El trepidante encarecimiento de los alimentos y el creciente peligro de disturbios sociales han dado a la Ronda de Doha un inesperado impulso después de siete años de fallidas negociaciones para intensificar la liberalización del comercio internacional. Los ministros de comercio de los 151 países que integran la Organización Mundial del Comercio (OMC) se reunirán en mayo en Ginebra para intentar un nuevo acuerdo sobre la reducción de subvenciones agrícolas y aranceles industriales. "El estómago mueve las cosas aún más rápido en la mesa que las negociaciones", opina un experto asiático.
El objetivo sería lograr un acuerdo antes de que el presidente estadounidense George W. Bush abandone la Casa Blanca en enero del 2009, lo que seguiría implicando un retraso de cuatro años con respecto a la meta original. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ex representante comercial de Washington, lo dijo con claridad: "Si hubo algún momento para recortar las subvenciones distorsivas y abrir los mercados a la importación de alimentos, es éste".
Los negociadores parecen haber entendido finalmente las consecuencias de que la OMC regule el comercio mundial, y en especial el de productos agrícolas. Los expertos advierten contra un optimismo excesivo, y que los problemas de abastecimiento de alimentos podrían solucionarse con cierta demora.
Pero la crisis alimentaria ha robado el sentido y ha hecho incluso molestas las subvenciones y aranceles de importación y exportación que hasta ahora se defendían
con vehemencia. Hasta ahora, los negociadores de la OMC desarrollaban una agenda impopular en todo el mundo, según la directora del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP) de Ginebra, Carin Smaller. "Es hora de que elaboremos una nueva estructura de reglas comerciales para que los gobiernos construyan un sistema alimentario y agrícola fuerte y duradero".
El director general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Supachai Panitchpakdi, él mismo ex jefe de la OMC, atribuye el encarecimiento de los alimentos a la demora en clausurar la Ronda de Doha. "Ahora los países aumentaron los aranceles de exportación y redujeron los de importación para obtener alimentos asequibles". Como consecuencia se hacen también más frecuentes los acuerdos bilaterales exclusivamente sobre alimentos entre naciones, contrarios al espíritu multilateral de la OMC, sobre todo China e India.
Ahora que los precios de los alimentos subieron más del 80% en los últimos tres años, se recortan las subvenciones en Estados Unidos y Europa. Y los países emergentes y en desarrollo reducen sus aranceles de importación, como lo hizo India en más de un 30% con la harina de trigo, o Indonesia, que eliminó por completo los aranceles para el trigo y las semillas de soja.
Según un informe del Banco Mundial, 24 países han reducido impuestos y aranceles para los alimentos. Y Estados Unidos podría sumarse al aprobar el recorte de subvenciones después de que el mayor lobby agrícola del país espera que los altos precios se mantengan durante un buen tiempo. Si se registra un acercamiento y un posterior acuerdo en las negociaciones de mayo, el comercio internacional sumaría 100.000 millones de dólares en intercambio, según el BM.
Pero existe una contracara: si los alimentos escasean, caerán las exportaciones. El comercio es por demás importante a causa de las dificultades para intensificar a corto plazo la producción de alimentos, señala la institución.
Altos precios no significan inmediatamente más ingresos para los agricultores pobres. Para eso es necesario aumentar la productividad con nuevas tecnologías, lo que, incluso con un acuerdo en la OMC, requerirá tiempo.
HEINZ-PETER DIETRICH
DPA