El anuncio de Estados Unidos de que creará la IV Flota -destinada a actuar en el Caribe y el Atlántico Sur- se inscribe en una política tendiente a acentuar el rol militar de ese país en todo el mundo.
El año pasado fue creado el Comando de África, orientado a coordinar las operaciones militares en dicho continente, donde están asignados más hombres de las Fuerzas Armadas estadounidenses que en América Latina. La razón es clara: en la mitad de los países de ese continente la población musulmana es mayoritaria o por lo menos importante y en regiones como el Cuerno de África está presente Al Qaeda, ya sea en forma directa o a través de milicias fundamentalistas. La creación de la IV Flota -en realidad se reactiva- se suma al Comando Sur, que desde La Florida tiene a su cargo las operaciones militares en América Latina. Se refuerzan de esta manera las unidades que están a su disposición. Once buques son el núcleo inicial de la flota, que contará con un portaaviones como eje.
La designación, el año pasado, de un almirante como titular del Comando Sur era un antecedente de que Washington contemplaba dar mayor importancia a lo naval en sus relaciones con la región. Hasta esta designación, siempre el titular de este comando había sido un general del Ejército y -excepcionalmente- uno de los marines.
Que la creación de la nueva flota tenga lugar durante su período de comando confirma que se trata de una planificación de largo plazo, como sucede con el planeamiento militar de Estados Unidos. Temas como la seguridad del Canal de Panamá -vital para el tráfico comercial de la primera potencia mundial y dar seguridad al abastecimiento petrolífero- inciden en esta decisión. Cabe señalar que casi un tercio del petróleo que la primera economía del mundo importa proviene de América Latina (México, Venezuela y Ecuador, en primer lugar) y una cuarta parte, de África (Nigeria, Angola y Guinea Ecuatorial).
Pero la decisión anunciada se explica por la compra de submarinos en Rusia por parte de Venezuela. Chávez firmó en Moscú un contrato para adquirir los tres primeros submarinos de una compra que podría alcanzar los nueve. Se trata de los submarinos convencionales más modernos producidos por la industria rusa. El anuncio tuvo lugar casi un año antes de que Washington anunciara la IV Flota.
El planeamiento militar venezolano -al igual que el iraní- considera que el desgaste que está teniendo Estados Unidos en Irak y Afganistán hace inviable cualquier nuevo ataque terrestre a otro país.
De acuerdo con ello, en ambos casos se aprecia que, si hay un conflicto, éste será aeronaval y no terrestre. Por esta razón en los últimos meses tanto Venezuela como Irán han concentrado sus compras en medios navales y sistemas de defensa aérea, siendo Rusia el principal proveedor de los dos. Cuba y Venezuela han criticado la creación de la flota y Brasil ha mantenido silencio, hasta que esta semana el ministro de Marina dijo que no se aceptaría que dicha flota penetrara en las aguas territoriales brasileñas, donde ha tenido lugar el reciente hallazgo petrolero.
La reacción de los dos primeros países rechazando la iniciativa era lógica, dada su posición ideológica. Para Brasil, que ha ratificado su proyecto de tener en servicio un submarino a propulsión nuclear en la próxima década -que lo convertiría en la potencia naval indiscutida en el Atlántico Sur-, el anuncio no es bien visto. Pero ello no generará un conflicto, dadas las buenas relaciones entre Washington y Brasilia. Estados Unidos tiene siete flotas en todo el mundo y ello por sí mismo no afecta la soberanía de ningún país. Lo que sí puede afectarla es que sean usadas para intervenir en aguas soberanas, y ello dependerá de circunstancias, crisis y conflictos.
ROSENDO FRAGA (*)
(*) Analista político, experto en temas de Defensa. Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría