El actual jefe político de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires exhibe con orgullo la utopía de un gobierno simple. Utopía opuesta a los relatos complejos y a toda desmesura.
Su administración es un abordaje pragmático de los problemas citadinos y de las pretensiones ciudadanas de un gobierno barato, que gobierne lo menos posible. Bacheo, tránsito, administración de los espacios públicos, recortes en becas estudiantiles, ordenamiento de la burocracia, etc. Condice con su idea de gestión empresarial. Es además una utopía de la prudencia, como puede hacerlo un buen componedor que aprendió lecciones adecuadas de liberalismo moderado en lo político y otro sin límites en lo económico. El saldo: un hombre volcado a la derecha del espectro político. Un conservador de tipo moderno con pretensiones asimilables a quien conduce una capital del viejo continente.
En Mauricio Macri cabe esa visión simple de la sociedad, como un conglomerado de "gente" que es a su vez audiencia y consumidores de servicios. Todo un mundo citadino que resulta, en ocasiones, público exigente de pueblo-veto y pueblo-juez y que en este tiempo parece haber relegitimado el nuevo orden político de la ciudad, porque su jefe político adhirió a la lucha de las corporaciones agrarias. Aun cuando este compromiso no adquirió el tono intensísimo y efectista de la política pensada como exposición de virtudes morales y ofensas al honor propio. Por ello el jefe político porteño ha hecho un uso preciso del tono y el tiempo político del conflicto.
Frente a muchos que han gastado abundante capital, su estrella sigue contando para los futuros juegos de poder. Macri parece vivir el mejor de los momentos dentro de esta utopía del buen y simple gobierno, aunque en sus mesurados actos no muestre ninguna proyección fundacional, paradójicamente siempre necesaria para contar como reserva proactiva de una "nueva" política que pueda configurarse dentro de esquema de dos polos reactivos.
Ciertamente, desde hace tiempo que el sociólogo de reconocida familia Torcuato Di Tella viene insistiendo en que, con la crisis del peronismo y el radicalismo, asomará un polo de centro derecha y otro de centro izquierda. El primero de ellos contaría con esa simplicidad del carácter político de Mauricio Macri.
Seguramente en el 2011 será el principal animador de uno de los polos de esa reconstituida escena política.
GABRIEL RAFART
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