"Recuerdo que mi decepción respecto de Sartre comenzó un día, a mediados de los '60, en que leí una entrevista que la periodista Madeleine Chapsal (*) le hizo para 'Le Monde' en París. La entrevista versaba justamente sobre el compromiso (del escritor), la literatura y la política; de pronto, en las respuestas de Sartre se traslucía una inmensa decepción respecto de la literatura, no así de la política, y decía algo que me afectó como una agresión personal: 'Entiendo que un escritor africano renuncie a hacer literatura para luchar de una manera más efectiva por una revolución, por un cambio social que permita algún día a su país darse el lujo de tener una literatura'; y frente a los problemas sociales decía: 'La literatura no tiene poder', ne fais pas le pois, no tiene peso suficiente como para contrarrestarlo. Y se ponía como ejemplo a sí mismo 'la náusea' frente a un niño que se muere de hambre, ne fais pas le pois. No tiene peso alguno, no sirve de nada.
"Recuerdo haber sentido esas afirmaciones realmente como un acto de traición hacia quienes, como yo, estoy seguro, miles de jóvenes en el mundo entero, le habíamos creído y habíamos escrito con esa buena conciencia que él nos dio haciéndonos pensar que escribiendo también luchábamos por la justicia, también actuábamos para enrumbar la historia en la buena dirección.
"He citado el caso de Sartre y estos dos extremos de su actitud frente a la literatura y la política porque creo que la relación entre ambas debería situarse en un punto intermedio entre esos dos polos: aquellos que creen que la literatura puede ser un arma, un instrumento de acción política y social, y quienes consideran que, por el contrario, la literatura y la política son cosas esencialmente distintas y que tratar de acercarlas y fundirlas en cierta forma destruye la literatura y no tiene la menor consecuencia política.
"Creer que la literatura no tiene nada que ver con la política y que si se acerca a ella, de alguna manera se degrada, es creer que la literatura es un juego, una distracción, un entretenimiento. Lo cual no tiene que ser ofensivo para la literatura que hacen muchos escritores: juegan, se divierten y pretenden entretener a los demás. A veces se puede hacer con inmenso talento, con brillo, con originalidad y, desde luego, es perfectamente legítimo y respetable. Pero yo tengo el convencimiento de que, si la literatura sólo es eso y sólo propone eso, está condenada a empobrecerse e incluso a desaparecer".
(Mario Vargas Llosa en "Literatura y política"; Fondo de Cultura Económica; Madrid, 2001. Págs. 49 y 50)
(*) Madelaine Chapsal hizo el guión de "Morir en Madrid", un famoso documental en blanco y negro sobre la Guerra Civil Española.