Lucica no ha ido a la escuela; estaba demasiado cansada tras su fiesta de noviazgo”, dice el padre de esta niña de 10 años que acaba de celebrar sus esponsales en Ramnicelu, aldea del este de Rumania donde la unión entre menores es normal en la comunidad gitana. Su novio, Ionut Dumitrache, de 15 años y 10 meses, también se quedó en la cama.
“Celebramos con una fiesta el compromiso matrimonial de nuestros hijos, pero hemos hecho una declaración a la policía afirmando que ambos no vivirán juntos ni tendrán relaciones sexuales hasta que la niña tenga 15 años –afirma el “suegro” de Lucica, Ion Dumitrache–. De este modo, estaremos seguros de que ningún otro muchacho tocará a la niña y de que, llegado el momento, nuestros hijos se casarán”, agrega.
En su pueblo, sin embargo, Lucica es casi una “solterona”, ya que la semana anterior, Marghioala, de apenas 5 años y 10 meses, fue prometida a un adolescente que le lleva 11 años. Con sus ojos azules y una sonrisa tímida en los labios, Marghioala ignora el futuro que le reservan sus padres. Tan pronto como la ceremonia acabó, volvió a su casa junto con sus otras cuatro hermanas.
El único recuerdo que conserva de la ceremonia son sus finos zapatos blancos, de los que no se separa. “Es tan linda e inteligente que, rápido, me he puesto a quererla –dice Ioana, su “suegra”, que le ha traído unos frutos–. Quiero que se acostumbre a nosotros, así será más fácil cuando se case con mi hijo”, dice esta mujer de 34 años casada a los 14, antes de ser madre a los 16.
maternidad precoz
Si bien los romanicheles afirman que los matrimonios precoces son parte de su tradición, algunos estiman que con Marghioala “se ha ido demasiado lejos”. “Los noviazgos a los 11 ó 12 años sí son normales, pero a los seis años es demasiado temprano”, dice Dumitru, un aldeano de unos 40 años. “Si esto sigue así vamos a tener que ir a buscar nuestras nueras a las maternidad”, comenta otro, entre irónico y serio. Iancu Dumitrache, concejal en la alcaldía, critica a los gitanos que alientan los matrimonios entre adolescentes.
La noticia del noviazgo de Marghioala alertó a las autoridades, que visitaron de inmediato a las familias interesadas para asegurarse de que “nada ilegal” habrá entre ambos niños. “Miren a la niña... ¿cómo alguien puede imaginar que yo dejaría a mi hijo aprovecharse de ella antes de sus 15 años?”, exclama Ioana Dumitrache.
Las estadísticas la contradicen, sin embargo. Según la dirección local para la protección de la niñez, una docena de niñas de Ramnicelu, madres a los 11, 12 ó 13 años, es actualmente controlada por asistentes sociales. Por otro lado, sólo en el 2007, unos 30 jóvenes aldeanos han sido denunciados por “abusos sexuales contra menores”, aunque ninguno de ellos ha sido condenado a prisión firme. Las familias, vigiladas de cerca por las autoridades, argumentan diciendo que al menos ellos “no roban ni mendigan, como otros romanicheles”. “Sé bien que la ley prohíbe las relaciones sexuales entre menores”, dice el abuelo de Lucica, “pero ¿es la única ley que no se respeta en Rumania?”.