Resulta particularmente interesante la reseña que Ruffini realiza de las dos corrientes de opinión que coexistieron en el país respecto del método a seguir para la incorporación territorial de zonas en posesión de tribus indígenas, que descartan toda visión simplista y lineal de la política del Estado en esa materia.
Narra que, en principio, la política nacional fue llegar a acuerdos con los caciques, en gran medida porque la atención del gobierno nacional se centraba aún en las revueltas con los caudillos provinciales. Concluida la consolidación del poder nacional, volvió a plantearse qué postura seguir para solucionar la cuestión indígena. Fue entonces cuando un sector de opinión promovió mantener la política del "trato pacífico", que implicaba cerrar acuerdos de interés mutuo e impulsar la evangelización y la colonización. Otro, en cambio, tomó en cuenta que las incursiones indígenas sobre la frontera volvían a hacerse frecuentes e impulsó campañas más agresivas, considerando los gastos que ocasionaba al Estado nacional mantener un sistema defensivo -bastante ineficaz- y la pérdida de chance que implicaba la demora en incorporar más tierras a un sistema productivo óptimo para atraer población y capitales. La corrupción y el desvío de los fondos destinados a una política pacífica también incidieron en descartar el método, por lo cual ambas posturas terminaron confluyendo en una sola, como etapas sucesivas: se buscaría el sometimiento pacífico de los indígenas mediante la realización de tratados y la determinación de tierras a otorgar, tras lo cual se implementaría una campaña general destinada a someter por la fuerza a las tribus que resistiesen la autoridad nacional.
Si la decisión ya estaba tomada por ley en 1867, es probable que la nueva invasión comandada por el cacique Calfucurá en julio de 1870 y la consecuente presión del gobernador de Buenos Aires y la Sociedad Rural consolidaran el proyecto. Se postergó hasta 1879 por el asesinato de Urquiza y la rebelión de López Jordán en Entre Ríos, que acaparó la atención nacional.
Se implementó primero el proyecto de Adolfo Alsina, que unía un plan de ocupación y desarrollo de la telegrafía y el ferrocarril con la creación de pueblos y fuertes militares, unidos entre sí por una zanja. La ineficacia para neutralizar los ataques y sus elevados costos llevaron a crear consenso a favor de una solución más ofensiva al tema.