Julio Strassera, el fiscal que acusó a las Juntas Militares que lideraron la última dictadura, sostiene que el asesinato -hace 35 años- de José Ignacio Rucci no puede ser encuadrado como crimen de lesa humanidad.
Strassera afirma desde hace mucho tiempo que el Protocolo de Roma, del cual la Argentina es firmante, señala claramente que "son crímenes de lesa humanidad aquellos cometidos por el Estado o una organización" terrorista. Pero aclara que, para entrar en esa definición, los crímenes deben ser la consecuencia de un "ataque generalizado, sistemático, contra la población civil, cosa que no sucedió en el caso Rucci".
-El crimen de Rucci, ¿puede ser considerado de lesa humanidad? Todo parece indicar desde hace muchos años que los responsables fueron los montoneros.
-Sí, se cierra el círculo sobre Montoneros, pero esto no es reconocido oficialmente por el grupo. No creo que pueda ser declarado un crimen de lesa humanidad.
-¿Por qué?
-Mire, en primer lugar, el Protocolo de Roma dice que para ser consideradas crímenes de lesa humanidad las acciones tienen que ser la consecuencia de un "ataque generalizado y sistemático contra una población civil". Evidentemente, lo que sucedió con Rucci, o sea, su asesinato, no fue el resultado del ataque a una población civil: fue una acción directa sobre un objetivo individual. O sea, en última instancia, fue un ajuste de cuentas de una cuestión interna del peronismo del cual formaba parte Montoneros.
-¿Y entonces?
-Me parece que el asesinato de Rucci no encuadra como de lesa humanidad. Pero, además,
por estos tiempos hay otras cuestiones sobre el encuadramiento de determinados hechos en ese rango.
-¿Qué quiere decir?
-Que se está manoseando el concepto de "crimen de lesa humanidad", usándolo para cualquier cosa y para que sea imprescriptible. Hay dos conceptos a los cuales se apela en la misma dirección: "crimen de lesa humanidad" y "dolo eventual". Ambos, de una u otra manera, para éste o aquel caso, se usan con inmensa irresponsabilidad.
-Admitamos esa posibilidad: ¿en función de qué se estarían desvirtuando esos contenidos?
-De intereses de la más variada índole. Mire, se está hablando de dolo eventual en casos de clarísimos delitos de tipo culposo, como el de Cromañón, que fue un estrago culposo clarísimo.
-Relacionemos esto con los crímenes de lesa humanidad.
-Acá, con los crímenes de lesa humanidad pasa exactamente lo mismo; dentro de poco escupir en el piso va a ser crimen de lesa humanidad. Esta calificación se utiliza arbitrariamente.
-Volvamos atrás: siguiendo su razonamiento, ¿Rucci tendría que haber sido asesinado en un ataque abierto, generalizado, de Montoneros o de quien quiera que haya sido para ser calificado de crimen de lesa humanidad?
-Exactamente. Habría sido si Montoneros hubiera atacado una población y él, Rucci, hubiera caído en esa acción... como fueron los crímenes de Montoneros cuando atacaron indiscriminadamente a cierto sector de la población civil.
-¿El Regimiento 29 de Formosa, por ejemplo, donde esta banda de terroristas mató a sangre fría a no menos de seis soldados? Si mal no recuerdo, fue en la segunda mitad del '75. Vale un dato: esos soldados estaban inertes, se estaban bañando cuando la banda entró y se enfrentó con ellos... eran descendientes de pueblos indígenas, gente muy pobre... a algunos de ellos otros compañeros de colimba les estaban enseñando a leer y escribir. Los montoneros los asesinaron a sangre fría.
-Es posible que esos asesinatos puedan ser encuadrados como crímenes de lesa humanidad, pero no puedo abrir juicio, al menos por hoy.
"¿Qué pasa, Roberto, si...?
"-Decime, Roberto, si muere Rucci, ¿lo afecta a Perón?
"Roberto Digón soltó las carpetas amarillas que estaba ordenando en el fichero metálico de su despacho y se dio vuelta sorprendido. Encontró la mirada ansiosa de Pablo Cristiano, oficial mayor de Montoneros y jefe de la rama sindical de la Orga en la Capital.
"-Pablo, ¿lo van a matar? ¡Es una barbaridad!
"-No, no, por ahora no. Era sólo una pregunta.
"Eran los primeros días de agosto del '73. Perón acababa de anunciar a su esposa Isabel como compañera de fórmula para las elecciones del 23 de setiembre. Montoneros quería a Cámpora, pero era una idea inviable: Perón había quedado muy enojado con el gobierno de su ex delegado y pronto lo sacaría enviándolo lejos, como embajador a México. Montoneros ya había absorbido las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para formar la mayor guerrilla del continente y de la historia argentina, pero la fusión recién sería anunciada públicamente en 12 de octubre, en estudiada coincidencia con el retorno de Perón a la Casa Rosada. En realidad, el debut fue diecisiete días antes de su presentación en sociedad, con el asesinato de Rucci.
"Pablo Cristiano venía de las FAR y ése era su nombre de guerra. Se llamaba Horacio Antonio Arrué y era hijo de un diputado peronista por Corrientes, donde se recibió de licenciado en Economía con medalla de plata. Combinaba su intenso catolicismo tercermundista con una sólida formación marxista y esa mezcla se reflejaba en su admiración por la Revolución Cubana.
"Luego de la cena con Pablo Cristiano, ya en su casa, Digón siguió atando cabos y llegó a la conclusión de que Pablo Cristiano había llegado al sindicato (que lideraba Digón) desde el departamento de Rucci, que quedaba apenas a cuatro cuadras. No durmió bien aquella noche, y a las siete menos cuarto de la mañana ya estaba llamando por teléfono al teniente Julián Licastro.
"El encuentro fue a las 8:30. Digón le contó la anécdota con lujos de detalles .
"-Están chequeándolo. ¿Por qué no le avisás a Rucci?
"-¡Qué barbaridad! Se lo digo hoy mismo, apenas lo vea.
"-Creo que lo quieren joder a Perón.
"Por la tarde, Licastro llamó a Digón, le contó que ya había hablado con Rucci y que a la noche pasaría por el sindicato. Digón lo esperó con una picada con salame, quesos y aceitunas, como le gustaba al teniente.
"-¿Le contaste a Rucci?
"-Sí, claro, y me dijo textual: 'Pero ¿qué querés que haga? Cambio de domicilio, la mayoría de las veces me quedo a dormir acá, en la CGT, no me asomo a la puerta sin custodia... ¡más no puedo hacer!".
(Tramo del libro "Operación Traviata" de Ceferino Reato; Edt. Sudamericana, págs. 124 a 126)