "orador que articula su discurso inyectándole carisma, un sereno carisma".
Roberto Russell coincide con este punto de vista. Prestigioso director de la Maestría en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, está convencido de que Washington ha "perdido mucho prestigio".
? El prestigio no es un tema de la calle. La gente, en general, tiende a preocuparse por asuntos más cotidianos, domésticos y cercanos al bolsillo. Esto pasa en cualquier país del mundo. Lo que ocurre con Estados Unidos es que por su posición de poder en el mundo tiene como rol fundamental construir el orden y, durante el mandato de George Bush, no ha hecho sino lo contrario.
? "Quienes seguimos la política exterior de Estados Unidos esperamos un papel más constructivo. Yo no estoy pensando en que de golpe se convierta en un país que base su política en el multilateralismo. Nadie hace política de este modo en Estados Unidos. Lo que espero es una visión más sofisticada y comprensible de los temas internacionales que le permita acercarse al mundo con otra actitud", señala este experto.
¿Será Barack Obama el presidente de esa visión? Todo indica que se ha preparado para eso. Tanto como se sabe que esa visión le es ajena a su adversario, John Sidney McCain.