Los grupos tienen nombres que lo dicen todo: "Blitzkrieg" o "Rassenreinheit" (Pureza de raza). Las letras de las canciones que interpretan tampoco dejan lugar a malentendidos; ensalzan a Adolf Hitler y atacan a los extranjeros como el mal de todos los males.
Son bandas de rock que pululan en Sajonia, en el este de Alemania, y se han convertido en imán de grupos de extrema derecha y simpatizantes neonazis de todo el país.
No existe otro lugar en Alemania en el que se concentren tantos grupos de música de ultraderecha y en el que se celebren tantos recitales públicos, afirma Danielo Starosta, responsable del ente cultural de Sajonia, en la capital regional Dresde. Estos grupos son los que además cargan el mayor número de canciones prohibidas en internet.
A pesar de la persecución por parte de la policía y la Justicia, el submundo musical de la extrema derecha como elemento aglutinador y reclutador permanece intacto. Se han convertido en un aspecto fundamental para la captación de gente joven. "La música es el elixir que mantiene en vida la escena de extrema derecha", advierte el experto que Olaf Vahrenhold, responsable en Sajonia de la Oficina de Defensa Constitucional, el servicio de inteligencia alemán. En los últimos cinco años hubo, sólo en Sajonia, unos 200 conciertos de grupos extremistas.
Lo realmente peligroso no son tanto los textos, dice el funcionario: "El volumen de la música durante los conciertos es tan alto que las letras no se entienden -sostiene-. La música es sólo una especie de droga para principiantes". Los mecanismos son siempre los mismos -explica Starosta quien, entre otras cosas, se dedica desde hace siete años a asesorar a gente que intenta desligarse de los grupúsculos neonazis.
"Hay estribillos muy pegadizos que al escucharlos inducen a los desprevenidos a cantarlos y repetirlos en forma tal vez inconsciente. Pero después vienen los reclutadores y empiezan a analizar los textos desde un punto de vista ideológico". Es algo que funciona una y otra vez, sobre todo en hombres de hasta 30 años. "Es una estrategia muy clara y a la vez eficiente la que tienen".
Lo que tienen todos en común es la profesionalidad con que se mueven. El trabajo de observación es cada vez más difícil, admite Vahrenhold. "Antes, cuando repartían los CD delante de las escuelas, era mucho más fácil tenerlos bajo control -explica-. Hoy el elemento centralizador de distribución es internet". La red no sólo ofrece una inmejorable oportunidad de intercambio masivo de títulos sino que se ha detectado que los debates sobre los textos y la ideología en los blogs son mucho más amplios e intensos.
También tiene que ver con el creciente profesionalismo el hecho de que es cada vez más difícil prohibir los textos de las canciones. Según Vahrenhold, "hoy son más sutiles, no tan torpes como antes. Hoy tienen a abogados encargados de revisar cada una de las palabras utilizadas. El mensaje ultraderechista sigue siendo muy claro, pero la Justicia apenas encuentra espacios para prohibirlos".
En el fondo -y en esto coinciden todos los expertos- es imposible tener un control absoluto para detener la propagación de la ideología ultraderechista a través de mecanismos legales. Mucho más importante, y decisivo, es el trabajo de esclarecimiento y concientización en las escuelas sobre valores como la libertad y la democracia.
MARC HERWIG Y ESTEBAN BAYER
DPA