Nélida Archenti destruye lugares comunes. Busca desarticular algunos mitos: "¿Quién dijo que por ser mujer se es menos corrupta, más pacifista o mejor negociadora?", pregunta la socióloga. Invita a pensar en Margaret Thatcher o en algunas mujeres más cercanas que están procesadas por corrupción, como María Julia Alsogaray. "Esta idea de adjudicar virtudes a mujeres por el hecho de ser mujeres no va", sentencia. Y llega al núcleo de su disertación: "Decir que la mujer está en el poder, bueno, esto es algo para reflexionar...".
La investigadora sacudió al auditorio colmado casi exclusivamente de mujeres. Años de trabajo sobre los procesos de participación de mujeres en política la llevan a contar con un puñado de conclusiones de peso, verdades incómodas, afirmaciones necesarias aun cuando perturben.
Porque Archenti sostiene que el panorama para las mujeres, en el mundo de la política, no ha cambiado demasiado ya que:
" no se ha logrado una distribución equitativa del poder,
" la mujer avanzó en política pero no en otros ámbitos,
" ocupar cargos no siempre significa tener poder,
" no es legítimo afirmar que ellas ejercen el poder de diferente modo y
" no existen estudios científicos que avalen esas supuestas diferencias cualitativas entre los géneros a la hora de ejercer el poder.
Sin embargo, agrega con serenidad, "no se desanimen; en las últimas dos décadas hubo algunos cambios que dan indicios para formular hipótesis.
"Aun teniendo en cuenta la ampliación de la participación política de las mujeres en las últimas dos décadas -asevera-, habría que preguntarse si las mujeres están realmente en el poder", porque en la Argentina -ejemplifica- suelen estar en cumplimiento de una ley, la ley de cupo (éste, no hay que olvidar, fue el primer país en el mundo que sancionó la ley de cuotas en 1991), "y tuvimos que esperar que pasaran 10 años para ocupar el 30% de las bancas -señala-. Neuquén, por ejemplo, tardó 12 años en cubrir el 31% de las bancas con mujeres -recuerda Archenti-. Porque a veces están pero mandan otros, porque persisten estructuras fuertemente patriarcales dentro de los partidos políticos".
Por otra parte, apunta a las creencias "esencialistas" según las cuales las mujeres son sensibles, mejores, más rectas que cualquier hombre. Éste es un pensamiento erróneo en dos sentidos: primero, porque no todas las mujeres son iguales; segundo, porque no siempre las mujeres son buenas personas.
"Debemos preguntarnos, en primer término, qué pasa al interior de los partidos, cómo eligen a esas candidatas que nunca superan el cupo, magro, por cierto", señala.
-¿Por qué en distritos electorales con legislaciones altamente favorables a las mujeres, como la mayoría de los distritos argentinos, su acceso sigue siendo escaso?
-Los sistemas proporcionales, las listas cerradas y bloqueadas y las leyes de cuotas con mandato deposición constituyen los sistemas electorales más favorables para el acceso de las mujeres a los cargos electivos -explica esta especialista, quien encuentra el "techo de cristal" de la política en la construcción de las listas.
"Ésa es la clave para comprender la selección de los candidatos/as -asevera Archenti-. Los partidos construyen las listas con actitud minimalista, cumplen la ley de cuotas de género con el mínimo previsto para que la lista sea oficializada. Si existe un ámbito donde las mujeres no han logrado ampliar su poder es en los partidos políticos, cuando ésta es la principal arena de la confrontación por la representación dentro de un sistema de partidos. La renuencia de las dirigencias partidarias a abrir mayores espacios para las mujeres sumada a la competencia interna que generan las leyes de cuotas ha dado lugar a un escenario que pone límites al horizonte de la acción colectiva de las mujeres -explica-. Las candidaturas políticas no las deciden ellas -concluye-; en esto es claro que los partidos políticos no se han transformado".
En segundo término, afirma, "no es legítimo sostener que la mayor participación femenina incorpora elementos de transparencia o mayor virtud en la política. Abundan los ejemplos de mujeres gobernantes o partícipes de los gobiernos que no son expresiones de virtud o transparencia -explica Archenti-. Ninguna persona es más honesta o más virtuosa por el hecho de tener un sexo determinado. Tampoco es legítimo considerar que las mujeres ejercen el poder de una manera diferente de la de los varones, como si ciertas características de la esencia femenina o masculina estuvieran asociadas a la actividad política. Esto implica caer en explicaciones esencialistas y perder de vista que la actividad política pertenece al ámbito de la cultura y no al de la naturaleza".
No hay sexo en la naturaleza política, concluye.
También es importante tener en cuenta la heterogeneidad del colectivo femenino (etnia, raza, nivel social, educación y religión, entre otros aspectos), que no permite hablar de "las mujeres" como un sujeto único.
"El colectivo femenino es un colectivo muy heterogéneo -recuerda-; fíjense en que hay diferencias hasta en el interior de una familia. A modo de ejemplo: no es lo mismo mi trabajo que el de la empleada doméstica que está en casa y que permite que yo pueda desarrollar mi tarea. La diversidad, entonces, en el ejercicio de la actividad política no está vinculada con el sexo-género de los gobernantes sino con otras cuestiones, como su ideología, sus principios, su pertenencia partidaria, sus estrategias de gestión, sus promesas de campaña, sus alianzas políticas, etcétera", dice.
En la actualidad estamos ante un fenómeno interesante. En América y en el mundo hay mujeres en la cumbre del poder. Aun así, afirma esta investigadora, todavía no es posible hacer una evaluación definitiva de sus gestiones.
"El hecho de que en la actualidad estén Michelle Bachelet (presidenta de Chile), Cristina Fernández (presidenta de Argentina) y Fabiana Ríos (gobernadora de Tierra del Fuego) no alcanza -afirma Archenti-: tienen que recorrer aún mucho camino para que podamos afirmar que se trató de experiencias exitosas. Por otra parte, vemos a una Angela Merkel, con más margen para hacerla, o Pratibha Patil, primera presidenta mujer de la India, donde el poder aún está en manos del primer ministro".
Entonces, se pregunta la socióloga, si aparentemente nada ha cambiado mucho y tampoco es posible hablar de mujeres como un todo, ¿cuál es el sentido de promover su participación en los procesos de toma de decisiones? "Probablemente aquello que tienen en común todas las mujeres, a pesar de constituir un grupo tan heterogéneo, son siglos de exclusión del ámbito de la política y siglos de subrepresentación. Éste es el dato que une a ese colectivo, y aquí se trata del reconocimiento de los derechos de la mujer", explica.
La importancia del acceso de las mujeres a las candidaturas y a los cargos no pasa, entonces, por el ejercicio del poder ni por las formas del ejercicio del poder: "Se trata fundamentalmente de la ampliación de la representación en los regímenes democráticos, del reconocimiento de los derechos ciudadanos de las mujeres, que consisten no sólo en poder elegir sino también en ser elegibles. Lo que cambia con las mujeres en el poder es la democracia, porque amplía sus bases de representación social", agrega.
"La necesidad de esta ampliación se vuelve evidente cuando la presencia de un número importante de mujeres en las legislaturas y en el gobierno se traduce en nuevos temas en las agendas parlamentarias, las agendas de los medios y la agenda pública. La cosa cambia cuando las legisladoras pueden traducir problemáticas desde sus cargos. Hay temas que instalan las mujeres como los vinculados con la maternidad, la salud reproductiva, el aborto, el derecho alimentario, la violencia de género, etcétera". En este sentido el avance de las mujeres ha sido visible, concluye.
En las actividades organizadas por la Legislatura de la provincia del Neuquén para el Día de la Mujer también fueron invitadas la primera presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, Virginia Franganillo; la presidenta de la Fundación Mujeres en Igualdad, Monique Altschul; la coordinadora de Artemisa Comunicación -una red alternativa de información sobre asuntos de género-, Sandra Chaher, y la diputada nacional Alicia Comelli. Moderó la discusión la coordinadora del Centro de Estudios de Género de la Universidad Nacional del Comahue Nélida Bonaccorsi.
SUSANA YAPPERT
sy@fruticulturasur.com