Esta pregunta señala una de las preocupaciones centrales del filósofo e historiador de las ideas que acabamos de perder esta semana a sus 69 años, víctima de un cáncer. Hablamos de Oscar Terán.
Nacido en 1938 en Carlos Casares, comenzó a estudiar filosofía en Buenos Aires en 1959 y, poco después, historia. De padre radical y madre socialista, fue militante de diversas corrientes del marxismo en los sesenta.
Tras el golpe de 1976 vivió en el exilio, primero en Madrid y desde el año siguiente en México, donde retomó sus estudios de filosofía, realizó una maestría de Estudios Latinoamericanos y se abocó a la docencia, la investigación y la escritura, editando su primer libro sobre José Ingenieros.
Pese a la dureza del exilio, afirmaba sobre este país que "...nunca agradeceré suficientemente las condiciones institucionales que me brindó y que me permitieron dedicarme con intensidad a cultivar esa otra alma que había quedado obnubilada por los fragores de la política".
De regreso a la Argentina democrática, fue profesor titular de la cátedra "Pensamiento Argentino y Latinoamericano" en la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador principal del Conicet.
Había participado activamente del Club de Cultura Socialista y del consejo de redacción de Punto de Vista y ganado en el 2006 el Premio de Ensayo Ricardo Rojas, del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, por la antología de sus artículos publicada ese año.
En una de sus obras más conocidas -"Nuestro años sesenta. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina (1956-1966)"-, publicada a principios de los noventa, analizó el devenir cultural de esos años entre el derrocamiento de Perón y el nuevo golpe militar de 1966.
Estudioso crítico del rol de la izquierda y de la violencia política de las décadas del '60 y el '70, se había dedicado al análisis de los discursos de los intelectuales de épocas cruciales para la formación de la cultura argentina, de ahí sus trabajos sobre Miguel Cané, Carlos Octavio Bunge, José María Ramos Mejía, José Ingenieros, Aníbal Ponce, Sarmiento y Juan Bautista Alberdi.
Recorrió críticamente en sus obras los sucesos políticos, culturales y sociales más destacados de la Argentina y del continente americano. La construcción de la identidad nacional o positivismo y nación fueron temas de su interés, así como el peronismo, el exilio, la militancia en los setenta, la memoria, el liberalismo y la crisis del marxismo.
Lo más nutrido de su producción vio la luz desde el retorno de la democracia, cuando publicó "Aníbal Ponce: el marxismo sin nación" (1983), "En busca de la ideología argentina" (1986), "José Ingenieros: pensar la nación" (1986), "Positivismo y Nación en la Argentina" (1987), "Escritos de Juan Bautista Alberdi: el redactor de la ley" (1996), "Instituto Di Tella. Experiencias '68" (1998), "Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910)", "Derivas de la 'cultura científica'" (2000), "Las palabras ausentes: para leer los póstumos de Alberdi" (2004), "Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano" (2004), "De utopías, catástrofes y esperanzas. Un camino intelectual" (2006) y "Para leer el Facundo" (2007).
Autodefinido como "marxista convicto y confeso", utilizó las teorías de Sartre y Marx para posteriormente recalar en el pensamiento de Michel Foucault, que introdujo en el país. A comienzos de los ochenta, con su marxismo en crisis, transitaba ya el camino político hacia la socialdemocracia.
Recordemos a este brillante pensador e intelectual irónico con algunas de sus afirmaciones frente a una de las alegrías que le propinó el país que se esforzó en entender y explicar: "...en medio de un panorama inficionado por la crisis política y de representatividad, donde la política misma amenaza convertirse en un ejercicio de puro poder con escasos principios y baja institucionalidad, en una sociedad corporativizada y con fuertes componentes de privatización de la vida y de reclusión de los individuos en la esfera privada de su egoísmo (...) habituados al léxico soez que frasea los términos de la política con neologismos que hablan el lenguaje brutal del primero, el apriete, el patoterismo, el acueste y el ejercicio cuasi cínico del poder (...) pudo entonces abrirse paso un rayo de esperanza progresista, restaurando al mismo tiempo la memoria de lo que supo ser una tradición civilizatoria (...) el notable triunfo encabezado por el socialismo santafesino (Hermes Binner) ha sido por fin 'un domingo en la vida' dentro de tantas dudosas jornadas argentinas".
FRANCISCO CAMINO VELA
saroca@ciudad.com.ar
(*) Licenciado y magíster en Historia. DEA Programa de doctorado en Historia e Ideologías Políticas Contemporáneas