-Hay una columna del diario "Clarín" con tu firma, de 1991, el momento en que se derrumbaba todo el llamado "campo socialista". Era una etapa de extrema confusión para la izquierda y entonces vos titulaste: "Eso no era socialismo". ¿Por qué elegiste ese título?
-Porque soy un lector de la historia, porque fui un militante, hasta el '68, que no pagaba solamente la contribución mensual; porque conocí por adentro quiénes solventaban las finanzas del PC: eran burgueses. Pero no se trata de que no fueran obreros. El Partido Bolchevique tenía aristócratas en sus filas. Lenin hizo el elogio de Félix Dzerzhinsky, que fue el primer jefe de la GPU, porque era el hombre con la moral más limpia de todo el partido. La rusa fue una revolución frustrada, se dieron los episodios que repasamos y algunos otros que desconocemos y que alguna vez nuestros descendientes, tal vez, conocerán. Porque los europeos tienen una buena tradición, no importa si son capitalistas o socialistas: escriben sus memorias.
-¿Qué lecciones se pueden extraer de la Revolución Rusa para aquellos que pretenden derrocar el sistema?
-En China, en Vietnam, los comunistas se propusieron tomar el poder. No se fijaron fecha, pero se lo propusieron. Yo quiero que alguien me cuente qué Partido Comunista de Occidente quiso tomar el poder. El último gran intento de tomar el poder fue la Comuna de París, y duró 72 días. La burguesía se defiende y los revolucionarios, que deben existir seguramente, deben aprender de eso, de la historia, para no cometer los mismos errores. Van a cometer otros, pero no los de sus predecesores. Para terminar: no hay consejo posible, sólo hay que leer la historia, con los ojos y los oídos muy abiertos. (H. M.)