Primero duros bombardeos georgianos y avance militar sobre áreas civiles, luego contraofensiva de tanques rusos. En el medio, miles de muertos. Barrios enteros destruídos y aterrados pobladores huyendo con lo puesto. Imágenes que parecían regresar desde los ‘90, de la guerra en la ex Yugoslavia, o de Chechenia. Pero ocurrieron en Osetia del sur, un territorio separatista reivindicado por Georgia como propio. El fin de semana pasado, el presidente Georgiano Mijail Saakashvili ordenó una ofensiva sobre Osetia del Sur, que provocó luego una dura contraofensiva de Rusia, que llegó incluso a bombardear zonas de la capital georgiana. Finalmente, hubo un acuerdo de cese del fuego con duras condiciones de Moscú.
Pero ¿qué llevó a esta guerra?
Para entender mejor este conflcito, “Río Negro” dialogó con el profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de San Andrés, Khatchik Derghougassian, experto en temas de seguridad y en los conflictos en el Cáucaso y Medio Oriente. (*)
- A pesar de que hace meses Rusia Y Georgia intercambiaban advertencias en su disputa pro Osetia del sur, la mayoría de los lectores argentino se sorprendieron esta semana con imágenes que recuerdan a la guerra de la ex Yugoslavia: civiles muertos, refugiados, casas destruidas...
¿por qué se produce esta guerra entre Rusia y Georgia por esta región separatista de Osetia del Sur ?
- Primero hay que aclarar una cosa: La guerra la empezó Georgia atacando a Osetia del Sur en la noche del 7 de agosto el mismo día en que el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, había declarado que había ofrecido a la región “autonomía ilimitada” dentro de las fronteras de Georgia con Rusia como garante de la misma. Osetia del Sur, junto con Abjazia y Adjaria, era una región autónoma dentro de la jurisdicción de la República Soviética Socialista de Georgia. Pero los osetianos, así como los abjazos, nunca se identificaron con los georgianos que son el grupo étnico-nacional mayoritario en el país. Las actuales fronteras de Georgia, así como de los demás países del Càucaso, se trazaron entre 1921 y 1924 y en términos territoriales favorecieron a los georgianos probablemente porque quien era el comisario de las nacionalidades del Partido Comunista en ese entonces, Josef Stalin, era él mismo georgiano. No digo que este factor haya sido determinante, pero el hecho es que dentro de las fronteras de Georgia demográficamente los georgianos quedaron como mayoría, tuvieron a su cargo la república mientras que las demás nacionalidades entre abjazos, adjaros, osetos, armenios y azeries quedaron como minorías con o sin autonomía jurídica en los territorios donde históricamente habitaban. El nacionalismo georgiano nunca reconoció el derecho de existencia propia a estas etnias que a menudo consideró una quinta columna de Moscú.
- ¿Qué pasa con la caída de la URSS?
- Cuando el imperio soviético dejó de existir y se declararon las independencias, quien fue el primer presidente de Georgia, Zviad Gamsajurdia, un escritor nacionalita disidente en tiempos soviéticos, puso fin a las autonomías de las regiones de Osetia del Sur y Abjasia. La decisión de Gamsajurdia generó un conflicto armado entre Tbilisi, capital de Georgia, y las dos regiones que se declararon independientes.
- Estamos hablando de principios de los ‘90...
- Más precisamente entre el ‘91 y 94-95, cuando el gobierno de Tibilisi fracasó en imponer su control en Abjasia y Osetia del sur, que, además, contaron con el apoyo de Rusia en la guerra. Se acordó un cese del fuego y, bajo el auspicio de la ONU, se formó una fuerza de paz compuesta esencialmente por soldados rusos. En Georgia, a su vez, Gamsajurdia fue derrocado por sus propios seguidores que se rebelaron contra su autoridad, y le sucedió el ex canciller de Mijail Gorbachov, Edward Shevarnadze. Tbilisi nunca aceptó el separatismo de las dos regiones, cuya independencia de hecho no ha sido reconocida internacionalmente, y consideró la derrota como una consecuencia de la injerencia rusa. La reincorporación de las dos regiones y la recuperación de la “integridad territorial” de Georgia, entonces, se transformó en el principal objetivo nacional de los georgianos. Tanto los abjazos, así como los osetos, a su vez, insisten sobre el derecho de autodeterminación y consideran el regreso bajo el control de Tbilisi una amenaza a su supervivencia nacional.
- Y qué sucede con la llegada al gobierno de Mijail Saakashvili ?
- Saakashvili llega al gobierno con la llamada “revolución de las rosas” (un movimiento de protesta pacífico y masivo ocurrido en noviembre de 2003 que desplazó del poder al presidente Shevardnadze luego de cuestionar la legalidad de su reelección). Saakashvili apuesta fuertemente a una alianza con Occidente, buscando integrarse a la Unión Europea y formar parte de la OTAN, estrechando relaciones con Turquía y facilitando la construcción del oleoducto que transporta el crudo del Mar Caspio a los mercados internacionales esquivando a Rusia. Desde su llegada al poder, Saakashvili recibe una ayuda masiva de Europa y Estados Unidos con el cual, además, Georgia había firmado un acuerdo militar en abril de 2003, en virtud del cual el Pentágono empieza a entrenar las fuerzas especiales de Georgia en el contexto de una alianza en la “guerra contra el terrorismo”. Georgia, as u vez, participó con 2000 soldados de la coalición liderada por Estados Unidos en la intervención militar en Irak, el mayor contingente de las tres repúblicas caucásicas. Saakashvili, entonces, se presenta como un presidente joven y moderno, democrático y reformista, que se siente más cómodo hablando inglés que ruso, y apuesta fuertemente a la plena inclusión de Georgia en la alianza atlántica. Su movida inevitablemente puso en alerta una Rusia que con Vladimir Putin al poder no sólo se había recuperado económicamente sino que también acertaba su presencia en la “vecindad inmediata”, los países ex soviéticos en el continente Eurasiático donde cualquier expansión de la OTAN es percibida por Moscú como una amenaza a su seguridad nacional. De modo que la apuesta de Saakashvili provocó una fuerte preocupación rusa pero no alteró la relación de fuerzas en la región.
- ¿Por qué?
- Para empezar, los rusos todavía tienen una influencia muy importante en toda la región, que se acentuó con la recuperación de la economía rusa y el regreso del Estado ruso promovido por el gobierno de Putin. Rusia no quería enfrentarse con Occidente al estilo de la Guerra Fría, pero tampoco estaba dispuesta a ceder su influencia en la zona. Ahora, tanto en Europa como en Estados Unidos hay sectores políticos que impulsan un mayor avance de la OTAN hacia el Este y proponen debilitar sino del todo terminar con la presencia rusa en el sur del Cáucaso, fundamentalmente para asegurar el flujo del petróleo del Mar Caspio. Por otra parte, Saakashvili ve en la expansión de la OTAN hacia el Cáucaso una oportunidad para la concreción de su agenda política.
- ¿Cuál es ésta?
- Es una agenda nacionalista, que busca primero la “recuperación” de las regiones “separatistas”. El nacionalismo es funcional a Saakashvili en otro sentido también. Pese a tener una excelente imagen en Occidente, y pese a la ayuda multimillonaria que recibió desde que asumió el poder, en la política económica y social no le está yendo bien a Saakashvili, su posición interna no es tan sólida, y no goza del apoyo de un sector importante de la sociedad que se vio perjudicado por su política. De hecho, en noviembre del 2007 tuvo que salir a reprimir manifestaciones provocando desconcierto en sus aliados europeos y estadounidenses. Aunque ganó las elecciones presidenciales de enero de este año, ya no es el líder que encolumnó a toda la nación georgiana detrás de él en la “revolución de las rosas”. La agenda nacionalista le sirve para movilizar a los georgianos por la causa nacional y hacer aceptar su liderazgo contestado por amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, aparentemente calculó mal subiendo la apuesta al máximo.
- ¿Cómo es esto?
- Saakashvili calculó que con un ataque relámpago podría rápidamente ocupar todo el territorio de Osetia del Sur, sobre todo la capital Tsjanvili y cortar el acceso de las tropas rusas. Su objetivo era, tras el reestablecimiento del control sobre Osetia del Sur, conseguir que cualquier intervención rusa fuera interpretada por la comunidad internacional como una invasión a un país soberano. Pero la reacción rusa fue muy rápida, muy probablemente porque los rusos esperaban una movida de esta índole. Rusia, entonces, muy rápidamente pudo parar el avance georgiano y pasar a la contraofensiva cambiando radicalmente la situación militar en el terreno. En dos días, de una postura desafiante los georgianos pasaron a aceptar todas las condiciones de Rusia: retirarse de Osetia del Sur y aceptar que hubiera una misión de paz rusa. Si Saakashvili esperaba que EE.UU o la UE le dieran un apoyo que fuera algo más que discursos, evidentemente, se equivocó. No se sabe aún si algo ganó en el terreno diplomático, pero está claro que militarmente no sólo perdió sino que recibió un golpe muy fuerte de Rusia. - ¿Porqué esta dureza rusa, que bombardeó e incluso avanzó con ataques sobre Georgia? - Es un mensaje muy duro y sólido mandando no sólo a Georgia sino también a la OTAN. Según varios analistas, Rusia cazó la oportunidad para tomar su revancha de Kosovo desde que Estados Unidos y países europeos reconocieron unilateralmente su independencia. Sin embargo, Rusia podría bien dar ese paso en los pasados cinco meses tanto para Abjazia como para Osetia del Sur, y no lo ha hecho. Fundamentalmente porque a Rusia tampoco le conviene demasiado reconocer la independencia de regiones separatistas.
- ¿Por qué?
- No le conviene reconocer tan fácilmente la independencia de regiones separatistas porque estas demandas pueden venir de regiones dentro de Rusia también como pasó en Chechenia. No creo que Moscú esté dispuesto en reconocer la independencia de Abjazia, Osetia del Sur o Nagorno Karabagh en el Càucaso. Por lo tanto, su reacción a la agresión georgiana debe interpretarse como su determinación de impedir la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, y una advertencia para que no se haga demasiadas ilusiones con las llamadas “revolución de color” a la hora de medir voluntades en el terreno real del enfrentamiento militar.
- Y a nivel regional ¿cómo repercute este conflicto?
- Esta guerra es un antecedente peligroso para todo el Cáucaso. Azerbaiyan, que intentó en los primeros días de marzo una nueva guerra contra Nagorno- Karabagh (NDR. La soberanía sobre este enclave ha sido objeto de una larga disputa entre Armenia y Azerbaiyán y provocó una guerra entre febrero de 1988 hasta mayo de 1994. En1991 la población armenia mayoritaria de la región declaró su independencia de Azerbaiyan, creando la República del Nagorno- Karabagh) después de la crisis interna que vivió Armenia tras los comicios presidenciales, estaba observando muy de cerca la ofensiva georgiana. Bakú emitió una declaración apoyando la iniciativa de Saakashvili, diciendo que es un derecho soberano el uso de la fuerza recuperar los territorios. Estos dos paises recibieron señales equivocadas de Occidente, o de ciertos sectores de Europa y EE.UU que aún mantienen la mentalidad de la Guerra Fría y consideran a Rusia como su mayor enemigo, pese a que, sobre todo después del 11-s, Rusia demostró su predisposición en colaborar con EE.UU en la llamada “guerra contra el terrorismo”, por, evidentemente, sus propios intereses. Sin embargo, ni a Estados Unidos ni a Rusia les conviene un estallido general en el Cáucaso, una región de inmediata vecindad al Medio Oriente, pues un estallido simultáneo de todos los frentes conflictivos puede rápidamente llevar a una situación de descontrol con una seria amenaza de derrame y escalada a una guerra general.
- ¿Qué rol juega el petróleo en todo este escenario?
- Azerbaiyán que mantiene un discurso abiertamente bélico acerca de la recuperación de Nagorno Karabagh por la fuerza militar confía en primer lugar que su enorme reserva de petróleo y de la necesidad de Occidente de este recurso le aseguran una postura de poder y le permiten superar a Armenia en términos de gastos militares. De hecho, una buena parte dell enorme ingreso que le está generando el petróleo se está destinando al gasto militar, que, como el propio presidente Heidar Aliev ha prometido, va a alcanzar los 1.000 millones de dólares anuales, creando un desequilibrio de poder tremendo en términos de balance militar. Georgia se presenta como aliado de Azerbaiyán en asegurar la ruta de salida del crudo evitando a Rusia. Pero es un error considerar que la razón fundamental de estas guerras sea el petróleo. Es no entender la importancia que aún tienen la agenda étnico-nacionalista y territorial, las disputas históricas en la reconfiguración de las fronteras y la construcción de los Estados en el Cáucaso después de la caída de la URSS. El interés de Occidente en el Cáucaso, por cierto, pasa por el petróleo. Las inversiones multimillonarias generaron expectativas -quizá desmesuradas- acerca del petróleo en el Mar Caspio, pero estas expectativas tienen sus limitaciones, pues una guerra generalizada en la región, que por la característica étno-nacionalista de los conflictos no puede ser sino una guerra absoluta, afectaría directamente a las rutas y reservas petroleras. Por lo tanto, y precisamente por este temor, no es el interés de Estados Unidos ni de Europa generar demasiadas expectativas en cuanto a su apoyo a políticas anti-rusas de actores locales. Otra es las señales que Saakashvili, o Aliev, quisieran recibir o interpretar…
- Hay distintas agendas entre la región y Occidente.
- Son agendas distintas, no siempre compatibles. Se mandan señales equivocadas que captan ciertos líderes que hacen jugadas fuertes y arriesgadas. Todavía no hay un nuevo Gran Juego al estilo de la rivalidad anglo-rusa del siglo XIX en el Cáucaso y la inclinación hacia la cooperación es mayor aún con una agenda competitiva que no descarte pequeños avances y retrocesos en las zonas de influencia. Pero sectores muy influyentes tanto en Occidente como en Rusia siguen pensando en términos de una suerte de renovada guerra fría, y los actores locales, entre las tres repúblicas caucásicas y las regiones conflictivas, tienen bastante margen para crear situaciones que quizá ni Occidente ni Rusia quisieran tener.
- Usted habló de Estados que se están configurando. ¿Qué rol juega esta debilidad estatal en la inestabilidad regional?
- Hasta la “Revolución de las rosas”, Georgia se caracterizó por ser un estado débil, en el sentido de que el poder del gobierno no traspasaba la capital Tibilisi. Es más, había un descontrol sobre las fuerzas de seguridad y quedaba pendiente la modernización de las Fuerzas Armadas. Lo que quiso hacer Saakashvili, con el apoyo de EE.UU. y la UE, fue reestablecer el Estado. Hubo avances importantes sobre la corrupción y en el saneamiento de la economía, pero probablemente eso le haya generado una ilusión de que Georgia se había transformado en un Estado fuerte. Perola continua debilidad del Esto georgiano quedo demostrada en ese error de cálculo cometido por su Presidente en su apuesta que al fin y al cabo llevó a la ruina al país.
- ¿Cuáles son los límites de Rusia? ¿Habrá un avance más allá del repliegue?
- El repliegue georgiano de Osetia del Sur fue total a las 24 horas de contraofensiva rusa. Rusia luego se dedicó a dañar la infraestructura militar georgiana, y apostó a un objetivo de máxima: que Saakashvili se aleje del poder. Sin embargo, es difícil que dentro de Georgia haya un sector tan pro ruso que tome la iniciativa de derrocar a Saakashvili. Pero lo concreto es que Rusia demostró fuerza, castigó a Georgia por su aventura, y generó una nueva situación en la región con esta demostración de fuerza. En cuanto a cuánto va a ganar o perder, o qué se va arreglar en una eventual mesa de negociaciones se verá en los próximos días.
- La prensa de Serbia se regodeaba en estos días con la crisis de Georgia, señalando las contradicciones de Occidente: por lado apoyaron la secesión de Kosovo por razones “étnico-nacionales” y ahora respaldaban lo inverso, la integridad de Georgia. ¿hay un efecto en cadena?
- Este dilema profundo que existe desde los 90 entre el principio de integridad territorial y el principio de autodeterminación de las nacionalidades nunca se resolvió. Todo queda en la agenda de política de poder, en la acomodación de los estados, y los cálculos estratégicos de las potencias, como se vio en los Balcanes. No hay un contexto institucional donde se analicen y se puedan resolver los conflictos étnicos donde hay disputa territorial. Se crean comisiones ad-hoc que tratan el tema. Aquellos conflictos que encuentren un encuadramiento legal, como por ejemplo Nagorno-Karabagh con el Grupo de Minsk donde se negocia la resolución de la controversia, la probabilidad de contener las tentaciones de volver al enfrentamiento militar es mayor. Pero no es una garantía que la solución militar desaparezca de la agenda de las partes beligerantes. De hecho, ni el Grupo de Minsk ha logrado que Azerbaiyán se comprometa en no emitir declaraciones bélicas. Ni siquiera constituye una garantía de que no se viole el cese de fuego. En otras palabras, no hay garantía de que la intervención internacional impida el regreso a las hostilidades, o se ponga fin a la guerra como instrumento para resolver los conflictos, porque no hay consenso acerca de cuál de los principios de integridad territorialy derecho de autodeterminación tiene prevalencia. En general, se inclina más por el principio de la integridad territorial, pero la guerra de los Balcanes y su último episodio, la independencia de Kosovo, no descartan que el otro principio, aún bajo otra formulación, se vea respectado en algunos casos. De ahí, la pregunta es inevitable ¿Por qué Kosovo sí y no Abjazia, Osetia del Sur o Nagorno Karabagh, para nombrar tan sólo los casos más obvios en el Cáucaso? Esta falta de consenso e institucionalización para resolver los conflictos, el contexto de la “guerra contra el terrorismo” después del 11-s, el regreso del uso de la fuerza y el discurso de “cambio de régimen” desde la intervención militar de Estados Unidos en Irak generan señales que a menudo se malinterpretan y llevan a desastres, como ha sido el caso de Georgia que creyó que podría contra con el apoyo de EE.UU o la UE en su desafío a Rusia aún cuando desde su propia perspectiva no ha hecho más que ejercer su derecho de querer defender la integridad territorial del país que, por supuesto, significa negar el derecho de autodeterminación de los osetos, abjazos y demás nacionalidades que conviven con los georgianos dentro de las fronteras que internacionalmente son reconocidas como Georgia pero se sienten amenazadas por el nacionalismo a menudo excluyente sino xenofóbico de la etnia dominante. (*) El elegido Khatchik Derghougassian es doctor en Relaciones Internacionales de la University de Miami en Coral Gables, Florida. Profesor de la Universidad San Andrés en el programa conjunto de Maestría en Relaciones y Negociaciones Internacionales. Profesor visitante de la American University of Armenia en Ereván (Armenia). Especialista en temas de seguridad. Publicó capítulos de libros, artículos y ensayos sobre el Cáucaso, el Medio Oriente, América Latina, el fundamentalismo islámico y la proliferación de armas y control de armamentos en el mundo. También es asesor del subsecretario del Fortalecimiento Institucional de las Fuerzas Armadas del Ministerio de Defensa de la República Argentina. LEONARDO HERREROS
lherreros@rionegro.com.ar