Como el flujo y reflujo de las mareas, como el pasar de las estaciones, el tópico acerca del tamaño del pene posee su propio ciclo de discusión. Cada cierta cantidad de tiempo, la pregunta "¿El tamaño importa o no importa a las mujeres?" sale a la luz.
Un libro recientemente editado avivó el fuego de la polémica. Se trata del "The big penis book". El exhaustivo trabajo recopilatorio, que lleva además el sello de la prestigiosa editorial de arte Taschen, contiene 400 fotografías de muchachos muy bien dotados en posiciones naturales y artísticas. La tapa del libro es un hallazgo científico, puesto que está dedicada al hombre que posee el miembro más grande la actualidad: 27,94 centímetros ocultos bajo un apretado calzoncillo blanco.
El libro, que se vende a unos 40 dólares, estuvo bajo la supervisión de Dian Hanson, la misma profesional que viene de coordinar otro éxito editorial, "The big book of breast".
"La mayoría de los hombres que posan no son profesionales", aclara Hanson. Las imágenes fueron obtenidas de revistas de sexo, a las que en distintas épocas fueron enviadas por particulares que querían revelar al mundo su particularidad. Según Hanson, "cuando un hombre tiene un pene muy grande quiere mostrarlo y que los demás lo miren". Y este dato (que en parte fundamenta el libro) no es menor y le otorga un nuevo giro al problema: visto así el tamaño importa, aunque mucho más a los hombres que a las mujeres.
Incluso en la era de los celulares todoterreno y de las fotografías digitales subidas a las apuradas a internet, hay mitos que empiezan a perder vigor. Según los urólogos ingleses Kevan R. Wylie e Ian Eardley, autores de un artículo para la revista "BJU International", el 85% de las mujeres está contento con el tamaño del pene de su compañero. Esto no alivia la carga de una gran cantidad de hombres completamente normales que sufren del llamado "síndrome del pene pequeño", un mal distinto por completo a padecer la condición llamada micropenis. Un escaso porcentaje del total se enfrenta a este problema. Sin embargo, los urólogos hacen también un llamado a no tomarse a la risa las consultas desesperadas. No pocas de estas ansiedades impulsan a algunos hombres a utilizar métodos de agrandamiento que pueden resultar peligrosos.
LOS CENTÍMETROS DE LA NORMALIDAD
Pero dejémonos de metáforas y hablemos de números. Para Wylie y Eardley, los estudios sobre el tamaño del pene merecen ser escuchados. Según sus propias investigaciones, el pene erecto promedio mide de 14 a 16 centímetros de largo y unos 12 de circunferencia. Para que un pene integre la liga de los pequeños (micropene) tendría que tener menos de 7 centímetros cuando está erecto. En concreto: todo lo que supere esta cifra estando erecto es considerado, al menos para la ciencia, normal.
Un poco de historia puede hacernos conscientes de qué tan importante ha sido el miembro viril para algunas figuras de la política y el arte. Por ejemplo, se dice que Julio César se refería a su pene con el casi anónimo apodo de "Él". En el siglo pasado, el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson se atrevía a llamar al suyo, sin ningún tipo de modestia, "Jumbo", debido -según se comentaba en los pasillos de la Casa Blanca- a sus dimensiones nada escuetas. En pleno siglo XXI, el cantante Robbie Williams, aseguran quienes lo conocen íntimamente, ha bautizado a su pene como "Señor Feliz", y uno puede suponer que razones le sobran.
El pene más grande del que se tenga memoria es el de Rasputín. Sí, el mismísimo brujo y oscuro consejero del zar. El "monje loco" portaba consigo un record de Guinness, con la extraordinaria cifra de 40 centímetros. Lamentablemente para los especialistas, del famoso pene hoy sólo se conservan 28,5 centímetros en el Museo Erótico de San Petersburgo,
que lo adquirió en 8.000 dólares.
En el prólogo del libro -titulado "¿Llevas un plátano en el bolsillo?"- Dian Hanson recuerda: "Hernán Cortés encontró ídolos fálicos en los templos mexicanos. Falos de piedra, algunos de inmenso tamaño, pueden verse en algunas islas del Pacífico. Los griegos y los romanos tenían su dios fálico: Príapo, que era invocado para proteger a la ganadería, asegurar abundantes cosechas y mantener los penes de sus adoradores tan duros como el suyo. (...) El falo, o su representación, ha sido objeto de culto sagrado en Egipto, India, Siria, Babilonia, Persia, Grecia, Italia, España, Alemania, Escandinavia y la antigua Galacia (actualmente Turquía).
Al día de hoy, en la ciudad japonesa de Komaki cada año se realiza, en el mes de marzo, un festival dedicado al pene. Los participantes dejan ofrendas junto a un falo gigante tallado en madera de ciprés en el santuario Tagata Shinto, de 1.500 años de antigüedad.
El libro de Taschen hace un mínimo homenaje a algunos de los colosos del porno star como Rocco Rizolli, Ronald Sprague y David Pattmore. Tampoco falta John Holmes, con sus memorables 29 centímetros (hay quien dice que llegaba a los 35). Holmes fue, para quienes aún no lo hayan conocido de primera mano frente a su televisor o en las secciones Triple X de los videoclubes, el mayor actor porno de la historia, el mismo que una vez declaró a la revista Hustler: "Soy un profesional del sexo; así como otros son jugadores de tenis o médicos. Pero en lugar de una raqueta o un estetoscopio tengo un miembro de 35 centímetros de largo tan grueso como mi antebrazo. Ésa es mi herramienta principal y la he usado para tener relaciones sexuales con aproximadamente 14.000 mujeres".
Es probable que estos actores, dignos fenómenos, compongan un imaginario colectivo y, en algunos casos, hasta una meta a alcanzar. Pero, según estudios, sólo un 2% de los hombres está en posesión de semejante aparato reproductor.
El continente de los sexos tiene una forma extraña, es un cuerpo enorme provisto de dos pequeñas cabezas. Cada una es la contracara de la otra: una refleja a quienes tienen entre sus piernas un coloso de carne y sangre; la otra, a los que son propietarios de un pene que no alcanza los estándares de normalidad. En el medio, casi todos, es decir, sujetos masculinos con sus 14 a 16 centímetros en plena erección. No hay espacio para más fantasías al respecto.
Existe un hecho acerca del bueno de Holmes que no suele mencionarse demasiado en la historia del cine porno. Está referido a los testimonios de actrices que trabajaron con él, quienes aseguran que el pene de Holmes tardaba largos y laboriosos minutos en alcanzar algo parecido a una erección completa. Algunas de ellas lo recuerdan, más que como un falo de metal, como una esponja blanda y rebelde. ¿Suena a una frase llena de envidia? Puede ser. El punto es que el perfecto ídolo sexual es un hijo de la fantasía.
La obsesión contemporánea por el pene ha encontrado nuevos canales de transmisión. El cine porno primero e internet después instalaron estereotipos fálicos difíciles de olvidar.
Según los mismos Wylie y Eardley, el 45% de los hombres desea un pene más grande. Oh decepción: no existen estudios que demuestren que cualquiera de los métodos milagrosos que se promocionan para aumentar su tamaño tenga asidero. Es más, sitios especializados -como www.info-pene.com- no los recomiendan en lo absoluto debido a su alta peligrosidad. Además, coinciden en que un pene sólo puede alargarse uno o dos centímetros.
El culto al falo tiene un espectro tan amplio como extraño. ¿Podría considerarse una alternativa al Viagra y a los consoladores modernos para paliar la impotencia o la falta de tamaño? Veamos. Desde hace un tiempo en Estados Unidos se consigue, en palabras de la propia empresa comercializadora del artilugio, un compañero ideal para los momentos de soledad "de su pareja". Es el paso siguiente en la evolución de los vibradores. "Clone-A-Willy" es el nombre del kit que permite a la pareja "reproducir de forma exacta el pene del varón en un entretenidísimo instrumento sexual". Básicamente el proceso de creación consiste en mezclar con agua un polvo moldeador, verterlo luego en el tubo que viene en el kit, introducir el pene erecto por algunos segundos y, luego de que el molde ha sido hecho, vaciar en su interior silicona líquida y esperar a que el asunto quede tan duro como su original. A este pene de plástico se le adosa el vibrador y el ciclo se cierra.
No dejan de llamar la atención las necesidades extra-pene que atormentan a los miembros de la comunidad masculina. Es como si hubiera una falta de satisfacción permanente, al estilo de la canción de los "Rolling Stones". El doctor Gilberto Chéchile, urólogo y director médico del Instituto Médico Tecnológico de Barcelona, le aseguró a la publicación española "ADN" que "hay hombres con tamaños normales que quieren alargarse el pene y lo que necesitan es ayuda psiquiátrica".
En una de las tantas escenas cómicas del filme "Despedida de soltero", protagonizada por un joven Tom Hanks, un grupo de chicos asiste a la demostración de masculinidad del mozo de un local nocturno en el que bailan nudistas varones. Cuando Dick, "el pene", saca lo suyo sobre una bandeja de metal todos los chicos presentes aplauden con emoción.
En otra escena bizarra del cine cómico, uno de los personajes menores de "Scary Movie 4" se hace una fellatio a sí mismo en una sorprendente demostración de elasticidad. Estos pasajes cinematográficos simbolizan qué tan profunda es la fijación de los hombres con sus penes. El obelisco es un pene, se dice entre charlas, o bien, cuando dos hombres mantienen una discusión, lo que en realidad se trata de definir es "quién la tiene más larga".
Que en un restaurante de un barrio elegante de Pekín se puedan cenar, igual que un manjar y a precios exorbitantes, penes de una variedad de animales -yak, asno, buey, toro y chivo- tampoco es azaroso. "Pene" es una de las tantas palabras que componen el concepto del poder y, comérselo con salsa picante, el paroxismo de su veneración trasladada al arte culinario.
CLAUDIO ANDRADE
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