-¿Qué ocurre con la televisión?
-Está homogeneizando, en forma creciente, un discurso cada vez más pobre. Salvo algunos programas, en un 60% la televisión es predominantemente pueril en el discurso y muy empobrecida. Soy jurado de telenovelas y hace poco les decía a los productores: "No digamos que queremos que la televisión sea una escuela porque ya lo es desde hace mucho tiempo". Para bien o para mal, la televisión es el aula más grande que tenemos. Y el chico, que no sabe leer ni escribir, aprende a hablar limitadamente con el discurso que ve en un programa. Ve a Susana Giménez, por ejemplo.
-¿Qué pasa con "Su"?
-Y, para ella todo es "fantástico". En esa palabra resume de todo, una inmensa mezcla desde la media calada que usa una modelo a la que entrevista hasta una reflexión de Borges.
-Pero volviendo a la idea de lo neutro, no es neutro que ella use una única palabra para sintetizar ideas o realidades muy disímiles, encontradas. ¿Está de acuerdo?
-Claro que no es neutro. No lo es en relación con ella misma porque con "fantástico" ella evita trabajar mentalmente para encontrar la palabra justa. En la televisión hay mucho de eso: tendencia a evitar pensar. Es una cuestión de inercia y facilismo.
-¿En qué tipo de programas encuentra usted que se expresa con mayor fuerza toda esta decadencia expresiva que muestra la televisión argentina?
-Generalmente en los programas de entretenimientos o de chismes; ahí la pobreza de expresión en realmente alarmante, una lengua muy pobre.
-¿Vulgar?
-Ahí lo de vulgar es un mal menor. Pero el uso de la lengua es otra cosa. En la medida en que la lengua es pobre, no dignifica a la persona. La persona es la limitación de su lengua. A quien tiene limitaciones porque no sabe cómo expresar las cosas el mundo se le reduce. Cuando tiene mayor capacidad expresiva el mundo se le agranda. Al restarte palabras te van restringiendo la capacidad de pensamiento y la capacidad crítica, por lo tanto queda un ciudadano tolerante que se acostumbra a cualquier cosa y acepta lo que le digan, un ciudadano obediente. Por lo tanto no hay pensamiento crítico, ni revolución, ni cambio.