Por estos días, en medios académicos y especializados en política se apela a la historia contrafactual, o sea, "qué habría pasado si...", y se plantea un interrogante: ¿qué habría pasado con Perón presidente ante una crisis, un conflicto de esta naturaleza, con el campo? Claro, es sólo especulación, pero vale como ejercicio intelectual.
-Bueno, hay dos Perón: uno, el del '46/'55 y otro, el que retorna en el '73.
-El "descarnado"...
-El descarnado. Este último Perón, en un discurso sobre el campo que pronuncia en setiembre del '73, recuerda que en el '46, cuando el peronismo accede al poder, "creamos el IAPI y estatizamos el comercio exterior, todo porque había que proteger la industria. Pero ahora (por el '73) la industria está firme y hay que cuadruplicar la producción agraria, para lo cual haremos un pacto social". El pacto no funcionó, pero la reflexión muestra que el pensamiento de Perón evolucionaba, por lo cual habría sido posible que hubiera encarado el manejo del conflicto con un criterio más flexible que el que aplica Kirchner quien, avanzando como lo hace sobre las retenciones, lo que en definitiva busca es estatizar la renta agraria, que hoy pone en este nivel y mañana no sabemos qué intentará hacer.
-¿Qué otra cosa se destaca en el pensamiento económico de los Kirchner?
-El matrimonio Kirchner funciona con la lógica del caudillismo: tiende a extender sus facultades en el tiempo y, a la vez, tiene un lenguaje, una retórica anticapitalista que no le impide cultivar un "capitalismo de amigos", un capitalismo que no se basa en la competencia sino en su relación y la amistad con el poder... el subsidio, la reserva del mercado, el amigo que compra YPF o Aerolíneas... o sea, una retórica que parece de izquierda pero tiene mucho de la del fascismo italiano.
-Admitamos que, al menos desde el discurso del gobierno, la decisión tiene un paradigma de justicia social.
-Y no tengo dudas de que hay que instrumentar políticas destinadas a dignificar la vida de los millones de seres que padecen pobreza y marginación. Hay que hacerse cargo de eso y es un tema de todos los argentinos. Pero el gobierno, en vez de trabajar políticamente en esa dirección, aplica poder, baja una decisión en términos que generan resistencia incluso por sus alcances, no sólo por los términos autoritarios en que se procura implementarla. Y, ante el menor atisbo de objeción, estigmatiza: golpistas, oligarcas. La política argentina tiene mucha historia de decisiones del poder que deberían ser materia de reflexión desde... no sé...
-¿La psiquiatría?
-Y, el kirchnerismo tiene problemas de procedimiento.
-Meses atrás murió uno de los intelectuales más talentosos del país en los últimos 30 años: Oscar Terán. Solía decir, citando a Ciorán, que la política argentina siempre se abanica entre la "lógica y la epilepsia". ¿Por qué cree que Kirchner gobierna siempre muy enojado, desde extremos emocionales?
-Más que enojo, creo que hay mucho infantilismo en su estilo de ver la política. Esto queda muy claro en los términos en que asume la política de derechos humanos: va a la ESMA y planta el tema con una dosis de tensión, de emociones, que en alguna medida deja abierta la posibilidad de que se infiera que lamenta no haber estado detenido ahí. Como no fue montonero activo ni luchó contra la dictadura, asume la legítima defensa de los derechos hu
manos con la vehemencia propia de quien quiere dar testimonio de la entrega propia de quienes estuvieron en la lucha directa, en la acción directa, y tras cartón sostiene que el campo lo ataca porque él defiende los derechos humanos. Se planta ante estos temas desde un infantilismo increíble que asume desvirtuando las intenciones de la oposición y cubriéndose con un halo de justiciero también increíble. Es algo así como una persona que quiere hacer de grande lo que no hizo de adolescente... asignatura pendiente.
-¿Nos estamos deslizando hacia la dicotomía peronismo-antiperonismo?
-No, no me parece. La sociedad ha madurado significativamente, no quiere retroceder en la historia. Acá no hay año '55, que fue el lapso en el que la dicotomía peronismo-antiperonismo alcanzó su máxima expresión. Pero esto no excluye que crezca la resistencia al estilo con que el kirchnerismo ejerce el poder.
-Pero a su vez la transición, que ya dejó de ser transición, demuestra que lo único real, concreto, en materia de ejercicio del poder que tiene la política argentina es el peronismo. El resto no tiene posibilidades de llegar o está todo escorado. Pero, a su vez y aceptada esta realidad, cuando el peronismo es poder opera en términos de una percepción excluyente del ejercicio del poder, lo cual genera problemas. ¿Cómo crear alternativas a este círculo?
-Por supuesto que me niego a todo determinismo que haga del peronismo la única fuerza que pueda gobernar la Argentina. Estoy convencido de que los problemas que afectan y debilitan nuestro sistema político vienen de lejos, atraviesan nuestra historia y la siguen atravesando. Uno de esos problemas es la resistencia a aceptar reglas de juego de neto carácter constitucional e institucional, de lo que surge permanentemente que la política y la sociedad, claro está, intenten ir por el costado de la ley, de la norma. Y esto no es privativo del peronismo. Mire, yo creo que ya desde finales de la primera década del siglo pasado -porque no todos nuestros males políticos comenzaron con el golpe del '30, como suele ser costumbre decir- se empieza a desmontar todo lo que aun admitiendo ciertos déficits se estaba logrando para construir una república laica, liberal y productiva que se venía estructurando a partir de la Constitución del '53. Sociedad, reitero, no sin problemas e incluso con déficit de representatividad, pero una construcción de bases muy importante... ¡se desmonta desde adentro!
-¿Mediante los famosos decretazos del Centenario, por ejemplo? Hoy nos quejamos de la manía de emitir decretos de Kirchner, pero...
-¡En 1907, mediante un decreto de Figueroa Alcorta se nacionalizó el subsuelo, tema que hace al petróleo! Y se hizo en contra de lo que disponían la Constitución, el Código Civil y el Código de Minería. Un año después, el mismo presidente lanzó una campaña de educación patriótica fundada en valores absolutamente contrarios a los de la República. No bien asumió la Presidencia, Hipólito Yrigoyen congeló los alquileres, lo cual violaba no sólo la Constitución sino mucha legislación y...
-...Carlos Nino sostenía que el aval de la Corte Suprema de Justicia de la Nación al golpe del '30 es una decisión clave, con mucho de iniciática, para interpretar la anomia que impregna a la Argentina. ¿Está de acuerdo?
-Sí, pero aceptando que los problemas del sistema político y del modo en que los argentinos se relacionan con lo público vienen de antes. Yo creo que a partir de los años '30 -pero se acentúa en términos muy extremos a partir de la revolución del '43- en el campo político es la prepotencia como mecanismo de decisión política. Todo esto tiene que ver con que en ese arco de tiempo los autoritarismos que se despliegan sobre Europa encuentran aquí consenso en muchos planos sociales... fascismo, nazismo, franquismo, todo un cóctel ideológico que con el amparo y respaldo de la Iglesia Católica argentina denostó la democracia y alentó el hegemonismo como sistema de ejercicio del poder político, la exclusión del otro, la anulación del debate. ¡Los documentos del golpe del '43 dicen claramente que vienen a terminar con las instituciones representativas y a identificar lo argentino con lo católico y lo militar!
-¿La "Civilización Occidental y Cristiana" de Videla?
-Algo de eso, un proyecto que también había sido de Uriburu con el golpe del '30 pero que no pudo implementar porque por esa década circulaban tres figuras muy importantes que desde distintos ángulos defendían con desigual fuerza, pero defendían, cuestiones que hacen a la cultura republicana: Justo, Ortiz y Alvear, este último en términos muy enfáticos... incluso cuando llega la Segunda Guerra apoya a los aliados.
-¿Por qué lo niega tanto el radicalismo? Lideró el mejor gobierno en manos radicales pero lo niega; le pone bronce a cualquier correligionario, pero de Alvear ni hablar...
-Y, lo consideran de derecha del partido.
-Usted se ha ocupado mucho de Yrigoyen en sus investigaciones. ¿Yrigoyen no era la derecha del partido?
-Por supuesto: él era la derecha. No fue fascista pero su nacionalismo lo acercaba más a la derecha que lo que podía estar Alvear y, si bien -reitero- Yrigoyen no era fascista, su inclinación a identificar el partido con la patria -"El radicalismo es la patria", dice en su último escrito- es pro-fascista.
-Usted le imputa incluso ser el inventor de los "ñoquis"...
-Bueno, triplicó el número de empleados públicos y sí, nombraba gente para tareas que no existían. Además, no fue un buen administrador como sí lo fue Alvear, y respetó las instituciones mucho más que Yrigoyen. Pero reitero: los males que afectan a nuestro sistema político vienen de lejos y se agravan de tanto en tanto, como ahora con el matrimonio Kirchner.
-Algunos medios internacionales señalan que en la crisis del 2001 las instituciones, el Congreso concretamente, funcionaron mejor que ahora. ¿Está de acuerdo?
-Sí, es así. Si bien nuestro deterioro institucional viene de lejos, no lo es menos que con el matrimonio hemos retrocedido. Hay deterioro institucional cuando se avanza y presiona sobre la Justicia, cosa que está muy clara y hay abundancia de ejemplos; se subestima el papel del Congreso. Estos dos casos son ejemplos de ese deterioro. El hecho de que el campo vaya a las rutas y no al Congreso (en todo caso ahora va porque el matrimonio resignó posiciones) habla de que éste no funciona. Sin embargo, en la crisis de diciembre del 2001 funcionó y lo hizo en un escenario muy grave, signado por muertes y una sociedad muy crispada... se reunió dos veces, aplicó la Ley de Acefalía y bueno, ayudó a salir. Y Duhalde arrancó en nombre incluso de un peronismo que mostró una gran adecuación a las circunstancias.
CARLOS TORRENGO
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