Los expertos están convencidos de que cientos de niños podrían haber sobrevivido al fuerte terremoto que sacudió China. Atribuyen a graves defectos en la construcción, entre otras cosas, el hecho de que tantos de ellos quedaran sepultados bajos los escombros de sus escuelas.
También de la escuela primaria de Xianjian, en Dujiangyan, sólo quedó un montón de escombros. Hay un silencio absoluto en el patio. Una silla pequeña está abandonada junto a un charco.
El temblor costó aquí la vida de 300 niños el lunes pasado, "trescientos niños que no deberían haber muerto", dice Kit Miyamoto, jefe de la empresa de ingeniería Miyamoto International, especializada en construcciones antisísmicas. La empresa californiana envió un equipo de ingenieros a la provincia de Sichuan, la más afectada, para analizar las consecuencias del temblor y sacar conclusiones de la catástrofe, que costó la vida de unas 50.000 personas.
Este lugar, en el que hasta hace pocos días estaban sepultados cientos de cadáveres de niños, es ahora un monumento del horror. En China las casas que se derrumban como un castillo de naipes son denominadas "construcciones tofu". Lo que llama la atención de inmediato es que mientras alrededor hay edificios que se mantuvieron casi intactos, lo que antes eran once aulas se hayan convertido en polvo. "El edificio se derrumbó totalmente", dice Miyamoto con el rostro serio. El experto de Estados Unidos no oculta su enfado con lo que evidentemente fue una construcción chapucera. Con los dedos muestra las estructuras de acero en el interior de un pilar de hormigón quebrado que se levanta de entre los escombros: "Estas pequeñas cosas son importantes -dice-: mire esta sujeción; tendría que haber sido el doble de gruesa".
Además, las juntas tendrían que haber estado más unidas entre sí, entonces el concreto se habría doblado. "Pero así, el hormigón simplemente explota", dice Miyamoto indignado.
Reglamentaciones no faltan. Ya casi desde los años '70 existen normas sobre cómo construir con hormigón, dice el experto. Pero en este caso no se llevó nada de eso a la práctica. "La forma de construir y el control de calidad, todo fracasó", dice Miyamoto.
Muchos chinos acusan a cuadros corruptos del gobierno y a ambiciosas empresas constructoras de haber ahorrado calidad en construcciones públicas como son las escuelas. También los familiares de los niños acusan. El anciano señor Niu, que no quiere decir su nombre completo, vive a unas pocas manzanas debajo de una lona de plástico al aire libre, como muchas de las personas en la zona en que ocurrió el terremoto. Tiene lágrimas en los ojos cuando relata cómo su nieta quedó sepultada al derrumbarse el edificio y su cuerpo fue rescatado sin vida. "En un principio, la escuela tenía sólo dos plantas. Pero después simplemente construyeron otras dos encima", dice. Su nieta de ocho años estaba en el primer piso cuando ocurrió la tragedia. "Todos la querían", dice Niu.
Las "construcciones tofu" -como se las conoce popularmente- transformaron en tumbas varias escuelas que sepultaron bajo sus escombros más de 800 niños. La falta de controles del Estado.
TILL FÁNDERS
DPA