"Discurso" y "acción", dos palabras que pueden encerrar un buen resumen de lo que estos dos religiosos impulsaron durante varias décadas en la provincia de Río Negro representando e interactuando con aquellos sectores más vulnerables de la sociedad, ahí donde el Estado está ausente y donde el hambre y la falta de recursos es lo único que abunda.
Claudio y Nelly dejaron allí su impronta. Un mensaje de esperanza, un proyecto superador, un hilo de conexión con la realidad para que estos vecinos puedan sentirse parte de la sociedad y de esa manera visualizar un futuro un poco más prometedor. Miles de personas pueden dar testimonio -con hechos- del gran legado que estas dos personas dejaron en la región.
Se hicieron fuertes en la calle, donde la realidad se puede palpar a cada minuto, donde cada día se escucha un reclamo y se busca alguna salida rápida para contener un grito de hambre o de injusticia.
Acompañaron en silencio las marchas de los Familiares del Dolor, compartieron los reclamos de los docentes, apuntalaron organizaciones intermedias y trabajaron codo a codo con las comunidades indígenas en reclamo de sus derechos.
También compartieron largas horas de charla con aquellas personas que estaban privadas de su libertad, buscando agilizar causas y brindando apoyo a quienes ya habían perdido sus esperanzas. Y hasta enfrentaron a los sectores de poder cada vez que intentaron avasallar los derechos de los pequeños productores de la Línea Sur, cuando se proyectaba poner en marcha el proyecto de minería en esa región.
Se podrían llenar páginas enteras escribiendo sobre la tarea solidaria (y a veces solitaria) de estos dos verdaderos peregrinos que dejarán un espacio que difícilmente pueda ser ocupado en nuestra sociedad.
Llegaron en silencio. Y así se fueron.
LUIS LEIVA
luisleiva@rionegro.com.ar