Paraguay perdió la primera, cuya ferocidad aún sigue siendo objeto de investigación histórica, y en lo estrictamente militar ganó la segunda. Pero de ambas guerras salió exhausto. En la última, incluso, perdió a manos de empresas extranjeras áreas petroleras.
Abunda bibliografía que habla de los resultados de aquellas tragedias, los que aún forman parte de muchos de los fuertes condicionamientos que sobrelleva el país en materia de desarrollo.
Una reciente investigación de la historiadora Diana Arellano(*) (Universidad Nacional de Misiones) detalla, sostenida por fuentes sólidas, algunos de los resultados.
" En relación con la primera de esas contiendas, la autora sostiene que la derrota transformó Paraguay en un "botín de guerra" destinado a "enriquecer no precisamente a los estados vencedores sino a algunos militares y familias tradicionales de cada uno de ellos. Un ejemplo: la familia argentina de Carlos Casado se hizo de una estancia de siete millones y medio de hectáreas de monte nativo de quebracho para la extracción de tanino -sustancia tintórea para usos industriales- en el Chaco paraguayo que hasta nuestros días explotan. Paraguay se convirtió así en un reducido número de estancias inconmensurables, propiedad de terratenientes vinculados familiarmente con o provenientes de los países que ganaron la guerra. Dichas estancias tienen hasta nuestros días sus propios medios de transporte, con cientos de kilómetros de vías férreas, caminos y pistas de aterrizaje propias, servicio médico y educativo y su propio sistema de seguridad, con importantes dotaciones de hombres armados. Durante la guerra del Chaco (la mantenida con Bolivia), el gobierno paraguayo pagó el pasaje en tren de cada uno de sus combatientes a la empresa Carlos Casado para trasladarse a través de su estancia rumbo a Bolivia. Otros varios millones de hectáreas están en manos de las empresas argentinas Campos y Quebrachales Puerto Sastre y Forestal de Puerto Guaraní". Grandes extensiones del territorio funcionan como micro-mundos cerrados en los que el Estado paraguayo no tiene prácticamente ninguna injerencia.
" La guerra de la Triple Alianza diezmó la población paraguaya "hasta casi su desaparición", comenta la investigadora. Pasa entonces revista a lo que quedó: "86.079 niños, 106.524 mujeres y 28.746 hombres, un total de 221.240 habitantes. Aunque para el censo de 1900 había alcanzado una recuperación demográfica importante: 635.571".
(Diana Arellano en "Movimiento 14 de Mayo para la liberación del Paraguay. 1959. Memorias de no resignación". Editorial Universitaria de Misiones, 2005. Págs. 39 y 40. Este libro analiza la lucha contra la dictadura de Alfredo Stroessner que, incluso con respaldo encubierto de las FF. AA. argentinas durante la presidencia de Arturo Frondizi, llevaron a cabo desde Misiones jóvenes paraguayos, un tramo denuestra historia muy poco conocido)